En agosto de este año celebramos el vigésimo aniversario del nacimiento de Linux, entendiendo este nacimiento el momento en el que Linus Torvalds escribió en un foro que iba a desarrollar el núcleo de un sistema operativo que fuese libre. En estos veinte años, Linux ha evolucionado mucho y, tras 39 versiones del kernel 2.6, llegaba el momento de decidir si se llegaría a la número 40, se pasaría a la 2.8 (las impares son versiones de desarrollo, por tanto, de la 6 se pasa a la 8) o si, directamente, se saltaba a la 3.0. Linus Torvalds despejó ayer cualquier duda al indicar en la lista de correo de kernel.org que la versión 3.0 RC1 del kernel estaba disponible en un paquete de 93 MB.
Con este movimiento Torvalds zanja cualquier tipo de discusión sobre la numeración de la nueva versión del kernel mediante la publicación de un commit en el repositorio del kernel, es decir, ha publicado una actualización alegando que "le apetecía" y, además "no resultaba nada cómodo contar hasta cuarenta". De hecho, si pensamos en la evolución, la primera versión se anunció el 26 de agosto de 1991, la versión 2 data de 1996, tras 15 años, era lógico el cambio de numeración en la siguiente evolución más que pensar en una versión que supusiese una ruptura con las anteriores debido a un gran número de novedades.
De todas maneras este cambio de numeración en la versión del kernel no viene acompañado de unos brutales saltos tecnológicos, si bien incluye algunos detalles que son bastante interesantes. Se incluye soporte para el Kinect de Microsoft, actualización en los controladores gráficos, soporte optimizado para las plataformas de Intel (Sandy Bridge o Ivy Bridge) y para las unidades de procesamiento acelerado de AMD (AMD APU Fusion).
Como dice Torvalds en su mensaje:
Sean buenos conmigo y, únicamente, envíenme correcciones realmente importantes. Asegurémonos que esta nueva versión no sea solamente un nuevo y brillante número, sino que también un buen kernel.
Es de agradecer que los cambios, más allá de la nomenclatura, se vayan aplicando poco a poco y de una manera más o menos uniforme, básicamente, porque así las distribuciones basadas en Linux pueden ir avanzando al mismo ritmo sin tener que detenerse durante un largo tiempo mientras se realizan grandes cambios en el núcleo.