Y en otro orden de cosas, tenemos más revelaciones escandalosas: según hemos podido saber, el cielo es azul. Bromas aparte, lo que para mí —y supongo que para muchos de vosotros— lleva tiempo siendo una verdad evidente, a la psicóloga Sharon Lamb le parece un descubrimiento alarmante. Según dice esta psicóloga en su estudio, la ficción moderna deja a los niños con dos únicos modelos de comportamiento: el macho seductor y ostentoso o el pasota que se salva por los pelos. En el artículo de Neatogeek a través del que he llegado a ese estudio plantean una cierta defensa al respecto diciendo que en efecto, los superhéroes son malos modelos de comportamiento porque no pretenden serlo. Bueno, sí. Pero creo que hay que elaborar más sobre ello.

Los cómics de superhéroes llevan mucho, pero mucho tiempo sin ser para niños. Tengo una imagen en la cabeza. Yo, sentado en el suelo de mi habitación, con unos nueve años, admirando extasiado el último cómic que había llegado a mis manos: Batman: A Death in the Family. Quien lo haya leído sabrá perfectamente que es un tomo que no dejaría frío al más pintado de los niños de nueve años, y yo lejos de ser el más pintado era bastante impresionable. Ya sólo la portada de la edición española, un primer plano del rostro destrozado por la metralla del segundo Robin, Jason Todd era suficiente para darme escalofríos. Imagínense con el contenido, que se recreaba en la escena en la que Batman encuentra el cadáver del chico maravilla.

No se puede decir que ninguno de los personajes de ese cómic fueran particularmente buenos modelos de conducta: Jason Todd era un tanto insidioso, imprudente, insolente y chulesco. Batman llega tarde, es incapaz de hacer nada, está desconsolado, paralizado por la desgracia. El Joker... bueno, es el Joker. Pero además lo es en uno de sus períodos más psicópatas e impredecibles, más cercano al asesino trastornado de The Killing Joke que al bufón incompetente de la edad de plata. Vamos, en plan Heath Ledger.

Pero una vez más nos encontramos de frente con el planteamiento erróneo de que la ficción para niños debe ser formativa. Por Dios, no. Nada me aburría tanto cuando era un niño como unos dibujos animados que pretendían «enseñarme algo». Puaj. La ficción tiene por objeto excitar la imaginación y atisbar mundos imposibles pero concebibles. ¿Qué clase de modelo de conducta son Brandy & Mr. Whiskers? Pues uno terrible, si me lo preguntan: una pija superficial a la que no le importa nada que no sea la ropa y un vago redomado alérgico a la higiene que no ha trabajado honradamente un sólo día de su vida. Pues caramba, creo que prefiero a Iron Man.

En la época aquella en la que leía a Batman tirado en el suelo de mi habitación, recuerdo que mi otro cómic favorito era Alpha Flight. Sí, reconoceré que era un niño extraño, pero da igual. El caso que propongo es válido tanto con ellos como con los X-Men o con cualquier otro grupo de superhéroes, aunque quizá no de un modo tan acentuado. Alpha Flight era una inmensa familia disfuncional. Puck estaba enamorado de la mujer del jefe; Aurora tenía una doble personalidad en la que cada uno de los aspectos odiaba al otro con más fuerza; Northstar llevaba una doble vida —aún no había salido del armario y ocultaba una misteriosa enfermedad— y despreciaba la idea de hacer el bien porque sí. Snowbird sentía el mismo afecto condescendiente por los humanos que uno puede sentir por un periquito. Shaman mentía y manipulaba sistemáticamente a quienes tuviera cerca, incluida su propia hija. Cuando Heather Hudson se convirtió en Vindicator no perdía ocasión para hacer chistes de mariquitas con el pobre Northstar. En general, las joyas de la corona.

Sin embargo no he salido tan mal. Quizá, después de todo, incluso si los cómics no son para niños, los niños pueden leerlos sin problemas. Porque los niños —a partir de cierta edad— son perfectamente capaces de comprender que los personajes de ficción también cometen errores y también tienen comportamientos indeseables. Vamos a dejar de sobreproteger a los niños y vamos a inculcarles los modelos de conducta en casa. Y que las películas y los cómics los vean para entretenerse.

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