Nature, una de las revistas de divulgación científica más prestigiosas, ha publicado un artículo que gracias a un equipo del Medical Research Council Cognition and Brain Sciences Unit de la Universidad de Cambridge en colaboración con la cadena británica de televisión BBC pone en jaque todos esos juegos tipo Brain Training, los cuales se pusieron muy de moda gracias la Nintendo DS y cuyo objetivo es, supuestamente, hacernos más inteligentes a base de juegos mentales y diversos rompecabezas.

Obviando el hecho de que con el esperpéntico Dr Kawashima, cuya foto acompaña este post, a mí personalmente se me quitan todas las ganas de ejercitar mi cerebro y de aumentar cualquier tipo de inteligencia que pueda tener, lo interesante es como llevaron a cabo las pruebas para determinar la completa inutilidad de este tipo de juegos.

Gracias al programa de la citada cadena Bang Goes the Theory, pudieron disponer de casi 11.500 participantes para realizar el experimento, y los dividieron en 3 grupos, uno para memoria, otro para razonamiento y otro de control que no probó el juego sino que empleó el mismo tiempo en responder a una serie de preguntas sobre cultura general.

Al cabo de un mes y medio, los participantes de cada grupo sí que habían mejorado sus resultados en los diversos campos en los que les había tocado, pero estos no se extrapolaban a los demás, es decir, habían cogido, simple y llanamente, práctica en resolver los acertijos del videojuego, que al fin y al cabo también son limitados y habían acabado por mejorar, no porque su cociente intelectual hubiese aumentado ni su mente su hubiese agilizado, sino por practicar más.

Este tipo de juegos movieron solamente en Estados Unidos 80 millones de dólares, y estudios similares revelan que hacer un Sudoku, un crucigrama o simplemente dar un paseo son métodos igual de efectivos. El único resultado positivo aparente ha sido en niños pequeños en edad preescolar, cuyo intelecto todavía no está desarrollado completamente y pueden ayudar de la misma manera que un puzzle o un juguete infantil.

Vía: The Independent, El Mundo