Antes de arrancar, una aclaratoria: los lectores habituales sabrán que soy mexicano. Sin embargo, aprovecho la oportunidad para escribirles desde la perspectiva de alguien que ha seguido el tema en la distancia. Lo que España tendrá este lunes es la oportunidad histórica de marcar un precedente, para bien o para mal. En diciembre, los diputados hicieron sus deberes al rechazar la "Ley Sinde" (o disposición final segunda). Sin embargo, hoy la mentada legislación volverá al Senado.

Hablemos de los últimos días -- aunque, para un mejor trasfondo, la crónica de Elías Notario es sublime--. La propuesta de modificación de la disposición final segunda confeccionada por David Maeztu, y remitida a los políticos por Álex de la Iglesia, ha causado una tremenda reacción en Internet. El debate se mueve en varios sentidos. Por un lado, están quienes consideran que se trata de un parche inútil, pues en su totalidad la ley Sinde debe ser rechazada. Del otro, encontramos a un grupo que siente que se puede llegar a un acuerdo, pero que ha faltado debate entre todos los actores. Por desgracia, este ejercicio sólo puede llevarse correctamente si la ley se frena. Con presión, imposible.

El escenario ideal sería que hoy, último día para presentar enmiendas a Ley de Economía Sostenible y la "Ley Sinde" que alberga en su interior, el Senado rechazara la ley, pero no está nada claro lo que sucederá ya que aunque hasta ayer por la tarde Partido Popular y PSOE no habían consiguieron cerrar acuerdo sobre la materia que nos ocupa, el proceso negociador entre ambos partidos continúa para alcanzar un acuerdo de mínimos antes de hoy a las doce de la noche hora española (en caso de no llegar a consenso también se baraja la opción de que el Gobierno presente enmienda en solitario --quizá basada en la propuesta de Maeztu-- para negociarla con el resto de grupos y ver si hay suerte y alguno les apoya--).

Desde la distancia, quedan muchas lecciones por aprender. Debo aplaudir la actitud de los españoles que se han opuesta, con uñas y dientes, a una ley injusta. En mi país es difícil encontrar tanto el interés público como la acción colectiva que han demostrado. Ha sido la cúpula política la que ha quedado a deber. Coincido: parchar la "Ley Sinde" es como ponerle ketchup a un platillo que está podrido para que no sepa mal, aunque eso no quite el daño que nos hará. Sin embargo, es el ejercicio de la ciberdemocracia el que debía imponerse, y en ese aspecto, han dado una lección de que se puede oponer resistencia.

Como dije al inicio, España está llamada a marcar un precedente legal. Si la disposición final segunda pasa o no, los gobiernos latinoamericanos tendrán una jurisprudencia, un marco de referencia en el cual basarse. Por eso, como mexicano, recalco que resulta crucial seguir un tema que, bajo esta perspectiva, se convierte en una preocupación global. Lo que sí sé, es que los internautas españoles se han portado a la altura de las circunstancias. A los que han soportado el embate, los felicito. El precedente de cómo se debe ejercer la política desde la red --una discusión crítica, dialéctica y conciliadora-- ya lo han puesto. Tocará, cuando la injusticia llegue a las puertas de nuestro recintos legislativos, que nosotros emulemos su esfuerzo.

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