El MP3 se ha convertido desde su lanzamiento en una parte muy importante de nuestro entretenimiento diario. Poco a poco fue popularizando el consumo de música digital, poniendo en el alcance de nuestra mano, o mejor dicho, de nuestro disco duro, la posibilidad de almacenar una gran cantidad de música en muy poco espacio. Casi sin darnos cuenta, esa revolución que comenzó hace ya casi 20 años, ha desembocado en que hoy todos llevemos encima un reproductor de audio digital, ya sea un reproductor MP3, un smartphone, un iPod o un sinfín de dispositivos que seguramente no habríamos conocido sin Fraunhofer IIS, sus creadores.
MP3, abreviatura y extensión de MPEG-2 Audio Layer III, es un formato revolucionario por muchos motivos, pero principalmente porser el primer formato de audio comercial que permitía almacenar sonido comprimido hasta tal punto de tener un ratio de 10 a 1 con respecto al estándar de música digital utilizado en el CD, es decir, formato PCM estéreo a 44.1 kHz, y sonar no sólo aceptable sino de forma idéntica dependiendo del equipo de audio que utilicemos.
Hablo de una compresión de 128kbps, el formato estándar utilizado durante los finales de la década de los 90 y principios de siglo XXI, aunque con el aumento de las capacidades de los dispositivos y unidades de almacenamiento, éste ha ido sustituyéndose progresivamente por una menor compresión, y por formatos que van de los 192kbps a los 320kbps. Nosotros elegimos la compresión y la calidad del fichero resultante, y se trata de algo muy importante ya que el MP3 utiliza un algoritmo de compresión con perdida, lossless.
Volviendo a la historia de este revolucionario formato, hay que echar un ojo a sus desarrolladores, encabezados por Fraunhofer Gesellschaft, una organización de investigación que comprende más de 50 institutos especializados alemanes cuyo cometido es investigar sobre una especialización distinta en el campo de las ciencias aplicadas. Uno de ellos es el Fraunhoffer ISS, y serían los culpables de comenzar la investigación para lograr una compresión de audio extrema. Fue durante la década de los 80, y las investigaciones comenzaron en la universidad de Erlangen.
El formato como tal ya estaba definido en el año 1992, y se publicó en 1993 como un estándar ISO que a día de hoy puede consultarse en ISO.org y que es algo así como un documento histórico no sólo para todos los amantes del software sino para los amantes de la música. Su definición abstracta dice lo siguiente:
Especifica la representación codificada de audio de alta calidad para su utilización en medios de almacenamiento y el método de descompresión de señales de audio de alta calidad. Está pensado para su aplicación en dispositivos de almacenamiento multimedia y para dotarlos de una tasa de transferencia continua de alrededor de 1,5 mb segundo tanto para audio como para vídeo, tales como CD, DAT, discos duros magnéticos, y para una frecuencia de muestreo de 32 kHz, 44,1 kHz y 48 kHz.
No sería hasta años más tarde, en 1997, cuando empezaría su boom en Internet, con una base de usuarios que era cada vez mayor y cuyas conexiones eran también más rápidas. ¿Por qué utilizar CD, cuya longitud máxima era de unos 74 a 80 minutos de música, cuando utilizando MP3 podíamos tener 800 minutos de música en su lugar? Según se fue popularizando, comenzaron a surgir los primeros reproductores MP3, unos reproductores que pronto llegaron a los automóviles, los cuales comenzaban a sustituir sus viejos lectores de CD por lectores de MP3.
En 1999 el MP3 ya era el estándar en Internet, usado por millones de personas que compartían su música utilizando este formato, y popularizando en gran medida el intercambio de archivos y el P2P. El MP3 fue sin duda uno de esos inventos que nos metieron de lleno en el siglo XXI. A día de hoy, y como decía al principio, el consumo de audio digital no sólo es algo normal sino que es ya una tendencia, y cada vez más está sustituyendo al formato tradicional impuesto por la industria, el CD.
El MP3 abrió al puerta a los formatos digitales, una puerta grande que hizo que muchos nos diéramos cuenta de que el formato físico no importa, sólo importa el contenido.