Me vais a tener que perdonar que aproveche el Día Internacional del Libro para recomendaros unos cuantos ensayos que, en mi opinión, todo el mundo debería leer. Y os ofrezco mis disculpas porque cualquier día es bueno tanto para invitar a zamparse uno o varios libros como para hacerse con ellos y disfrutarlos. Así que, de todos modos, ahí van mis recomendaciones.
Tratado sobre la tolerancia, de Voltaire (1762)
Este es uno de los mejores alegatos en favor de la libertad de conciencia y en contra de la persecución religiosa jamás escritos. Voltaire se vio obligado a escribirlo por la revocación del edicto que permitía la libertad de cultos en Francia y, en especial, la condena a muerte de Jean Calas, un comerciante protestante. En la semana posterior a los atentados contra la revista satírica Charlie Hebdo se vendieron en Francia casi la misma cantidad de ejemplares de este ensayo que en la última década.
Cartas a Eugenia, de Holbach (1768)
Con el subtítulo Preservativo contra los prejuicios, este ultra de las Luces escribió una serie de epístolas a una amiga suya para explicarle por qué no necesita la religión para comportarse bien y tener una vida plena. Su argumentación es tan brillante, tan accesible y tan serena que a mí me ganó por completo.
La traición de los intelectuales, de Julien Benda (1927)
Benda denuncia en este insólito ensayo cómo aquellas personas que en otros tiempos se dedicaban a servir de guías intelectuales para la ciudadanía, sin partidismo de ningún tipo, se han dejado arrastrar por este de la forma más lamentable. Destaca, además, por haber pronosticado el ascenso de movimientos como en nazismo.
Naciones y nacionalismo desde 1780, de Eric Hobsbawm (1990)
Un clásico de la historiografía que no pierde su relevancia. Hobsbawm expone la historia del pensamiento nacionalista, de cómo potenció la formación de los estados modernos y la manera en que fue utilizado para falsear la conciencia histórica de las patrias.
Historia de los infiernos, de Georges Minois (1991)
Interesantísimo repaso el que realiza Minois de cada uno de los infiernos ideados por la humanidad, centrándose sobre todo en el judeocristiano por ser el más complejo y evolucionado de todos, en su conformación, auge y decadencia, con un soberbio trabajo de documentación.
La escritura, de Jesús Tusón (1996)
Subtitulado como Una introducción a la cultura alfabética, es exactamente de lo que se trata: un breve relato de cómo se inventó el instrumento más útil y revolucionario de nuestra historia, la escritura, y de las teoría sobre ella, e incluso nos brinda una visión de su futuro. Sólo por la opinión de Tusón acerca de los escritores inspirados y de los que dicen que el lenguaje no les llega para expresar lo que sienten merece la pena leer este ensayo.
El dardo en la palabra, de Fernando Lázaro Carreter (1997)
No olvidéis que los artículos de opinión son breves ensayos, y los que Lázaro Carreter publicaba sobre el uso deficiente que hacemos del lenguaje, con esa fina ironía que le caracterizaba, son un gozo de ser leídos en esta recopilación. Se editó una segunda en 2003, *El nuevo dardo en la palabra, que espero que algún día se amplíe para incluir los artículos que publicó desde entonces hasta el día de su muerte, en 2004, porque los hay que son una maravilla.
La cultura, de Dietrich Schwanitz (1999)
Dice Schwanitz que en este libro está Todo lo que hay que saber*, y aunque resulta muy pretencioso porque se centra en Occidente y en las humanidades, reservando poca atención a la ciencia, su revisión de la historia, la literatura, el arte, la música, la filosofía, el lenguaje, la escritura, la geografía política, la inteligencia, el propio saber y también lo que no deberíamos saber se me antoja formidable.
La Biblia desenterrada, de Israel Finkelstein y Neil Asher Silberman (2001)
*Una nueva visión arqueológica del antiguo Israel y de los orígenes de sus textos sagrados*, con la que Finkelstein y Silberman nos muestran qué hay de verdad en el Antiguo Testamento y, claro, la Torá judía a la luz de la arqueología. Decir que este ensayo es interesante sería quedarse muy corto.
La sabiduría del bibliotecario, de Michel Melot (2004)
“Un bibliotecario ama los libros como un marino ama la mar”, dice Melot en la presentación de su ensayo. Y desde ahí escribe acerca de cómo ha de ser una buena biblioteca como lugar de encuentro de los lectores con algo tan importante y a la vez tan sencillo como es un libro. Una pequeña delicia para bibliófilos.
El hundimiento, de Joachim Fest (2005)
Las horas más negras de la historia contemporánea alemana y europea contadas con un pulso implacable por Fest, y una visión del ser humano que fue padre del nazismo y es considerado la mayor bestia negra del siglo XX, de sus delirios finales y la barbarie a la que empujó a su país y, con ello, al mundo. Produce un horror que fascina.
Algo va mal, de Tony Judt (2010)
Por si ya hemos olvidado aquellos planteamientos, prácticas financieras y gubernamentales, con su responsabilidad correspondiente, que nos llevaron a caer en la última gran crisis económica que aún padecemos, conviene permitir al ya fallecido Judt que nos los recuerde. No hay duda de que nos vendrá bien.
Los libros de autoayuda, ¡vaya timo!, de Eparquio Delgado (2014)
Un **acercamiento científico impagable a las proposiciones de los libros de autoayuda, del coaching, el pensamiento positivo y el buenrollismo como herramientas para el éxito y el bienestar personal*. Un ensayo que debería figurar en la bibliografía de todos los temarios de Psicología. La palabra justa es imprescindible*. Tanto como considero los libros que lo preceden en esta lista. Buen provecho.