El próximo 3 de julio, apenas dentro de un par de semanas en el momento de escribir estas líneas, se cumplirán treinta años desde el estreno original de Regreso al Futuro. Para conmemorar ese aniversario se está realizando durante estas semanas en varias ciudades europeas uno de los mejores homenajes posibles: la proyección de la película original con la Film Symphony Orchestra tocando su banda sonora en directo. Esto sucedió en Madrid el pasado fin de semana, y, oh... realmente es el mejor homenaje que puede hacerse a una película generacional, histórica y eterna que nunca pasará de moda y que cada vez envejece mejor.
En el madrileño Palacio de Vistalegre tuvo lugar la proyección, con casi cien músicos tocando en directo cada una de las canciones que forman su fantástica banda sonora. Sin paradas recurrentes, todo en directo, un único intermedio en la película, y bajo la dirección de Constantino Martínez-Orts.
La Film Symphony Orchestra es una vieja conocida entre los que viven en la intersección de la pasión por el cine y la música. Ya conquistó Madrid hace unos años con 10.000 espectadores en la plaza de toros de Las Ventas que escuchaban la banda sonora de Star Wars o Piratas del Caribe.
Martínez-Orts no trabajó a solas para preparar el espectáculo. Alan Silvestri, creador de la banda sonora original de Regreso al Futuro, ha intervenido directamente en la preparación, que de todas formas ha recaído dura pero agradecidamente sobre el director español, que ha tenido que ver la película completa unas 25 veces en el último mes tal y como explicaban en los prolegómenos del evento.
Sobre el evento en sí, luces y sombras. Madrid tiene muchos lugares óptimos para un concierto así que podrían acoger a todos sus asistentes y hacerlo con una comodidad mejor, pero sobre todo con una acústica mejor. El sonido de la película por momentos absorbía al de la orquesta. Orquesta que, por otro lado, estuvo sobresaliente y compensó una organización claramente mejorable, que derivó en más de 30 minutos de retraso del comienzo respecto a la hora prevista. El colofón fue parte del público desfilando hacia la salida cuando empezaron los créditos, renunciando de forma grosera hacia lo que era un espectáculo al que aún le quedaba prácticamente lo mejor por ofrecer.
Pero como pasa con las obras geniales, la enorme orquesta y la irrepetible película eclipsaron todo lo demás, descartaron lo negativo y nos teletransportaron 30 años atrás, con un par de DeLorean acompañando alrededor del escenario, durante las poco más de dos horas que dura el film. Los grandes momentos de la película, como el noqueo de Biff o el esperado beso final, acompañados por los acordes del centenar de músicos, despertaron risas, aplausos y alguna lágrima nostálgica. El final, la escena del rayo, tuvo a la orquesta tocando quince minutos sin parar conduciendo al respetable hacia un final apoteósico, como si en lugar de 30 años no hubiese pasado ni un sólo día. Bienvenido al futuro, McFly.