Las mentes de Ryan Murphy y Brad Falchuk son capaces de parir series tan extremas, opuestas y diferentes como Nip/Tuck y Glee. Por un lado, un sólido drama plagado de sexo, drogas, traición y operaciones de estética; y por el otro, un más que lucrativo fenómeno adolescente gestado a raíz del éxito de High School Musical. Ahora, este dúo creativo quiere aterrorizarnos con American Horror Story. Una nueva serie de la cadena FX cuyas señas de identidad serán la intriga, el terror y el morbo. El producto resultante posee un elegante estilo visual, y basándose en una narración fragmentada, y a veces, un tanto inconexa, nos traslada a una casa donde la locura, la desesperación, el sexo y la violencia conviven junto a una familia que se verá afectada por el oscuro pasado del lugar.
La apuesta de Murphy y Falchuk es trangresora y rompedora, ahí reside su atractivo. Resulta perturbadora y a la vez, adictiva; parece no tener sentido pero las piezas van encajando, provoca repulsión pero yo me dejo llevar hacia ese agujero negro de horror que cada semana aparece en mi pantalla.
Entiendo que a muchos niveles, sobre todo el narrativo, el espacial y el temporal, American Horror Story se toma demasiadas licencias y resulta desconcertante. Hay que tener en cuenta que estamos en una casa encantada, un lugar plagado de fantasmas que poseen tempos, habilidades y razonamientos muy diferentes a los de los seres vivos. Por eso no es de extrañar que campen a sus anchas por las habitaciones, que aparezcan sin motivo aparente y vuelvan a desaparecer sin causar, o eso se da a entender, alarma en la familia que habita el lugar. ¿No son conscientes de lo que sucede? No del todo.
Hacía mucho tiempo que no se emitía una serie de terror en la pequeña pantalla, o al menos de un terror tan explícito, atractivo y paranoide como el que nos da American Horror Story. Se agradecen este tipo de propuestas televisivas, algo fresco, arriesgado y original.
La familia Harmon
Los Harmon, Vivien (Connie Britton), Ben (Dylan McDermott) y su hija Violet (Taissa Farmiga) se mudan desde Boston hasta Los Angeles para superar una crisis familiar. Vivien tuvo un aborto durante el séptimo mes de embarazo, la depresión que sufrióa posteriori la distanció de Ben. El marido, que es psiquiatra, acabó manteniendo una aventura con una universitaria, que Vivien descubrió de la manera más dura.
Los tres se trasladan a la casa; Ben y Vivien están convencidos de que es una nueva oportunidad; Violet, joven inteligente y con tendencias autodestructivas, parece que es la única que siente que algo no va bien en su nuevo hogar. Los tres personajes sufren en silencio y ocultan sus propios demonios, aunque es más que evidente, que el más inestable de los tres es Ben.
La casa
Arquitectónicamente produce escalofríos. Grande, con muchas habitaciones, amplias ventanas, un ático y un sótano donde se concentra, en mi opinión, todo lo malo del lugar. El típico sótano al que nunca deberías bajar porque puedes encontrar la muerte o un fantasma; es sucio, es oscuro, es inquietante y da mucho miedo.
La casa tiene un pasado de espanto. Jamás me compraría un lugar así para vivir. La pareja anterior a los Harmon murió en el sótano, un asesinato-suicidio. Dos gemelos pelirrojos también perecieron en el sótano, un hombre quemó a su mujer y a su hija mientras dormían, una enfermera y una estudiante fueron asesinadas en los sesenta por un psicópata.... y eso es lo que nos han mostrado por ahora, seguro que en la casa pasaron muchas más cosas espeluznantes.
Otros personajes
Contance (Jessica Lange) es la vecina cotilla, una mujer que pivota entre lo frívolo y lo inquietante con una sonrisa en los labios y el fuego del odio en la mirada. Sorprendente interpretación la de esta actriz. Constance, tiene una hija con síndrome de down (Jamie Brewer) que está obsesionada con la casa, ve cosas que los demás no pueden y no para de repetir: "Vais a morir". La relación madre-hija y sus constantes entradas en la casa de los Harmon producen sudores fríos.
Tenemos que tener en cuenta también a la asistenta de la casa, Moira. Mientas que Vivien la ve como una mujer anciana con la apariencia de Frances Conroy, Ben se siente poderosamente atraído por ella ya que, a sus ojos, es una exuberante pelirroja de labios carnosos y piel nacarada interpretada por Alex Breckenridge.
Luego está Tate (Evan Peters), paciente de Ben, un joven que sueña con matar a sus compañeros de instituto. Inquietante, atractivo e inteligente. Conecta con Violet e intentará ayudarla con sus problemas en el instituto. Ambos se sienten extraños, solos e incomprendidos, pero Tate es mucho más que eso. Aparece en la casa cuando no debería estar ahí, está relacionado con lo que sucede en el sótano y Constance y Moira hablan con él, con una familiaridad, que da a entender que hace mucho que se conocen y que han compartido secretos y experiencias que están más allá de lo comprensible.
Se añade, para completar el círculo del horror, al personaje de Larry (Denis O'Hare) un hombre con el setenta por ciento de su cuerpo quemado, con cáncer cerebral quien, poseído por la casa, acabó con su familia hace años. Este hombre, magistralmente interpretado por O'Hare, intentará, en repetidas ocasiones, avisar a Ben sobre los peligros de la casa. Ya que el lugar parece tener consciencia y poder. Larry le advierte:
Sea lo que sea lo que te esté destrozando, la casa ya lo sabe. Lo usará en tu contra
Y es algo totalmente cierto. Ben siente remordimientos por haber engañado a su esposa, pero tampoco es capaz de controlar sus impulsos, de ahí que vea a Moira como una hermosa joven que lo provoca siempre que tiene ocasión. La casa juega con él. Lo vemos también en el segundo episodio de la serie, la mujer que sueña que muere partida en dos por un ascensor, tiene un final bastante parecido al de su pesadilla. ¿Cuánto más podrán soportar los actuales inquilinos?
Parece que en cada capítulo iremos conociendo un poco más del pasado de la casa, y promete ser un viaje plagado de sadismo, sangre y terror. No puedo esperar para ver que atrocidades sucedieron allí. Los murales que oculta el papel pintado, y que Vivian se empeña en dejar al descubierto, muestran escenas muy goyescas y grotescas, que seguro, están relacionadas con lo que ha sucedido en la mansión victoriana.
American Horror Story es como un mal sueño. El piloto se te mete debajo de la piel y es mejor verlo en compañía, con las luces encendidas, ya que luego mirarás a la oscuridad con recelo. Un espectáculo que no deja indiferente a nadie, que provoca y desconcierta, que tiende al esperpento y al morbo, no apto para todos los públicos pero altamente disfrutable.
Este thriller-psicosexual, como lo definen sus creadores, es un interesante juego de espejos, posee una factura exquisita, una ambientación muy cuidada, arriesga con los planos y la técnica narrativa, la fotografía es muy sugerente y las interpretaciones están, tanto en los jóvenes actores como en los veteranos, a un nivel muy alto. Dadle una oportunidad, seguro que os atrapará la atmósfera, los personajes y el misterio. Cuidado con la oscuridad y los sótanos. Bienvenidos a American Horror Story.