III. El cuerpo

Está claro que la primera película Ghost in the Shell reúne elementos de genialidad artística, que es un antes y después para el Anime y su concepción en Occidente, que es motivo de admiración e inspiración de los Wachowski, Cameron, Spielberg, y hasta del mítico crítico de cine Roger Ebert. Ciertamente, Ghost in the Shell debe ser vista al menos una vez en la vida por todo entusiasta estudioso de la tecnología, la ciencia ficción, la filosofía de la ciencia.

Ahora vayamos a la superficie. Dejemos la filosofía atrás. Nuestra vista y demás sentidos son lo importante ahora. ¿Qué nos provoca Ghost in the Shell? Me parece que aquí está la clave para entender por qué es tan fascinante y popular a pesar de su complejidad, de su profundidad.

Desde mi punto de vista, Ghost in the Shell ofrece una magistral ejecución de situaciones e imágenes. (Insisto, además de los aspectos filosóficos que hablamos en pasados artículos.) Analicemos tan solo la secuencia de los créditos iniciales:

  1. De fondo, un coro espectral, contraste ideal para una serie de imágenes maquinales. Se llama Making of a Cyborg. Los tambores nos recuerdan que la materia está presente. Escalofrío.

  2. Un cyborg --lo sabemos por el tejido muscular-- está en construcción. El ensamblaje parece obedecer a un procedimiento vigilado hasta el último detalle. Perfección.

  3. De forma paralela, los créditos atraviesan la pantalla. Aquí también hay arte. Vemos números, códigos, letras verdes y fondo negro --muy hacker, digamos--. The Matrix está en deuda con esta imaginería. La representación remite, claro, al código fuente, los algoritmos y la pantalla del programador: habla el Hacedor de un Gólem cibernético. Conocimiento.

  4. La cyborg emerge del agua; su identidad es femenina a más no poder. La desnudez es explícita y evoca, aunque de manera ligera, los trabajos originales del manga de Masamune Shirow. El viento que acaricia el cabello de la cyborg de ojos cerrados, emana belleza --de la máquina, de la persona-- y a su vez nacimiento. Erotismo.

  5. La mayor Motoko Kusanagi despierta. Sus grandes y expresivos ojos azules comunican reflexión profunda; introspección, duda, filosofía: humanidad. Tristeza.

  6. La música baja su ritmo. Los tambores son ligeros. La ciudad de fondo dibuja una silueta que está por iniciar el día. Lo que vemos queda reducido a una ciudad como cualquiera: fría e inmensa. Soledad.

Por supuesto, lo que sentimos y pensamos con Ghost in the Shell está en la dirección de Mamoru Oshii, apoyada por la pericia técnica de Production I. G., a cargo de la animación, y la extraña cadencia de un guión articulado por Kazunori Itō. Mi admiración particular para Oshii quien supo dirigir la fabricación de una icónica maquinaria visual, casi atemporal que ya trascendió una generación, o más. Ni qué decir de la ideas de fondo.

Las series y películas derivadas merecen otros espacios de análisis. El caso es que Ghost in the Shell es una obra magna del Anime en particular, y de las artes en general; ante la que me pongo de pie y aplaudo.

Correcciones, opiniones y sugerencias sobre nuevas realidades: @alanlzd. Puedes leer todos los artículos de esta serie con el tag: Ghost in the Shell. O bien, Anime.