Hola, me llamo Juan, soy escritor y tengo 33 años, dos hijos y una hipoteca. Te escribo esto para agitar tu conciencia, seas quien seas, estés donde estés. Puede que, como yo, seas alguien que se gana razonablemente bien la vida. Puede que seas alguien que sufre por ver de dónde sacar la siguiente comida para su familia. Puede que seas un joven que quiere mirar con ilusión hacia un futuro que hoy por hoy se complica. Puede que seas alguien que ve más camino por detrás que por delante.
No me importa. Te hablo a ti.
Permíteme que te cuente algo de mi familia, para que nos conozcamos un poco. Crecí en un hogar de ideología profundamente conservadora y católica. Tenía todas las papeletas para ser un calco de mis padres. Si no ocurrió así fue gracias a un familiar que, cuando yo era adolescente, me explicó que la gente suele ofuscarse, simplificar su vida, optando por colores. Cuando son muy pequeños se hacen del Madrid o del Barça, de carne o de pescado, de perros o de gatos, de tinto o de blanco. Y por desgracia, también del PP o del PSOE.
Cuando uno se hace simpatizante de un partido político se produce una situación muy curiosa. Se empieza a coger tirria a los del bando contrario, se empiezan a jalear las victorias del propio. Y al igual que unos ven aquí falta y otros no, todo lo bueno de los tuyos se multiplica y lo de los otros se minimiza. Se empieza a nublar el juicio. Te repites a ti mismo los mensajes moralizantes de los tuyos una y otra vez. Acudes a los medios de comunicación que refuerzan tus ideas, y llamas sectarios al resto. Y ya has entrado en el bucle sin fin de la oveja votante, eres la mercancía perfecta con la que los partidos políticos trafican durante un par de semanas al año. Podrán ponerse guapos, podrán halagarte los oídos, amigo. No te engañes. Tú eres como un millonario octogenario seducido por una modelo. En cuanto obtengan de ti lo que quieren, ya puedes pudrirte.
Porque eso es lo que está sucediendo a tu alrededor. Este país se va a la mierda.
Puede parecerte mentira, sobre todo si tienes menos de veinte años, pero en este país seguimos pagando muy caro la puñetera guerra civil y la puñetera dictadura franquista. A mi me fusilaron familiares en y de los dos bandos, así que puedo afirmar con rotundidad que ambos lados se portaron como auténticos hijos de puta. Vamos, con el estilo habitual del ser humano: rastrero, egoísta, y vengativo, pero además con el prurito cabrón que otorga el haber nacido en esta piel de toro.
Desde aquella, y aún teniendo en cuenta que hoy en día siguen quedando restos fosilizados en el PP y el PSOE, muchos de nosotros hemos crecido en hogares donde el sentimiento enquistado hacía un bando o el otro era permanente. Es difícil romper esa tendencia, y por eso hoy en día nos encontramos con noticias como que un señor que es un mentiroso reconocido y presuntamente un corrupto, ampliará su mayoría en Valencia. No hay explicación racional ni sensata a eso. Es cierto que Zapatero ha gobernado desastrosamente, hundiendo a España aún más de lo que las circunstancias han marcado. El PSOE tiene que desaparecer del gobierno, pero ¿es acaso el PP la respuesta?
No.
Mariano Rajoy Brey es un señor que se ha limitado durante los últimos años impulsar una única ley, que es la del mínimo esfuerzo. Sabedor del tremendo batacazo electoral que aguarda al PSOE en las urnas, se ha limitado a aguardar, como un buitre, planeando sobre el cadáver de Zapatero. Esperando su turno para refocilarse con la carne del enemigo. Pero lo que el señor Rajoy ignora deliberadamente es que el cadáver que no ha contribuido a salvar es el de España. Cada ley sensata a la que se ha opuesto, cada idea que podría haber paliado el desastre que no ha apoyado, obligando a pactos bastardos y a compromisos políticos, ha puesto un clavo en el ataúd de ZP y diez en el de nuestros ciudadanos.
No, Rajoy no se merece gobernar. El único asiento que merece es uno en el banquillo de los acusados, por encubridor de la corrupción.
Es posible que no te hayas enterado bien de lo que centenares de miles de personas están reclamando en el conocido como movimiento #15m
o Democracia Real Ya. Es posible, porque los medios de comunicación han informado tarde y mal de lo que sienten y quieren –queremos- esos jóvenes. Algunos periodistas, mentirosos y manipuladores como Cesar Vidal, incluso se han atrevido a afirmar que eran terroristas con conexiones con ETA y la kale borroka. Hasta este punto de cinismo, desvergüenza y zafiedad se avienen algunos cuando sus amos tiran de la correa.
Puede que vivas debajo de una piedra, pero si miras por la ventana de tu casa verás que las cosas no están igual que hace diez años. Si miras bien verás nueve millones de pobres. Verás que a las elecciones se presentan 123 políticos imputados por corrupción. Veras que los políticos y los medios de comunicación han convertido el diálogo público en un spot televisivo constante, negándose a aceptar preguntas en las ruedas de prensa. Verás que el PP y el PSOE están secuestrados por los bancos. Verás que donde tú te jubilas después de currar cuarenta años, los políticos lo hacen después de tan sólo once, y eso si tienes suerte, porque puede que no cobres la jubilación que ahora cotizas. Verás cinco millones de parados. Verás a la gente robando comida.
Hemos llegado a un punto en el que lo que se estableció en 1978 tiene que ser revisado urgentemente. Tenemos que reformar urgentemente la ley de partidos yresponsabilizar de la crisis a aquellos que la causaron. Y sólo hay una persona que puede conseguirlo.
Tú.
Muchas veces habrás escuchado la expresión “Voto útil”. ¿Para qué votar a un partido minoritario, si quiere que mi voto cuente? Créeme, cuenta. Todos lo hacen, por eso en Génova y en Ferraz están tan acojonados ante lo que está sucediendo, que es algo histórico. Una manifestación espontánea del sentir popular, prístina y sencilla.
Sólo queremos recuperar lo que es nuestro. La calle, la voz, las instituciones públicas. Queremos que se nos escuche, y que se nos ofrezcan propuestas, no eslóganes. Esfuerzo, no palabrería. Pluralidad, no bipartidismo. Compromiso con la sociedad, no con las multinacionales.
Antes de despedirnos, me gustaría pedirte que reflexiones un momento. Que pienses en cada una de las veces en las que has sentido que las cosas deberían ser de otro modo. Y piensa qué mensaje vas a dar el domingo a quienes te representan. Tienes la oportunidad de decirles a las claras: así no. No de esta manera. ¿Dejarás que te sigan utilizando o les darás donde más les duele?
Hagas lo que hagas, no te quedes en casa. Tú eres la revolución.