Game Center, la extraña red social de juegos para iPhone, iPod Touch e iPad de Apple que permite conectar con amigos exclusivamente con estos terminales y que ahora también sirve para conectar a dos usuarios en juegos multijugador. Esto es lo que hace y la verdad, es otro ejemplo de como a Apple no se le da bien las redes sociales porque no es que se le de mucha importancia, ahí esta, por si alguien de verdad quiere comparar su puntuación de Angry Birds con sus contactos.
Pero los hay que quieren competir con este modelo, pero de una mejor forma según veo. EA ha lanzado Club Pogo para iPhone, lo que podríamos decir es una competencia a Game Center ya que en realidad es en si una red social de juegos para iPhone.
Esta aplicación integra cinco diferentes juegos a los que accedes desde la misma aplicación, necesitas crear una cuenta y tus puntuaciones se van guardando para compararte con el resto de contactos. Eso si, esto sería genial y un modelo realmente interesante para los que más que tener un teléfono tienen una videoconsola, si no fuese porque Club Pogo cuesta $40 al año (sin publicidad). La aplicación es gratuita, pero con publicidad, si quieres quitar los banners tendrás que pagar $2,99 que cuesta la aplicación. Está claro que EA es una experta en sacar dinero.
Si este es el futuro de los videojuegos para pasar el rato en iPhone, yo me bajo de aquí. Por lo menos de EA, no entiendo muy bien como puede ser que cueste tanto dinero una suscripción para jugar a juegos casuales, algo por lo que la gente paga, el mejor ejemplo son los miles de juegos por menos de dos dólares o euros que hay en la App Store y del que muchos son como para llorar y reclamar porque te han timado 2 euros. Pero el ego, el hecho de estar por encima de otra persona parece que tira mucho y Club Pogo parece que tiene muchísimos usuarios registrados.
Pogo está también en Facebook, por lo que no es solo que exista para usuarios de una web o usuarios de iPhone, tienes varios lugares en los que jugar y a los que retar a tus amigos, quizá no sea tan mala idea al fin y al cabo.
Vía: Financial Times
