En Microsiervos apuntan que el final de Lost tuvo una audiencia de 13.5 millones de espectadores, ubicándose apenas en el lugar 55 de audiencia para el término de una serie de TV. Lejos, muy lejos, quedan los cinco primeros lugares, con M.A.S.H a la cabeza con 105.9 millones; en el segundo lugar, Cheers (80.4); en tercer sitio, Seinfield (76.3); Friends en el cuarto escaño (52.5); y Magnum P.I. en el quinto puesto (50.7).
Pero, ¿cuántas personas vieron realmente el final de Lost? La cifra que nos dan estas estadísticas corresponde al número de televidentes, pero de ninguna forma nos da una noción de cuántas personas vieron la emisión final por Internet. ¿Cuántos más podríamos añadir a la cifra si contáramos el número de espectadores que siguieron el streaming alreredor del globo? Creo que, sin temor a exagerar, un puñado de millones más. Entonces, ¿está obsoleta la medición actual de audiencia?
Es innegable que el consumo de series de TV ha cambiado considerablemente en el último lustro. Mientras que antes había que esperar a que una televisora se dignara a importar algún programa exitosos de EE.UU., los sitios de videos, las descargas de ficheros, y las transmisiones vía streaming han modificado la forma en que vemos (y seguimos la continuidad) de alguna serie. Fue con el surguimiento y auge de YouTube que, desde hace cinco años, ocurrió la revolución: la posibilidad de que cualquier programa tuviera una penetración global a una escala sin precedentes.
Si bien los números dejan a Lost en un digno lugar #55, parece que es una oportunidad para replantearse la manera en la audiencia es medida. ¿No valdrían, para este número, las personas que adquirieron, descargaron, o sintonizaron por streaming la emisión? Las series, otrora pensadas para el televidente estadounidense promedio, ahora se preocupan por un mercado mundial, porque saben que Internet les permite extender sus redes hasta los puntos más recónditos del planeta. Sí, fueron 13.5 millones de losties, pero yo creo que sólo vimos la punta del iceberg.