Symbian es un sistema operativo diseñado para teléfonos móviles que ha dado una época dorada a Nokia. El problema es que este período terminó y los teléfonos que visten Symbian se están quedando en el olvido y viéndose superados en ventas por iOS o Android. Como sistema operativo no tengo más que decir que fue el mejor, que abrió muchas puertas y que... se quedó en ellas. No desarrolló todo lo que debería y no se expandió demasiado a otros terminales fuera de los de la marca finlandesa (por lo menos no con excesivo éxito).
Nokia y Symbian siempre han ido de la mano. Últimamente parecía que tocaba jubilar al sistema pero hoy la Fundación Symbian nos ha sorprendido con un giro que, además de inesperado, falla en todos los principios bajo los que se creó dicha fundación. Ha pasado a ser una empresa, y Nokia, su cabeza.
Originalmente la Fundación Symbian era la principal encargada de promocionar y potenciar el uso del famoso sistema operativo para su uso en teléfonos móviles gratuitamente, libremente y abiertamente. Pues bien, de la noche a la mañana, todo esto ha cambiado y han creado una licencia para que todo aquel que desee utilizar el Symbian tenga que pagar, tanto por el uso del sistema operativo como de la marca.
Yo lo he tenido que leer un par de veces para intentar entender el porqué de este cambio y no lo he conseguido (y creo que mis compañeros de Gizmóvil tampoco. La mayoría de los movimientos en el mundo informático son al revés: un software bajo licencia que, pasado el tiempo, se abre para estar disponible a todos y mejorar con contribuciones desinteresadas. Es cierto que no sería el primero que hace al revés, pero el éxito no ha sido mucho y la reputación... nos lo podemos imaginar.
Hay varias cosas claras y que, desde luego, no se le pueden escapar a casi nadie: Nokia ha invertido muchísimo dinero en Symbian, como motor de sus terminales y como diferenciador de marca cuando todos utilizaban un menú estático, como mucho aplicaciones en Java o un Windows Mobile que no funcionaba. Ahora no está dispuesto a que todo desaparezca, ni los desarrollos, ni los teléfonos, ni la imagen (y eso que ahora están un poco de capa caída), ni los puestos de trabajo detrás de Symbian ni, por supuesto, su caja.
El movimiento de Nokia, aunque impopular, no me parece mal de todo ya que una empresa tiene que hacer dinero y ésta es una buena oportunidad. De todas formas también opino que si quieren mejorar, remontar el mercado y ganarse la simpatía del cliente (que a fin de cuentas es quién les da el dinero), deberían mirar hacia otros horizontes como, por ejemplo, MeeGo.
Y lo que más pena me da de todo esto, es que después de gastarse la friolera de 22 millones de euros públicos para mantener la fundación para cuidar, desarrollar y mejorar Symbian (incluso como sistema operativo), dinero de todos, no podamos ser todos los que disfrutemos finalmente del resultado. A mi, personalmente, me suena a lo que ha pasado con la crisis: inyección de dinero a los grandes para que lo disfruten... los grandes.