Llegué a McDonald’s a finales de 2011, en torno a la veintena. Tenía un montón de prejuicios sobre la franquicia, algunos se borraron, otros se acentuaron. Empecé como personal de equipo: atender la caja, preparar la comida, limpiar el salón, etc. Lo básico. Sigo como tal con alguna que otra función adicional, pero un compañero que entró poco antes que yo consiguió, en algo más de un año, pasar a ser encargado de área en la cocina. He de decir que no se cobra nada mal, sobre todo si tenemos en cuenta el trabajo que es, y en comparación con otras franquicias (Burger King, Foster's Hollywood, etc) donde se cobra peor, al menos en España. Cuando mi compañero pasó a ser encargado llegó a ganar 1.550 euros netos en un mes, aunque es cierto que hizo más horas extra de las que dejaba la ley, trabajó unas cincuenta horas a la semana, en la última llegó a cincuenta y seis. Yo nunca me he acercado a esas cifras ni de dinero ni de horas.
La comida, como supongo que cualquiera puede esperar, viene congelada. Absolutamente todo, incluido el bacon (que seguramente casi nadie comería si viese el color y el estado en el que llega), las salsas, el pan. Todo. Los refrescos, creo que de lo más rentable que tiene un McDonald's, se hacen mezclando agua carbonatada y sirope concentrado.
Lo mejor
Los contratos suelen tener una cantidad de horas que tiran por lo bajo, y contemplan una cantidad máxima de horas extra de las que se suelen cumplir casi todas o un buen porcentaje, al menos. Y realmente la gerencia de McDonald’s es muy escrupulosa con ese tema: lo de mi compañero fue una excepción, normalmente los turnos están bien estudiados y definidos para que nadie trabaje “demasiado”. Y, además, se ficha siempre al entrar y salir, y esas horas extra se pagan siempre.
Uno de los miedos que tenía al empezar era la higiene. Esa es otra defensa que tengo que hacer de McDonald’s: su nivel de higiene, profundidad y frecuencia de la limpieza es increíble y está muy por encima de cualquier bar o restaurante al uso. Un ejemplo: cada noche, quien realiza el cierre, limpia absolutamente todas las piezas de cada área. Los del McCafé tienen lavavajillas y cada noche sacan todas las piezas hasta el filtro, las limpian y las vuelven a poner. Los cuartos de baño, igual. Hay revisiones tras la limpieza, siempre, antes de cerrar. Si se encuentra algo sucio o no del todo limpio, hay bronca. Si se repite, seguramente la persona sea despedida.
Otro punto positivo es que McDonald’s está absolutamente cuadriculado y vallado en su sistema, es a prueba de tontos, por decirlo así. Puedes responder mal a un cliente o no estar concentrado, pero es imposible que quemes la carne o el pan, todo está automatizado. Bajas la plancha y se desactiva en el momento exacto, por eso nunca ves hamburguesas poco hechas o pasadas. Todo es siempre igual porque no se depende de la persona, sino del sistema, y es el mismo en cualquier McDonald's.
La caducidad no es un problema. Hay un sistema muy riguroso de etiquetado de fechas de absolutamente todo. Y también de colocación de productos para que todo dure más. Pero en el momento en que algo caduca, se tira o se lo llevan los empleados a casa (sobre todo la bollería y demás). Nunca he escuchado a nadie decir que, aunque caducase ayer, se podía servir ni nada parecido.
Lo peor
No puedes parar. Nunca. Si tienes todo limpio, preparado, y simplemente no viene nadie a la caja, no puedes estar de brazos cruzados esperando. De eso te suelen alertar los compañeros cuando eres nuevo. Da igual que tengas tu trabajo hecho, el “modo espera” no existe. Esto da lugar a situaciones ridículas, como manchar algo a propósito para luego limpiarlo y poder “hacer algo”. O limpiar lo que ya está impoluto.
Uno de los peores momentos para quien trabaja en un McDonald’s es cuando le dicen que le toca atender el McAuto, sobre todo de noche, sobre todo si es 24 horas. Depende de la zona y el entorno, pero quien va al McAuto de madrugada suele ser gente joven, de fiesta, a veces borrachos, a veces drogados. El hecho de “jugar en casa”, es decir, estar en su propio coche, con sus normas, en contexto festivo, de madrugada, en compañía de sus amigos, unido a la poquísima consideración que se le suele tener a un empleado de McDonald’s, provoca situaciones horribles. A compañeras muy jóvenes les han dicho que se metan con ellos en el coche, o que les esperan en la salida para llevársela de fiesta o cosas así. Eso da mucho más miedo de lo que puede parecer. Se han enfadado e intentado provocar peleas con compañeros, les dicen de todo, hay que aguantar burlas por el interfono… hay quien lo lleva bien y no tiene miedo a esas situaciones, pero muchos lo hemos pasado mal, sobre todo las chicas.
Algo que también jode es cuando te toca trabajar en el congelador. En cada McDonald’s hay una cámara frigorífica a unos 4ºC, y otra congeladora a -18ºC. Antes de entrar en ellas te tienes que poner una chaqueta térmica y unos enormes guantes. El problema es que la chaqueta también es gigante y te entorpece, y para las piernas y la cabeza no tienes protección. Los guantes no se los pone casi nadie porque no puedes hacer nada con ellos, están porque tienen que estar de cara a inspecciones de trabajo, pero no están pensados para ser usados. Supongo que como ningún gerente ni primer asistente tiene que pasarse veinte minutos a -18ºC colocando cajas y sacando producto, no saben lo odioso que es trabajar así.
"Si los gerentes tuvieran que trabajar en el congelador como nosotros, seguro que habría otra forma mejor de hacerlo"
Para cuando llegué a McDonald’s yo ya tenía pareja, así que es algo que no me ha afectado realmente, pero otro tema es el de los vestuarios. El uniforme de McDonald’s sólo puedes llevarlo puesto dentro de McDonald’s, así que has de cambiarte dentro, no puedes llegar ni irte con él puesto. Los vestuarios, en mi caso, y en otros por lo que me han contado, apenas tiene separación y las puertas siempre están abiertas. Y son enanos. Si a eso le unes que en McDonald’s estamos muchísimos jóvenes, el resultado es que se convierten en la antesala de la cama. Como pasamos mucho tiempo juntos y muy cercanos, hay mucha confianza. Eso da pie a que en el vestuario un chico pase entre risas a buscar a una chica que está en ropa interior, a hacer el tonto, a que en un habitáculo de seis metros cuadrados acaben ocho personas en ropa interior de cachondeo… Y así se pierde seriedad, profesionalidad. He visto cómo han nacido relaciones en McDonald’s, estables o esporádicas, pero la falta de control (por supuesto, nada de cámaras en los vestuarios) en esas zonas acaba con un libre albedrío mal entendido que no debería ocurrir en un puesto de trabajo. Y me consta que no es un caso aislado en mi trabajo.
Algo que me ha hecho estar a punto de dejar mi trabajo varias veces es lo mucho que influye lo amigo que seas del gerente o de encargados de hora, o de supervisores, o de si te acuestas con alguno de ellos. Supongo que no es muy diferente a otros muchos trabajos, pero cuando esa amistad o lo que sea determina cuándo te podrás ir de vacaciones o cuándo no, si puedes cambiar un turno (que te entregan con unos diez días de antelación) o a quién le toca el trabajo más sucio, termina afectando.
Otro aspecto espinoso: las horas pico, las horas punta. Fines de semana en cenas sobre todo y, en nuestro caso que teníamos un cine al lado, el día del espectador. Sueles tener libre un fin de semana al mes, en el resto te toca al menos un turno. Ahí también depende de la zona, pero en McDonald’s ocurre un número de incidentes y desplantes hacia los empleados mucho más común que en el bar de la esquina. A más gente haya, más colas, más ruido, más estrés, más conflicto potencial.
Es la constante en un McDonald’s: ruido, estrés, presión, cámaras heladas, jefes suspicaces y amiguismo. Además, es imposible sentirte mínimamente realizado cuando piensas que te estás estresando y dando mucho tiempo de tu vida a algo que abandonarás en cuanto tengas una mejor oportunidad y se basa en despachar comida rápida, con todo lo que eso implica, a la gente. Lo triste es que si volviese atrás, volvería a empezar. La mayoría de mis amigos no han conseguido empleos mucho mejores antes de terminar sus estudios y siendo veinteañeros. Y la mayoría, cobrando menos. Supongo que es lo que tiene vivir en un país con crisis crónica.