Seguro ya se enteraron que James Cameron le va a dar una segunda oportunidad en la taquilla a su más reciente creación hiper-ultra-multimillonaria con un restreno exclusivo en salas Imax y 3D, con 8 minutos nuevos, para tentarnos a correr al cine y darle más dinero. Yo, debo confesar, todavía no vi Avatar. Durante el hype de su primer estreno estuve a punto de ir, pero algo me frenaba, por una cosa u otra terminó su paso por las salas de Buenos Aires, y me la perdí. No me quedé con mucho apuro de conseguirla para verla en casa, y ahora, no sé si tengo muchas ganas de verla tampoco, por más que muchas personas me la han recomendado hasta el hartazgo.
Y creo que la cosa viene por acá: la gente azul de Cameron es el rotundo ejemplo de que hoy en día, con los avances de la tecnología, se puede representar lo que se nos ocurra a través de CGI, o imágenes generadas por computadora: criaturas voladoras, razas extraterrestres y hasta un maldito planeta entero. Ahora bien, es justamente en este plano donde a veces no soy tan fan de la tecnología reemplazando las formas anteriores de hacer las cosas. Supongo que es un síntoma de haber crecido en los 80, y como nos suele pasar a muchos, tenemos en alta estima aquellas cosas que fueron las que nos maravillaron por primera vez.
Desde la original "Furia de Titanes" con ese stop motion que de niña me daba escalofríos, pasando por clásicos de la fantasía como "Labyrinth" o "The Neverending Story", de la ciencia ficción como "E.T." y las tres primera entregas de Star Wars, "Alien", las comedias/terror como "Gremlins", y hasta la fracasada "Howard The Duck": las películas con muñecos, señores, tenían más corazón que el tan avanzado CGI.
Y ojo, no estoy diciendo que ninguna película donde la generación por computadora sea el centro carezca de corazón. El más claro ejemplo para refutar esto son las maravillas que todos los años nos presenta Pixar, donde no hay un pixel de película que no sea hecho por computadora, pero tanto estética como narrativamente, son geniales obras de arte por donde se las mire. Pero con Pixar entramos de lleno al terreno de la animación, y creo que aquí encontramos la clave: cuando tratan de combinar criaturas digitales con personajes de carne y hueso, yo creo que terminan por robarle algo de su magia al cine.
Tanto en las horrendas precuelas de la saga de Star Wars, donde todo me pareció chato y acartonado, como detalles como un Spiderman evidentemente CG volando entre los edificios, me molestan, Y ni les cuento de lo que pienso sobre los intentos de makeovers digitales de E.T. o de Yoda que salieron hace unos años ¿Será que los actores no logran ser lo suficientemente humanos si tienen que actuar en una habitación de color verde y hablarle a una criatura invisible? ¿Será que el ambiente tecnologizado de los sets de hoy en día no es igual que el que se logra cuando hay criaturas que parecen reales al alcance de la mano? ¿Será que una persona sentada en una computadora haciendo renders no tiene la misma gracia que las cosas construidas artesanalmente? ¿Será que estoy vieja y me estoy poniendo demasiado nostálgica? (Cuidadito con pasarse de listos en los comentarios).
En fin, esto es sólo una reflexión, por supuesto que sé que el CG no sólo no se va a ir, sino que cada vez va a ser más usado, y más avanzado, y tampoco es que propongo desterrarlo. Sólo extraño las épocas de los animatronics y las marionetas, de ver Movie Magic los sábados a la mañana y poder conocer a las personas que los creaban con tanta pasión. Si bien estos muñecos eran lo que se usaba porque no había otra forma de incluir personajes fantásticos en un filme, y hoy las computadoras los terminaron por desplazar, siempre van a tener un gran lugar en mi corazón, y en los de mi generación, por más que hoy se puedan crear unos 100 veces más realistas.
Staying alive
Como Travolta que parecía haberse quedado en los 70 y un director de cine visionario le resucitó la carrera, por suerte los animatronics también tienen sus defensores. El director Guillermo del Toro los usa siempre en sus películas, y tenía planeado hacerlo en “The Hobbit” antes de renunciar, en parte por no querer usar tecnologías 3D como el estudio requería. Otro que se valió de técnicas de combinar animatronics con retoque digital es Spike Jonze en la extraña Where The Wild Things Are que captura bastante bien este espíritu mágico del que hablo.
Ya saliéndonos del tema criaturas-robóticas-con-personas, otros ejemplos de cineastas que mantienen vivas las viejas técnicas son Henry Selick, maestro de la animación stop motion, o Wes Anderson (si no vieron The Fantastic Mr. Fox háganlo ahora!), y por otro lado tenemos gente como Michel Gondry, que utiliza en sus películas y videos técnicas y trucos visuales que los pioneros del cine usaban para crear las ilusiones que maravillaron audiencias por años. También se pueden ver varias técnicas old-shool en los videos de OK Go, que si no fuera por su inventiva y utilización de técnicas como estas, no sé cuan famosos serían por su música, y por último, la publicidad está adoptando también algunas técnicas mixtas entre efectos prácticos y retoque digital, como este comercial de Old Spice nominado a un premio Emmy.
Para cerrar este post les dejo con algo que a mi me hace muy feliz, y es el regreso de los Muppets, el más grande legado de Jim Henson, con su propio canal de YouTube, en el que han estado apareciendo de mitad del año pasado hasta acá unos clips completamente nuevos, que demuestran que por suerte, los muñecos con corazón siguen estando tan vivos como hace 35 años.