Las tormentas solares son fenómenos que nos ponen nerviosos. Cada vez que el Sol tiene este tipo de actividad, acá en la Tierra nos preocupamos sobre el bienestar de nuestros satélites y los problemas potenciales con las telecomunicaciones. Si bien hemos tenido varios incidentes relacionados en los últimos años --algunos, calificados incluso como "tsunamis solares"--, hasta ahora ninguno ha puesto en jaque a nuestro sistema satelital. Desafortunadamente, en un futuro no tan lejano, las condiciones climáticas espaciales podrían resultar bastante más adversas.

De acuerdo con las proyecciones de la UCLA, una tormenta solar podría dejarnos varados en la Tierra por una década. El cataclismo --no se me ocurre otra palabra para describirlo-- podría acontecer alrededor del año 2040. Esta tormenta solar sería tan grande que no sólo reduciría significativamente la vida de los satélites, sino que pondría en peligro la exploración espacial. Aunque las misiones tripuladas han caído en desuso desde los tiempos de la Guerra Fría, proyectos como la Estación Espacial Internacional (o sus sucesores) estarían en riesgo.

El panorama es el siguiente: una erupción solar suele ser un fenómeno un tanto inusual; aunque, a última fechas, la actividad del Sol va en aumento, por lo que se harán más y más comunes. Estas tormentas descargan partículas de radiación, las cuales se disparan hacia nuestro planeta. Normalmente, un manto protector de nubes de plasma evita que dichas partículas lleguen hasta nosotros. Sin embargo, esta capa no es invulnerable, y una explosión lo suficientemente fuerte podría destruirla parcial o completamente. De este modo, la radiación quedaría atrapada justo por encima de la atmósfera terrestre, imposibilitando la salida de vehículos tripulados y mermando los aparatos que orbitan nuestro mundo.

Los científicos de la UCLA suponen que este fenómeno ya ha pasado. Se estima que en 1859, una tormenta solar destruyó esta capa de nubes por completo; y que en 2003, la actividad solar ha reducido este manto a apenas dos veces el radio de la Tierra (cerca de 12,700 kilómetros de espesor). El problema radica es que las nubes de plasma tardan cerca de 10 años en recuperarse, por lo que pasaríamos una década atorados en nuestro planeta, sin poder salir. ¿Será que la exploración sideral está condenada a un descanso obligatorio? Esperemos que el Sol no se ponga tan activo en unos años y nos permita seguir aventurándonos en nuestro vecindario espacial.

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