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En videos grabados durante el terremoto de Chile (como el que acompaña este post) que sucedió el pasado 27 de febrero ha llamado la atención bastante algunas de las luces (o flashes) que aparecen en el cielo. El tema ha desatado inmediatamente toda clase de teorías conspiratorias con respecto al origen o causas del sismo y su intensidad. Parece estar de moda, especialmente, culpar al HAARP (High Frequency Active Auroral Research Program) de casi cualquier fenómeno natural, sin motivo o prueba aparente.

Nada más lejano de la verdad. Las luces en el cielo o luces sísmicas han sido reportadas a lo largo de la historia, de hecho se tiene registro de este tipo de observaciones en antiguos escritos de Grecia que datan del año 373 antes de Cristo y aunque durante buena parte del siglo XX se consideraron un mito, en los años 60 se tomaron fotografías del fenómeno durante un terremoto en Japón.

Más tarde las luces fueron observadas en videos durante el terremoto de Perú el 15 de agosto de 2007 que tuvo una intensidad de 8 grados en la escala de Ritcher. Pero de acuerdo al USGS el estudio moderno más completo de las luces sísmicas se dio en los sismos en Saguenay, Quebec durante 1988 y 1989, donde se tienen al menos 46 reportes muy bien documentados antes del gran terremoto que sucedió dos meses después.

El problema (y lo que desata tantas teorías conspiratorias) es que aún no hay una explicación que satisfaga a los investigadores. Las poco convincentes incluyen:

La fricción en la falla calienta partículas o enciende gases en el cielo. Pero las cantidades de gas son mínimas. Gás radón que se libera por el fracturamiento de granos minerales que ionizan el aire. El problema es que el gas tampoco es suficiente. Minerales que responden a esfuerzos mecánicos generando luz o carga eléctrica. Tampoco es en suficiente cantidad para despedir luces. Cristales de cuarzo que generan voltaje, pero las corrientes eléctricas resultantes se cancelan en las rocas. * Fluídos en movimiento en fracturas angostas que tienden a generar carga eléctrica, el problema es que la energía resultante es muy débil.

Pero hay una teoría nueva más aceptada hecha por Friedemann Freund, físico geólogo, que es muy bien explicada por Andrew Alden (traducción por Miguel Vera y que tiene relación con los huecos de electrón:

Si bien las rocas son aislantes, se ha demostrado en experimentos de laboratorio que éstas son buenas conductoras de electricidad en su superficie. Éste fenómeno fue descubierto por el físico mineralogista Friedemann Freund. Él se dio cuenta que los granos minerales en las rocas están llenos de imperfecciones, pues presentan átomos de oxígeno en estados imperfectamente ionizados, formando los llamados hoyos- p, los cuales llevan una carga similar a la de un electrón, pero opuesta (positiva).

En pruebas de laboratorio se comprobó que en las rocas al aire libre, los hoyos-p tienden a moverse y fijarse en la superficie de éstas, generando conductividad. Ante la presencia de un esfuerzo, los hoyos-p se activan y pueden moverse a través de algunos tipos de rocas (ígneas y metamórficas).

Durante un terremoto se puede liberar en la corteza una nube de hoyos- p debido al esfuerzo sísmico, los cuales ascienden a través de las rocas y se manifiestan surgiendo de la tierra como plasma en estado sólido, cuyos efectos incluyen luces de terremoto, emisiones infrarrojas detectadas del espacio, ruido de ondas de radio, perturbaciones en la alta atmósfera, e incluso comportamiento extraño de animales y hasta premoniciones humanas.

Al final las luces sísmicas son un fenómeno tan fascinante y en algunos casos espectacular como los relámpagos, simplemente su origen sigue presentando retos y un camino para determinar su verdadero origen. Es irresponsable no aplicar un razonamiento empírico y tratar de explicarlo por medio de teorías de conspiración tontas y sin base alguna.