La creencia en la vida después de la muerte es milenaria, no sólo aquella por la que se asume que los fallecidos se van al otro mundo o al más allá, sino también esa otra por la que se afirma que permanecen en este mundo de acá pero con otro estado, el fantasmal. Por ello, la miseria cognitiva humana, esa que nos lleva a sacar conclusiones precipitadas con datos insuficientes y según nuestros sesgos ideológicos, y el desconocimiento particular de la causa verdadera de algún fenómeno hacen que ciertos lugares se consideren encantados, es decir, con espíritus y demonios como moradores. Pero esa no fue la razón de que al número 112 de Ocean Avenue de Amityville, una pequeña localidad del estado de Nueva York, se la crea encantada, sino una peor que el desconocimiento.
Lo que se cuenta sobre la casa maldita de Amityville
Ronald DeFeo asesinó a toda su familia mientras dormían en el 112 de Ocean Avenue de Amityville
La primera vez que el nombre de Amityville llegó a oídos del mundo entero no fue por razones paranormales. La noche del 13 de noviembre de 1974, Ronald DeFeo, un joven de veintitrés años que residía con sus padres y sus cuatro hermanos menores en la dichosa casa colonial de Ocean Avenue, los asesinó a todos a sangre fría de madrugada mientras dormían con un gran fusil. Cuando su coartada no se sostuvo, fue detenido y acusado de los crímenes. Durante el juicio aseguró que unas voces que procedían de la casa le habían empujado a hacerlo. Hoy cumple cadena perpetua en el correccional Green Haven de Beekma, en el mismo estado de Nueva York.
No fue hasta diciembre de 1975 que alguien compró la casa: el joven matrimonio compuesto por George y Kathy Lutz, que se mudaron allí por una suma irrisoria de dinero con Christopher, Danny y la pequeña Missy, los hijos fruto de las anteriores nupcias de Kathy, y Harry, el perro. Y los fenómenos extraños, según contaban ellos, comenzaron el mismo día que se establecieron y siguieron hasta que salieron por piernas de allí:14 películas han convertido a esta vivienda neoyorkina en la casa encantada más famosa del mundo
Una voz siniestra que echó al sacerdote que estaba bendiciendo la casa, quien luego sufrió enfermedades y extraños accidentes, una tremenda sensación de frío pese al vivo fuego de la chimenea, golpes anónimos en la puerta principal, que fue arrancada de cuajo una noche desde dentro sin explicación, gemidos sexuales en la caseta del embarcadero trasero a los que ladraba Harry, montones de moscas en la habitación de costura, cuya puerta se abría y cerraba estrepitosamente, el descubrimiento de una insólita habitación roja escondida en el sótano con un pozo negro, la visión del fantasma de un niño y de una enorme figura blanca en distintas partes de la casa, la pequeña Missy hablando con un cerdo invisible llamado Jodie, sus malignos ojos rojos mirando a través de las ventanas y sus pisadas en la nieve del exterior…
Y que George se despertaba cada madrugada a la misma hora de los crímenes de los DeFeo, levitaciones de Kathy en la cama, que además notaba a veces que algo invisible la tocaba y olía un perfume barato, objetos que cambiaban de sitio o desaparecían, un limo negro que salía de los inodoros sin razón aparente, una sustancia verde y gelatinosa que surgía de las paredes y de las cerraduras de las puertas —ectoplasma según los parapsicólogos—, una ventana de la habitación de Chris que hirió a Danny al cerrarse de golpe cuando este tenía la mano apoyada en ella, sueños de Kathy sobre el pasado de los DeFeo, etcétera. Pero fue la última aparición de la figura demoníaca lo que se supone que les hizo abandonar la casa precipitadamente veintiocho días después de haberla ocupado, en medio de una tormenta y tras haber llamado a la policía.
El escritor estadounidense Jay Anson publicó un libro en 1977 sobre las experiencias que los Lutz contaron que habían vivido en el 112 de Ocean Avenue, The Amityville Horror: A True Story. En él, relata que, donde luego se edificó la casa, los indios shinnecock aprisionaban a los enfermos y a los moribundos en la tierra para dejarlos morir allí.
Y que luego un tal John Catchum, que había sido acusado de practicar la brujería nada menos que en la localidad de Massachussets llamada Salem a finales del siglo XVII y, por ello, expulsado del lugar, había llegado a Amityville, había construido la casa y había continuado con sus rituales y sacrificios impíos; y tras su fallecimiento, le habían enterrado en el sótano antes de incendiar la casa. Demasiado bonito en conjunto para los buscadores de misterios sobrenaturales; y para ser verdad.
Las mentiras sobre la casa encantada más famosa del mundo
El asesino Ronald DeFeo, los Lutz y Jay Anson pactaron para beneficiarse mutuamente
Resulta que no es tan fiero el león como lo pintan ni ectoplasma todo lo que supuran las paredes. Para empezar, los shinnecocks locales de la actualidad niegan rotundamente que sus antepasados llevaran a cabo las prácticas que señala Anson en su libro, y jamás existió ningún John Catchum proveniente de Salem. Y para seguir, el sacerdote que supuestamente había ido a bendecir la casa declaró que ni siquiera había puesto un pie en ella, y que la única vez que había hablado con algún miembro de la familia Lutz fue cuando Kathy le telefoneó para describirle sus levitaciones nocturnas.
Por otro lado, parece ser que la habitación roja no era más que un armario bajo las escaleras de cuya existencia sabían los Lutz cuando compraron la casa, no nevó en Amityville el día que George afirma que vio en la nieve las huellas de Jodie, el cerdo diabólico, ni hubo tormenta el día que se marcharon ni existe un solo registro telefónico de que los Lutz llamaran a la policía desde la casa en ningún momento. Además, Jim y Barbara Cromarty, que habían comprado la casa en marzo de 1977, aseguraron que todos los muebles, puertas y cerraduras que se encontraron eran los originales, así que no pudieron ser dañados durante la estancia de los Lutz.Ninguno de los propietarios y habitantes posteriores de la casa han sufrido allí lo que los Lutz contaron de su propia estancia
Y, por si todo esto fuera poco, William Weber, el abogado del asesino Ronald DeFeo, cargó contra los Lutz porque no habían cumplido adecuadamente el trato que habían hecho. A saber, que ellos y Anson contarían que se habían producido apariciones demoníacas en la casa donde él había masacrado a su familia porque, como había alegado, unas voces diabólicas le habían dicho que lo hiciera: él podría lograr que le redujesen su sentencia si eso servía para que considerasen su voluntad condicionada, y tanto Anson como los Lutz, dinero y fama; de esto último, en cualquier caso, consiguieron de sobra.
Hasta la fecha se han realizado unas catorce películas que han convertido a esta vivienda neoyorkina en la casa encantada más famosa del mundo entero, desde The Amityville Horror, dirigida en 1979 por Stuart Rosenberg, hasta Amityville: The Awakening, de Franck Khalfoun, que se estrenará a lo largo de 2017 con toda probabilidad. Ninguno de los propietarios y habitantes posteriores de la casa han sufrido allí lo que los Lutz contaron, y **a día de hoy, la coqueta vivienda se puede adquirir por la suma de 850.000 dólares, aunque ahora conste que es el número 108 de Ocean Avenue donde se encuentra y no el 112 para intentar eludir su pasado. Cosa completamente inútil porque, pese al fraude manifiesto, siempre será recordada por todos como la casa maldita de Amityville**.