La primera marca de los 100 metros lisos registrada de manera oficial por la International Association of Athletics Federations de la que se tiene constancia data de 1912. La batió Don Lippincott, un estadounidense, en 10,6 segundos y aunque probablemente no lo supiese, acababa de empezar una larga historia de superación humana que todavía hoy continúa escribiéndose. La lucha por ser el más rápido.

Por aquel entonces muchos expertos de la época aseguraban que la barrera de los 10 segundos era inquebrantable, sin embargo en Agosto de 2009 Usain Bolt batía el récord mundial dejando el crono en unos increíbles 9 segundos 58 centésimas. ¿Cuál es la velocidad máxima del ser humano? ¿Tiene algún límite?

Puede parecer curioso pero en el tema del límite, muchos fisiólogos y expertos no acaban de ponerse de acuerdo. Está claro que para medir los tiempos en 1912 se hizo de manera manual y en 2009 con los medios electrónicos más avanzados. Pero entre los 10'6 de Lippincott y los 9'58 de Bolt hay, aparte de 100 años, un segundo de diferencia, algo que no puede obviarse se mire por donde se mire, aunque haya que tener en cuenta las ventajas técnicas, sobre todo en ropa y calzado, en un caso frente a el otro.

La velocidad media de Usain Bolt cuando batió el récord fue de 37'5 Km/h, sin embargo, entre los metros 60 y 80, alcanzó los 44'7. El límite que muchos han establecido es el de los 50 Km/h pero después de ver a Usain a mí me entran serias dudas. Una de las claves para correr reside en el ATP (Adenosín Trifosfato), el ATP básicamente es la 'moneda' energética el organismo, tiene dos enlaces anhidro muy ricos energéticamente que cuando se rompen liberan esa energía, dando ADP (Adenosín Difosfato) y fósforo inorgánico.

La efectividad con la que intercambiamos el ATP parece ser una de las claves, pero también es muy importante el movimiento de los brazos, la posición de la cabeza y llevar una dieta específica. El entrenamiento y la manera de entrenar, que varían de un atleta a otro, también tienen mucho que ver.

Todos estos parámetros, sin embargo, ya los conocen los deportistas. ¿Por qué seguimos los seres humanos batiendo récords entonces? Pues no sólo por nuestra constitución fisiológica exclusivamente sino porque queremos ir más rápido. Detrás de los récords de velocidad, aparte de mucho dinero, hay muchísimas horas de investigación para conseguir las mejores pistas de atletismo, el mejor calzado, que se hace de manera exclusiva para cada deportista, los mejores sistemas de medición...

Comparados con el resto de animales, sobre todos los cuadrúpedos, somos relativamente lentos. Esto es así porque evolutivamente no nos ha hecho falta, hemos supeditado inteligencia a neuronas. Cuando cazábamos mamuts no lo hacíamos por nuestra velocidad, sino porque una inteligencia más desarrollada nos permitía superar al animal y conseguir lo que queríamos sin necesidad de correr.

Y es que en el fondo, corremos más rápido porque por primera vez en la historia nos empeñamos en ir más rápido, en superarnos a nosotros mismos una y otra vez. Y todo eso conlleva paralelamente toda una serie de adelantos, estudios y mejoras que hace que cada poco tiempo oigamos que alguien ha vuelto a parar el crono un poquito antes.

Si alguna vez alcanzaremos el límite, dónde, cuándo y cuántas centésimas, milésimas o milmillonésimas de segundo tendremos que emplear para medirlo, de momento y por fortuna parece ser que nadie lo sabe.