Alan Turing (1912-1954) fue un matemático, criptógrafo, filósofo y un teórico de la computación que, además de trabajar en el equipo que descifró los códigos Enigma de Alemania, fue un pionero en el campo de la inteligencia artificial publicando uno de los primeros trabajos sobre esta materia. En 1950, Alan Turing publicó uno de sus artículos más importantes (y que está considerado como una de las piedras angulares de la inteligencia artificial), Computing Machinery and Intelligence, donde propuso un experimento: el Test de Turing.
El artículo de Turing cmoenzaba con una frase que era toda una declaración de intenciones de lo que evaluaría el test:
Propongo considerar la siguiente cuestión: ¿Pueden pensar las máquinas?
Y he aquí el resultado que se obtiene de este test, intentar medir si una máquina puede ser inteligente con un método que, aún hoy, sigue estando vigente. El Test de Turing se basa en una hipótesis positivista que parte de principio de que si una máquina se comporta en todos los aspectos como inteligente, entonces, dicha máquina debe ser inteligente.
El testse basaba en el Juego de la Imitación, una prueba en la que se ubicaban en una habitación a un hombre y a una mujer frente a terminales que tuviesen algún sistema de comunicación (teletipos en los años 50). En otra habitación, estando aislado, se encontraba en sujeto bajo estudio que actuaba como interrogador y debía averiguar quién era el hombre y quién era la mujer, simplemente, a base de preguntas en lenguaje natural. El hombre trata de convencer al interrogador que él es la mujer y ella intentará ayudar al interrogador a llegar a la verdad pero, con la confusión, el interrogador tenderá a equivocarse.
Turing proponía realizar un cambio en este juego y coger a uno de los dos sujetos y sustituirlo por una máquina, haciendo que el computador intentase convencer al interrogador que él era la mujer y, dado que el interrogador es humano, la máquina debería ser capaz de responder, inteligentemente, a cualquiera de las cuestiones que le planteasen. Si la máquina era lo suficientemente hábil, el interrogador no podría distinguir quién era la máquina y quién el ser humano.
Pero, ¿puede una máquina responder con un lenguaje natural a cualquier pregunta planteada por el interrogador? ¿Puede pensar una máquina? Esas son las grandes preguntas que Turing plantea en este experimento. Lógicamente, salvo que una máquina emita sonidos que imiten la voz humana, la mejor manera de realizar la prueba es mediante lenguaje escrito y evaluar, únicamente, la inteligencia del oponente y la "humanidad" de las respuestas obtenidas a las preguntas planteadas.
A menudo se da importancia al hecho de que las computadoras digitales son eléctricas y que el sistema nervioso también lo es. Puesto que la máquina de Babbage no era eléctrica y puesto que todas las computadoras digitales son equivalentes en cierto sentido, observamos que el uso de la electricidad no puede tener importancia teórica.
El Test de Turing es la base sobre la que se apoyan algunos mecanismos que estamos acostumbrados a ver cada día, por ejemplo, los Captchas (Completely Automated Public Turing Test to tell Computers and Humans Apart) que aunque no son un test de Turing puro, se utilizan en muchas páginas web para evitar que procesos automatizados puedan registrar usuarios falsos o escribir mensajes de spam.
¿Y dónde está la limitación? Para que un sistema pudiese pasar el test de Turing, ésta tendría que ser capaz de realizar las tareas para las que fue programada y, además, aprender por sí misma a realizar otras funciones. Es como si un computador destinado al cálculo de trayectorias fuese capaz de aprender a jugar al ajedrez y conversar, además, sobre cualquier tema.
Turing pronosticó que en el año 2000, las máquinas serían capaces de imitar tan bien a los humanos que el 70% no sería capaz de diferenciar entre un humano y una máquina y, por tanto, el 70% de los interrogadores no detectaría a las máquinas. Sin embargo, todavía ninguna máquina ha podido superar este examen y la predicción de Turing nunca llegó a cumplirse si bien Turing también fue un visionario que intuyó lo que luego se denominó singularidad tecnológica:
Las consecuencias de que las máquinas pensaran serían demasiado terribles. Esperemos y creamos que no pueden hacerlo.[...] Nos gusta creer que el hombre es, en cierto modo, superior al resto de la creación, pero sería mejor si pudiéramos demostrar que es necesariamente superior, puesto que así no habría peligro de que perdiera su posición dominante