Cada vez son más los científicos que afirman completamente convencidos que el Sol se está despertando. La afirmación, como todo en ciencia, se basa en hechos tangibles y es que si en 2010 vimos como se produjo un tsunami solar, en las últimas semanas la Tierra se ha visto golpeada por varias erupciones de masa coronal nacidas en el seno de una gigantesca mancha solar, la denominada 1302 (es tan grande que con instrumentos de aficionado se puede observar perfectamente desde nuestro planeta).
Concretamente el pasado 22 y 24 de septiembre el telescopio espacial SDO (siglas de Solar Dynamics Observatory) detectó dos enormes destellos ultravioletas en el astro rey. Eran ni más ni menos que eyecciones de masa coronal de nivel X1,9 y X1,4 respectivamente provenientes de la mancha solar masiva 1302 de 100.000 kilómetros de largo, a las que el 26 de septiembre siguió una tercera de similar magnitud que produjo una severa tormenta geomagnética en la Tierra dando lugar a espectaculares auroras como la que podéis ver en la imagen que acompaña al post (se tomó desde la isla Kvaløya situada al norte de Noruega).
¿Generará la mancha 1302 llamaradas solares lo suficientemente potentes como para afectar negativamente a la Tierra y sus habitantes humanos?
Esa es la pregunta que siempre surge ante este tipo de fenómeno. De momento la única consecuencia de las eyecciones comentadas ha sido la proliferación de auroras y, aunque hoy la mancha se alineará justo en frente de la Tierra, debería producir una eyección de magnitud X40 para causar daño a satélites y sistemas electrónicos. Es decir, que posibilidades hay ya que 1302 tiene el suficiente tamaño como para producir una llamara solar de gran magnitud, pero realmente son muy pocas.
Ahora solamente queda esperar. Si este jueves no tienen lugar ninguna erupción de magnitud X40 o más, el peligro pasará completamente ya que la mancha solar 1302 seguirá rotando y dejará de apuntar directamente a la Tierra con lo que las futuras eyecciones tendrán menor impacto sobre el planeta.
Imagen: APOD