Corría el año 1.997, las nominaciones a los Oscars acababan de salir, y una de las canciones nominadas era "That Thing You Do!" de la película del mismo nombre, dirigida por Tom Hanks. Estaba navegando por las redes de internet gracias a dejar sin línea a mi casa y a través de Infovía (infobirria para los amigos), y quise buscar la canción en formato MIDI, para sacar la partitura de la misma. Busqué en Yahoo! (¿Google dicen?... no existía aún, se creó al siguiente año) poniendo el nombre y me salió una enlace que decía: "That Thing You Do! - MP3 Complete Song". ¿MP qué? Ni idea. Detrás del nombre había un 128kbps. Menos idea aún. Pinché y se bajó un fichero de 4Mb. que tardó la misma vida con la conexión a 33.600 baudios. Cuando terminó lo ejecuté pero no era reconocido por Windows. Busqué de nuevo en Yahoo!, sólo MP3, y el tercer enlace era un Player. Descargué y reproduje y me quedé alucinado. ¡Qué bien se oye! -pensé-, pero vamos, será un trozo de la canción nada más, ocupando sólo esto... Pues no... Era completa. En ese momento supe que aquello cambiaría la forma de consumir música para siempre.

Más de 10 años después de aquello, y después de ver la keynote de ayer, y todo lo que se ha presentado, me doy cuenta que el mercado al que estamos llegando (y en el que ya estamos) ha convertido el consumo de la cultura de entretenimiento, llegando a un punto de no retorno, donde la gente se acostumbra más a consumirlo como soporte lógico (datos que se mueven entre diferentes dispositivos) que en soporte físico. Parece obvio pensar que es más interesante pagar 1€ por una canción que nos guste, que no 15€ por un álbum completo con canciones que tal vez no nos gusten todas. En el caso del cine o las series de TV, algo tan cotidiano para muchos como descargar, ver y borrar, ha sido visto como una oportunidad de negocio por la industria de la venta de contenidos, quien ha inventado la posibilidad del alquiler online como el que nos proporciona el nuevo Apple TV. De igual forma, también se ha visto un buen nicho para gente que sí quiere comprar series o películas, pero grabarlas en sus propios medios o almacenadas en simulacros de centros de datos, al estilo hogar, con teras y teras de información. Si hablamos de los libros, también estamos en una tesitura similar. Un iPad no es lo mismo que leer, pero un Kindle se acerca mucho y todo adicto a la lectura que prueba un lector con pantalla de tinta electrónica, ya no lo abandona nunca jamás y convierte a este en su hijo más preciado. Inmediatamente, cambian las prioridades y la gente comienza a consumir en formatos lógicos. Es bueno, muy bueno, pero tenemos que ser realistas. El contenido online aún sigue estando por detrás del físico.

Yo me puedo comprar un album en la iTunes Store para disfrutarlo, pero lo estoy bajando comprimido, en calidad iTunes Plus (256kbps en AAC estéreo). Ya es mío para siempre. Si lo pierdo, borro o lo que sea, siempre podré volver a bajarlo, lo cual es genial, pero... poner un CD y oír su sonido sin compresión, con la onda digital de 16 bits y 44100Hz dando todo lo que puede dar de sí, no tiene precio para un buen amante de la música. Tal vez para la música de consumo, esa donde no prima la calidad de audición de la misma, nos de igual tenerla comprimida, con una onda de sonido mutilada, pero en otros casos no es así. Si encima nos vamos a oír la calidad musical máxima en DVD Audio o Bluray con pistas en 24 bits y frecuencias de hasta 192000Hz, entonces estaremos en el éxtasis de la calidad auditiva. No todo el mundo lo valora, no todo el mundo lo considera importante, pero la diferencia está ahí. En el caso de Apple, nada sería más fácil que poder tener la opción, a lo mejor por un poco más, de poder comprar el álbum en calidad ALAC, es decir, Apple Lossless, que es un codec propiedad de Apple, desde el 2004, soportado por casi todas las versiones de iPod, donde la compresión de la música es sólo a nivel de datos, no de alteración de la onda. La música ocupa mucho más espacio, pero el sonido es EXACTO al de un CD. Yo mismo, todos los CDs originales que convierto para llevar en mi iPhone, son en este formato, convertido por el propio iTunes. Aún así, la experiencia de tener ese CD en tus manos no tiene precio. Algunos dirán que el CD es una mutilación de la onda de sonido analógica de un vinilo, pero eso ya son palabras mayores...

En el caso del cine, el propio Steve Jobs tiene sus reticencias a dar por válidos formatos físicos, ya que gran parte de su negocio se basa en los lógicos, pero no puede pretender engañar a nadie. Para muchos ver una película en la pantalla de un iPhone puede que sea suficiente. Para otros el iPad es una buena opción, con o sin auriculares. El ordenador también es una buena manera de consumo usada por mucha gente. Pero un DVD con sonido 5.1 es otro mundo. Sí es cierto que la calidad del vídeo online hoy día ha superado en muchos sentidos la del DVD, pero si ya hablamos de Bluray, con sonido e imagen en alta definición, estamos presentando un competidor imbatible para un consumo o compra online, con unos bitrates medios en las películas de Bluray de más de 20Mbps, que dejan por los suelos cualquier cosa que puedan hacer a día de hoy el resto de formatos lógicos. El mismo alquiler de películas o series para Apple TV ni siquiera es 1080p, sino 720p.

¿Libros dicen? Estamos en la misma. El libro electrónico es fantástico, y los libros físicos han llegado a un punto donde son más un lujo que cultura. Cultura de lujo diría yo. Como inciso, comentar que ese modelo no debería potenciarse porque se está impidiendo a la gente acceder a la cultura, y eso lleva implícito que cuando la gente quiere cultura pero no puede acceder a ella, la consigue de maneras poco lícitas. Pero, tener un libro en la mano y disfrutarlo sigue siendo un lujo magnífico que siempre será mejor que cualquier otra cosa en soporte lógico. Los acabados, la portada, incluso el olor del papel para los más románticos... son cosas que no tienen precio, pero nuestras casas son cada vez más pequeñas y tenemos que decidir entre si vivimos nosotros en ellas, o nuestra colección de soportes físicos.

¿Qué quiere decir todo esto? Lo que quiere decir es que el futuro está aquí. Que Apple, entre otras, potencian que el consumo cambie sus medios y que se hereden medios lógicos de consumo a precios más razonables, pero que por mucho que se intente, el formato físico nunca podrá desaparecer pues siempre ofrecerá una experiencia superior al otro. La del otro es muy buena, pero la del físico, por ahora, es insuperable. No sabemos por donde irán los derroteros, pero al final la cultura de consumo debe tener un punto intermedio en donde determinados contenidos se consuman de manera lógica y los más apreciados o valorados, lo hagan físicamente. Yo en mi caso, bajo mucha música, disfruto mucho de ella, y cuando veo un disco que merece la pena, lo compro. Igualmente veo mucho cine, y cuando alguna película es especial, me gusta tenerla original... El futuro es más selectivo... Industria cultural, vayan preparándose...

15 respuestas a “Físico y lógico, el futuro de la cultura”