El lunes fue un día bastante negro para España, ya que PP, PSOE y CiU llegaron a un acuerdo para que la Ley Sinde fuese aprobada en el Senado. La llamada industria de los contenidos está que no cabe en sí, porque, al final, se han salido con la suya y han salvado un modelo de negocio arcaico y anclado en el pasado. Con esta Ley, las entidades de gestoras de derechos de autor, las discográficas o los artistas, consideran que han salvado su industria, pero, ¿es ésto tan simple? ¿se salva la industria de la música y problema resuelto?, pues tristemente no es así, la Ley Sinde viene a desestabilizar uno de los mercados emergentes del sector tecnológico de este país: las empresas proveedoras de hosting.
Pues sí, parece ser que el Ministerio de Cultura debe hablar poco con el Ministerio de Industria de este país porque, con este invento de Ley, van a perjudicar a un mercado que empezaba a estar bien posicionado en España y que empezaba a competir, de manera seria, con los grandes proveedores extranjeros.
Antes de entrar en materia, vamos a intentar ubicar un poco el contexto. Por un lado, según la Ley Sinde, nos encontramos ante la posibilidad de que una web sea cerrada por la inquisición por el mero hecho de contener enlaces para la descarga a películas, música, etc. Pero claro, para que una web pueda ser clausurada, ésta debería residir en España y, claro, hecha la ley, hecha la trampa; porque en España se considera que la localización de una web es aquélla en la que reside el servidor que la aloja.
¿En serio ésto es así?, pues siento decir que sí, hasta ahora esos eran los criterios de territorialidad que se estaban usando para todas las empresas que operan Internet. Es decir, que si una web que se dedique a mantener enlaces de descargas, antes de que la clausuren, decide migrar su servicio, podría salvarse del cierre, simplemente, sacando su web de territorio español:
Mediante un servidor en propiedad en modo housing en algún centro de datos del extranjero, ya que si el servidor es en propiedad se asume que la ubicación de éste es, precisamente, su localización geográfica. Mediante un servicio de hosting en alguna empresa extranjera cuya sede social esté ubicada fuera de España, ya que, aunque el servidor se encuentre fuera del territorio si la empresa tiene domicilio social en España, sí que sería susceptible de ser cerrada puesto que se asumiría la localización, al ser alquiler (hosting), la del domicilio social de la empresa prestadora de servicios.
Además, rizando aún más el rizo, si nos fijamos en los "famosos" ingresos por publicidad que se achacan a las páginas de descargas y que, precisamente, pretenden también cortar; los esfuerzos de la Ley Sinde tampoco van a servir de mucho. Resulta que en ciertos paraísos fiscales se crean empresas sin actividad, simplemente con un domicilio social y una cuenta bancaria; empresas que podemos comprar y dotar de actividad, por ejemplo, el marketing online y la publicidad. Además, ya que tenemos una empresa, lo lógico es que tenga una web y, por tanto, contrate un servicio de hosting o de housing y voilà, ya tenemos nuestra web fuera del cerco de la Ley Sinde.
Y si esta Ley no sirve para nada, al igual que está pasando en Francia con Hadopi, ¿qué va a conseguir el Ministerio de Cultura?, pues la respuesta es bastante simple: matar el negocio del hosting en España.
¿Seguro? ¿no estaremos exagerando?, pues yo creo que no y, de hecho, la propia Asociación Nacional de Empresas de Internet lo ha comunicado en una rueda de prensa en la que revelaron una cifra muy significativa: el sector del hosting mueve unos 600 millones de euros al año, una cantidad nada despreciable que pasa a estar en grave peligro, sobre todo si analizamos cómo funciona el mercado del hosting en España.
Para empezar, el 90% de las empresas proveedoras de hosting que prestan servicios en España tienen sus centros de datos ubicados en el extranjero, además, la mayoría de archivos disponibles para descarga residen en servicios como Megaupload (que es una empresa ubicada en Hong Kong), por tanto, tan sólo el 10% de las empresas que prestan servicios de esta índole en España realizan la producción en territorio nacional.
Y claro está, si a este 10% de empresas innovadoras, que contribuyen al impulso del sector tecnológico español, las amenazamos con la posibilidad de que, por el mero hecho de prestar servicios de hosting, puedan aplicárseles sanciones económicas si resultase que prestaron servicios de alojamiento a una web de enlaces de descarga, además se enfrentan a una huída masiva de sus clientes hacia otros países (Rusia, Panamá, etc) en los que la Ley Sinde no tenga efecto alguno.
Personalmente, creo que esto es un gran varapalo para el sector TIC español, es como si en 1981, cuando nació el Compact Disc, Alemania le hubiese impedido a Herbert Von Karajan grabar en CD la Sinfonía Alpina de Richard Strauss para así preservar la industria del disco de vinilo y la de los fabricantes de agujas para tocadiscos.
Para finalizar, tomemos como ejemplo aquel domingo 19 de diciembre de 2010 en el que muchas de las páginas de descargas decidieron cerrar en protesta por la Ley Sinde. Si tenemos en cuenta que los contenidos reales están alojados en servicios de terceros (Megaupload, Rapidshare, etc), el tráfico real que cursan las páginas que recopilan enlaces es, simplemente, un tráfico de navegación web. Pues bien, aquella tarde de domingo, el tráfico de Internet en España bajó un 5,4% con respecto al domingo de la semana anterior.
¿Cierran 25 páginas web y baja el tráfico de Intenet en España más de un 5%?, creo que es un dato bastante significativo, sobre todo si tenemos en cuenta que muchos servicios de hosting facturan el exceso de tráfico, por lo que además de disminuir sus ingresos fijos, esta Ley les haría bajar los ingresos de carácter variable. Un auténtico desastre financiero.
En definitiva, la Ley Sinde y su cruzada contra las descargas han decidido que es mucho más importante salvar un modelo de negocio obsoleto y perjudicar a un sector emergente como el de los servicios de alojamiento.
Para salvar a una industria, perjudiquemos otra, aunque mucho me temo que con esta Ley, al final, la industria impulsora tampoco se va a salvar, a menos que se reinvente.
Vía: Cincodias.com | Imágenes: El País y Symtegrity