Desde que el 17 de diciembre de 1903, los hermanos Wilbur y Orville Wright logaron hacer volar un artefacto más pesado que el aire, el hombre, que desde la antigüedad siempre tuvo el afán de surcar el cielo, fue capaz de volar y mejorar, progresivamente, su técnica llegando al espacio y pisando la Luna. Poder salir de la atmósfera terrestre es el sueño de muchos pero que, por ahora, tan sólo está al alcance de unos cuantos afortunados que o bien trabajan en el programa espacial o han podido pagar enormes sumas de dinero para convertirse en turistas espaciales. El final del programa de transbordadores ha provocado la exploración de nuevas vías que permitan lanzar aeronaves al espacio, una tarea que la semana pasada alcanzó un hito significativo de la mano de JP Aerospace que lanzó un vehículo no tripulado que alcanzó los 95.000 pies de altitud y, además de establecer un récord de altura, les hace avanzar en su proyecto de lanzar una plataforma que sirva después para lanzar otras naves.
Este vehículo no tripulado, con forma de dirigible y un coste de 30.000 dólares, se elevó el 22 de octubre a una altura de 95.085 pies del suelo (según la compañía, es decir, unos 28.981 metros) y que establecería un nuevo récord al superar en 4 millas (6,4 kilómetros) a cualquier otra aeronave. Este dirigible constaba de un par de globos y un par de motores eléctricos que controlaban las hélices del vehículo, un esquema extremadamente simple, realizado en fibra de carbono, pero que llevó cinco años construir como parte de un proyecto que persigue poner en órbita una plataforma de lanzamiento de otras aeronaves. Tandem, que es como se llama el vehículo, es un vehículo muy simple formado por un armazón de unos 30 pies de largo en cuyos extremos se ubican los globos y un par de motores preparados para funcionar a alturas superiores a 20 millas y que constan de unas hélices de 6 pies de largo.
Las pruebas fueron algo accidentadas puesto que el dirigible sufrió bastantes turbulencias mientras ascendía entre los 40.000 y 60.000 pues de altura. Desde tierra, un piloto controlaba los motores del Tandem con los que realizó diversas maniobras en vuelo para probar la maniobrabilidad del dirigible y su integridad, algo que se pudo probar con mucho más detalle cuando uno de los globos estalló durante la reentrada, activando el mecanismo de emergencia que liberó el otro globo y activó el aterrizaje por medio de 5 paracaídas que lo depositaron en tierra.
Pero lo más sorprendente de todo esto es que JP Aerospace no es una compañía aeronáutica al uso, como podría ser Airbus, sino que se trata de una asociación independiente formada por voluntarios que han decidido apostar por un programa espacial alternativo y que, de manera voluntaria, han participado en el diseño y construcción de esta nave tan singular. Según John Powell, presidente de Aerospace:
Las grandes empresas aeroespaciales llevan décadas gastando cientos de millones de dólares para logar esto mismo. Nos hemos gastado cerca de 30.000 dólares en los últimos 5 años para desarrollar Tandem
¿Y cuál es el siguiente paso? JP Aerospace quiere demostrar que Tandem puede ser utilizado como nave nodriza desde la que partan otras naves espaciales para explorar el espacio o una plataforma que sirva para construir naves en el espacio con una importante reducción en los costes de lanzamiento.
Una curiosa forma de aplicar el crowdsourcing a la exploración espacial.