Se podría decir que en España hay dos capas sociales respecto a la banda ancha, unos creen que disponemos de una gran infraestructura y de precios competitivos al nivel del resto de Europa. Otros piensan que no es así y tenemos unas conexiones a Internet de baja calidad y caras comparadas con el resto del continente. No hay que ponerse a pensar mucho quienes son los que dicen una cosa y los que dicen otra. Los primeros son las propias operadoras y el gobierno entre otros, mientras que los del segundo grupo somos los usuarios y organizaciones de consumidores.

No hay más que darse una vuelta por las páginas web del resto de Europa la diferencia de precios y de conexiones, pero seguramente donde más diferencia haya es en la calidad. El término “hasta” ha hecho mucho daño, este se popularizo mucho con el aumento de velocidad de las conexiones en este país con el famoso hasta 20 megas. El ADSL tiene un gran problema y es que cuanto más lejos estés de la central, peor será la calidad de la señal que te llegue y por lo tanto mayores serán los problemas que puedas tener en la conexión, ya sea por incidencias en la línea o por disponer de una menor velocidad.

Si contratas una conexión de hasta 20 megas y tienes la mala suerte de vivir lejos de la central o que te haya tocado un par en malas condiciones y sincronizas a menos velocidad son pocas las cosas que puedes hacer. Si llamas al soporte técnico de tu operadora podrás abrir una avería, pero lo más probable es que te digan que eso es lo que hay y que tu línea no da para más. Con suerte te dejarán bajar a una modalidad inferior más acorde con el sincronismo de tu conexión para pagar menos, pero si no tienes esa suerte tendrás que pagar lo mismo que el que ha contratado una conexión de hasta 20 megas y sincroniza a esa velocidad. El usuario tenía las de “perder”, se tenía que conformar con lo que había y la única salida que tenía era probar suerte en otra compañía donde -si esta era de ADSL- seguramente podía tener unas condiciones similares o peores.

Ahora llevamos unas semanas con que los proveedores de acceso a Internet, principalmente Telefónica (o Movistar, como lo quieran llamar) quieren hacer ver a la opinión pública que las tarifas planas se tienen que acabar porque la infraestructura no da más de sí, porque los usuarios tenemos la mala costumbre de hacer uso de lo que contratamos y saturamos las redes. En este sentido no puedo estar más de acuerdo con Antonio Delgado que ha plasmado perfectamente lo que los directivos de Telefónica quieren hacer.

No es verdad que los usuarios estemos saturando la infraestructura que hay en España, al contrario, la gran parte de los usuarios infrautiliza sus conexiones a Internet. Nos quieren vender que las conexiones de banda ancha ilimitadas que hemos tenido hasta ahora tienen que pasar a mejor vida, cuando estas no son ilimitadas ya que el límite de transferencia que pueda generar está limitado por la velocidad que hayas contratado, o mejor dicho, por la velocidad a la que sincronice tu conexión.

Y de esto los que menos tenemos la culpa son los usuarios, sino las operadoras o más concretamente los directivos de estas cuyo objetivo inmediato era contentar a sus inversores y arrojar beneficios olvidándose de mejorar las infraestructuras de forma escalonada durante estos últimos años. En definitiva, tenemos que concienciarnos que aquí, en España, en la mayoría de las ocasiones los que saldremos perdiendo seremos los usuarios y para colmo, cuando el gobierno se pone algo serio y propone un ADSL universal, no lo hace en condiciones.

Por algún trabajo que he tenido hace tiempo he conocido algunos quehaceres de las operadoras en lo que se refiere a las incidencias de los usuarios. Cuando alguien me pregunta que opción es mejor para adquirir Internet podría responder de forma fácil y decir que Telefónica u ONO, pero la realidad es que en muchas ocasiones es cuestión de _suerte_: de la calidad del par que tengas, de no tener incidencias y de si las tienes que te las resuelvan rápido. Contratar una conexión a Internet no es como contratar un servicio básico (como el agua o la electricidad) que probablemente no te dará problemas y esa es la principal diferencia que tenemos con Europa, la pobre calidad del acceso a Internet.