Durante el pasado junio 24, en varias ciudades españolas, entre ellas la capital, tuvo lugar una fuerte tormenta de las denominadas “de verano” las cuales se caracterizan por una cosa sobre todas las demás: producen un alto número de rayos. Como es ya costumbre en mí, y debido a que me chiflan los fenómenos naturales, justo en el momento que vi el primer rayo —donde vivo también hubo tormenta— acudí raudo y veloz a Twitter para ver qué comentaba el personal al respecto y entre las cosas que encontré di con la imagen que podéis ver seguidamente.

Nada más que vi la imagen varias reflexiones me pasaron por la cabeza y entre ellas esta: qué bien se aprecia en la foto que el rayo no cae. Y en este punto llega el momento de destapar el objetivo de este artículo, que no es otro que explicar por qué la extendida idea de que los rayos conocidos como de retorno caen del cielo no es del todo correcta —el segundo más común/observado, el primero es el rayo nube a nube—, lo que seguramente muchos ya sepan pero otros no.

Empecemos por lo fácil. Que un rayo es una tremenda descarga electrostática (en ocasiona alcanzan nada más y nada menos que 30 millones de voltios) que se produce durante el transcurso de una tormenta eléctrica lo tenemos todos claro, como probablemente sepa la mayoría también que están formados por tres cosas: corriente eléctrica, sonido -el trueno-, y luz -el relámpago- que es obviamente “la parte” visible de un rayo y sobre lo que se basa la creencia de que los mismos caen. Esta luz que vemos, aunque en la mayoría de las ocasiones parece que parte de la nube hasta el suelo, hace justamente el recorrido contrario, sube del suelo a la nube.

Concretamente, la sucesión de eventos que unidos dan lugar a un rayo de retorno ocurre tal que así. Primero las nubes de agua son alcanzadas por corrientes de aire caliente procedentes de las capas bajas de la atmósfera lo que provoca dentro de la misma una separación de cargas positivas y negativas, las partículas más pequeñas que forman la nube se cargan positivamente y las más grandes negativamente. Como las partículas más pequeñas pesan menos que las otras se sitúan en la parte superior de la nube, de lo que se desprenden que las más grandes se sitúan en la parte baja, momento en el que ya solo es cuestión de acumulación que se produzca el rayo. Si la acumulación de partículas cargadas negativamente es lo suficiente importante, se produce “un chorro” de las mismas desde la nube hasta la tierra atraído por la carga positiva de esta.

En este punto es cuando el hilo de carga negativa procedentes de la nube -a veces- llega hasta cerca del suelo o alguna otra estructura (como la torre de televisión que se ve en la imagen) y entonces una carga positiva sigue la misma ruta abierta por el hilo de negativas que eventualmente se une con el chorro negativo generándose un canal de aire ionizado que da lugar al relámpago.

¿Conclusión?: los rayos de retorno ni suben ni bajan si no las dos cosas, primero desciende hasta la tierra una carga negativa y después, en algunas ocasiones, una positiva hace el mismo recorrido en sentido inverso. Para terminar comentar que con todo esto no quiero dar a entender que haya que dejar de decir que los rayos caen, pasarse de listo no está bien. Pero sí creo que es importante saber que aunque se utilice, no es totalmente correcto y sobre todo por qué no lo es, lo que espero haber conseguido con este post que como decía al principio, es su único objetivo.

47 respuestas a “¿Los rayos caen o suben?”