Estamos en la recta final de este especial sobre ciencia, tecnología y feminismo. Ayer contábamos sobre la teoría perspectivista, y cómo ayudó a abrir un sendero hacia el estudio de las relaciones de dominación en la práctica científica. Antes de continuar por ese camino, daremos un vistazo a los diferentes temas socioculturales que han sido abordados por el feminismo en los estudios sobre ciencia y tecnología (S&TS).

Uno de los tópicos más comunes dentro de los estudios de géneros en S&TS es el papel que jugaron las mujeres fuera de los límites tradicionales de la producción científica. Por ejemplo, Deborah Harkness (1997) estudió "la casa de experimentos" del matemático y alquimista John Dee -- y el trabajo de su esposa Jane. La investigación no sólo muestra la importancia de Jane en mantener la residencia, sino también la lucha por su posición social dentro de una sociedad isabelina. Esta revalorización de la figura femenina cerca (y a veces, dentro) del laboratorio es causa de numerosos análisis biográficos.

Los estudios de género también se han extendido hacia lo masculino. Mario Biagioli se pregunta por qué la Accademia dei Licei -- una importante organización de filósofos naturales en la Italia del siglo XVII -- fue establecida con un orden exclusivamente masculino, con varias reglas en contra de la interacción con mujeres, y alentando el amor fraternal. La justificación pudo ser platónica, basada en un intento de orientar la filosofía natural hacia la noción de un mundo ideal. Sin embargo, la razón es más mundana: Biagioli argumenta que este orden está fundamentado en la visión misógina de Federico Cesi -- fundador y director de la Accademia -- quien argumentaba que las mujeres eran una distracción en la búsqueda del mundo natural.

Otro ámbito importante de estudio han sido las ciencias y tecnologías reproductivas. Por ejemplo, Adele Clarke (1998) exploró cómo en pleno siglo XX, muchas de estas disciplinas obtuvieron cierta ilegitimidad social debido a que se enfocaban en la sexualidad y la reproducción, así como su asociación con movimientos disidentes. El bajo estatus de estas ciencias las mantuvo muy alineadas a la biología de las diferencias sexuales. Esta situación cambió tras la Segunda Guerra Mundial, cuando los actores sociopolíticos empezaron a impulsar temas como el control natal. En el caso de la tecnología, la antropóloga Charis Cussins (1996) elaboró una etnografía sobre cómo los pacientes, óvulos, espermas y equipos médicos son adecuados para generar un embarazo exitoso.

Las tecnologías sexuales también han sido objeto de numerosos estudios. Rachel Maines (2001) mostró cómo el vibrador electromecánico fue ampliamente promocionado y vendido entre 1900 y 1930, a pesar de que en ese periodo la masturbación era socialmente prohibida -- e incluso, considerada como una causa de histeria. Maines argumenta que el vibrador se hizo aceptable a la venta por su asociación con los instrumentos profesionales; por el alto valor asociado a los aparatos eléctricos; y porque la electricidad era considerada un mecanismo de sanación.

De esta forma, podemos observar cómo los estudios de género nos ayudan a comprender el pasado en la producción científica y tecnológica, dotándonos de una nueva perspectiva. Desde la organización social en la creación del conocimiento hasta los aparatos relacionados con las prácticas sociales, el feminismo aporta visiones esclarecedoras sobre diferentes fenómenos socioculturales. Así que sigamos con nuestra ruta hacia la última parada, cuando veamos cuál ha sido su herencia más reciente: los estudios poscolonialistas.

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