No hace mucho comentábamos las declaraciones del presidente de la SGAE, cuando comentó que la Cultura salvaría Internet, en fin, una auténtica barbaridad porque creo que es más bien todo lo contrario. Es curioso pero siempre que hemos hablado del mundo de la industria de la música e Internet, asumimos que la red ha revitalizado la venta de música, eso sí, en otros formatos que van más allá del CD y con unos usuarios que han evolucionado al mismo paso de la tecnología y que, por tanto, han ido adoptando nuevos hábitos de consumo. Nadie duda que el modelo de venta de iTunes funcionó bien y, además, ha supuesto una importante fuente de ingresos para las compañías discrográficas, sin embargo, la llegada de otros servicios, como el imparable Spotify, están imponiendo nuevos paradigmas al negocio de la música y su relación con la red; dicho de otra forma, llega la nube.

Hasta ahora, el rey del negocio de la venta de música en la red era el iTunes de Apple (un amplio catálogo de discos, incluyendo a los Beatles, posibilidad de escuchar un previo de las canciones antes de comprar, etc), todo ello fruto del acuerdo de Apple con las grandes compañías que les reportaba unos ingresos bastante importantes a los agentes implicados. Sin embargo, la irrupción de Spotify hace un par de años comenzó a cambiar el modelo de negocio. Un servicio multiplataforma y que permite que el usuario acceda a su perfil y, por tanto, al servicio desde cualquier ubicación y dispositivo.

He ahí uno de los detalles más interesantes de Spotify, puesto que podemos acceder a nuestras canciones o listas desde cualquier lugar (en el que el servicio opere) y desde cualquier dispositivo (el PC de casa, el ordenador del trabajo, etc). Independientemente que el último movimiento de Spotify no haya sido muy elegante, limitando el servicio gratuito, el precio del servicio premium no es nada desorbitado, pero si no es caro, simplemente, los beneficios se reducen y, lógicamente, a los intermediarios, es decir, a las discográficas, esto no les hace demasiada gracia.

Curiosamente, mucho me temo que a las discográficas no les va a quedar otro remedio que acostumbrarse porque la tendencia hacia la nube está bastante clara. Ya no es solo Spotify, sino que también otras grandes se van a lanzar a este modelo. Amazon lanzó no hace mucho Cloud Drive, un servicio en el que se almacena en la nube la música, en formato mp3, que compremos a través de Amazon y que, además, está disponible para acceder desde web, desde Android y, desde este pasado fin de semana, desde iOS. De hecho, este modelo de almacén digital de contenidos, que es lo que ofrece Amazon, se espera que también sea ofrecido por Apple próximamente, con lo cual, iTunes también migrará su servicio a la nube.

¿Y qué tiene de malo la nube? Para las discográficas, que están acostumbradas al "uso y disfrute local", esto de que los usuarios puedan escuchar sus canciones desde cualquier lugar, la verdad, es que las pone algo nerviosas. De hecho, se apunta a uno de los motivos por los que Google Music no ha terminado de arrancar y le ha hecho ponerse en contacto con Spotify para buscarse un aliado.

Precisamente, creo que la irrupción de la nube ha marcado un punto de inflexión en el negocio de la música y, precisamente, va a revitalizar el mercado. Spotify, en su versión free, demostró que la gente estaba dispuesta a escuchar música a cambio de oír publicidad o, en la opción premium, por un precio muy interesante. Amazon ha declarado que, desde que lanzaron su servicio, las ventas de música en formato MP3 han aumentado y, al final, aumentarán los beneficios de las compañías de discos. Luego, si ellas al final van a ganar dinero, ¿por qué tantas trabas?

Supongo que por lo de siempre, les cuesta adaptarse a los cambios pero, si fueron capaces de adaptarse a iTunes y, además, Apple parece que se acerca a la nube también, ¿no deberían dejar entrar más operadores a este negocio? Yo diría que sí y, por lo que parece que se está moviendo, al final tendrán que decir que sí y ser partícipes del cambio.

Imagen: Observer

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