La fotografía digital lleva ya muchos años circulando desde que Kodak la inventara en el año 1975, si bien aquella primera cámara del tamaño de una tostadora que contaba con una resolución de 0.01 píxeles y tardaba 23 segundos en capturar y guardar la imagen en cinta de cassette, no tiene nada que ver con las máquinas compactas o DSLR con las que contamos en la actualidad, si tienen un denominador común, la desaparición de la película fotosensible.
Con la explosión de la fotografía digital en los ultimos 20 años unos han ido adaptándose desde la fotografía analógica, otros han preferido no hacerlo y otros han empezado su afición directamente en este formato, pero seguro que todos ellos conocen lo que es un negativo y la importancia que tiene este elemento para el archivo de un fotógrafo. De él se sacan copias una y otra vez sin pérdida de calidad, se puede demostrar autorías, sirve de archivo permanente... pero además de sus ventajas, tiene una serie de contras: alto costo, largo tiempo entre la toma y la evaluación de la copia, imposibilidad de hacer 'prueba y error'.. etc.
Sin embargo, en fotografía digital existe un equivalente a este negativo, el RAW, un formato que contiene la información en 'bruto' del sensor de la cámara sin procesar y sin alterar. Aunque a primera vista, parece una solución perfecta para suplir la carencia de este negativo de la fotografía analógica, el problema comenzó cuando cada fabricante usaba un formato distinto de RAW, con una serie de algoritmos de escritura y lectura distintos que eran incompatibles entre sí y que impedía al usuario un intercambio de archivos fluido, ya que los destinatarios de estos RAW tenían que tener el software que les permitiera leerlos. Además la posibilidad de lectura y de conversión de estos archivos estaba supeditada a la voluntad del fabricante dado que eran formatos cerrados y propietarios.
Con este panorama en 2005 y superando el centenar de formatos RAW distintos Adobe desarrolló el formato Digital Negative o DNG (del que nos habló nuestro compañero Eduardo allá por 2004), un formato abierto de RAW que se ofrecía sin restricciones para que tanto los usuarios como fabricantes adoptaran su uso, creando de esa forma un formato único que permitiera asegurar la lectura futura de todos los RAW acumulados en los archivos fotográficos, el libre intercambio de ficheros y el soporte continuo del formato.
A día de hoy este formato tiene sus partidarios y sus detractores, pero sin duda es una herramienta muy útil para asegurar la vida de tu archivo digital. Yo, sin dudarlo, hace tiempo que pasé todo mi archivo a un formato abierto y abandoné las cadenas del RAW propietario.
Si quieres convertir tus archivos y aunque prácticamente todo el sofware de uso general para fotógrafos permite su conversión, Adobe cuenta con una herramienta gratuita para este fin disponible tanto para Mac como para Windows.
Foto: Sparkieblues