Los excedentes siempre han sido un problema en la industria de la música. Volvamos atrás en el tiempo cuando las compañías disqueras tenían que pagar payola antes a las estaciones de radio para que programaran su material, ya que existía más música de la que la que se podía transmitir. Esta práctica fue declarada ilegal en los años 60, sin embargo, las disqueras continúaron promoviendo su música para tener el control de las listas de popularidad. De acuerdo al estudio que hoy nos ocupa titulado Bye, Bye, Miss American Pie?, la oferta de música nueva desde Napster, para 1985 el monto invertido en tiempo aire fue de casi 65 millones con una ganancia neta, después de impuestos, de 200 millones de doláres. Excesivo.
Hoy en día el problema es similar de acuerdo al profesor Joel Waldfogel, investigador del Comité de Impacto de Políticas de Copyright en la Innovación de la Academia Nacional de Ciencias en EE.UU., encargado de esta investigación: hay un excedente en la producción de música, en otras palabras, hay más música que nunca antes en la historia, además de que para descubrirla (y promocionarla) no solamente existe el radio, tenemos a YouTube, radio en internet, Last.fm, Itunes, Spotify y una vía responsable en gran medida del éxito o fracaso de nuevo material musical: los blogs especializados en crítica músical como Pitchfork y Metacritic.
La premisa de este estudio es que todo cambió desde Napster y por esta razón el investigador hizó una comparación de la cantidad de álbums producidos desde que surgió el épico sitio de intercambio de música considerando la situación, tendencias y posible control (estilo payola) en el volúmen de nueva música desde que Itunes revitalizó el sencillo, encontrando así que:
No encontramos evidencia de que desde Napster se haya afectado la cantidad de nueva música o artistas en el mercado
La industria alega constantemente que el copyright es un incentivo para la creatividad, sin embargo, como muchos ya sabemos el estudio reafirma una vez más que además de que los monopolios son malos por donde se le quiera ver:
El monopolio creado por el copyright se usa como justificación para alentar la creación de nuevas obras, pero hay poca evidencia de que exista una relación.
Las excesivas acciones de industria discográfica en contra del file-sharing han provocado un debate a nivel político, cultural, económico que han tenido también efectos positivos como lo son la participación ciudadana para contrarrestar las políticas que impulsa la industria a nivel legislación, las licencias libres cada vez toman más fuerza, más músicos liberan su material gratuitamente y cada vez existen más estudios académicos que abordan el fenómeno más allá del mercantilismo y el pobre argumento del copyright.
La industria no solo ha fallado en la forma en la cual pretenden perpetuar, sin éxito, su modelo de negocio criminalizando la cultura milenaria y simplemente incontrolable de la copia, también ha fallado en producir datos y argumentos que sustenten su esfuerzos para controlar la circulación de bienes culturales vía internet.
Durante los 3 últimos meses ha incrementado la publicación — o por lo menos la visibilidad — de los estudios académicos que abordan el fenómeno del file-sharing utilizando nuevas variables que dejan claro que es imposible abordar este tema desde una perspectiva de ventas pérdidas, como la que consideran los estudios — de dudosa metodología — que publica anualmente la industria discográfica.
El estudio Bye Bye Bye, Miss American Pie? introduce los factores de la crítica musical y las tradicionales listas de popularidad que sitios como Pitchfork han publicado desde hace años (como lo hacia antes la radio) para demostrar que no es el file-sharing sino la tecnología, lo que ha debilitado la protección de la música por medio del derecho de autor.
La investigación utiliza el hábito de la audiencia profesional y amateur de generar ratings y los rankings de música para calcular la relación entre las ventas y el reconocimiento público y el resultado es que los álbums que mejores críticas recibieron fueron también los que más vendieron (al menos medio milón de copias).
Los monopolios culturales tendrán que entender en algún momento que cantar no es suficiente para vender, el talento no se fabrica y el internet permite a los artistas competir realmente por una audiencia, a pesar de los millones de doláres que grandes compañías deciden invertir en promoción, videos y propaganda para lanzar a un artista, siempre existirá el riesgo de que carezcan de talento, lo cual es frecuente en las industria de la música. Mucha promoción poco talento es igual a pocas ventas, no se diga descargas.
La realidad de poder producir profesionalmente música a bajo costo es irreversible. Pero jamás hemos visto que la industria quiera crear una ley para prohibir el Ipod o demandar a Pro Tools por ofrecer herramientas profesionales de bajo costo ¿cierto?. No, porque todos nos beneficiamos de la tecnología, y la música, es quizá uno de los que más lo hacen, ahí tenemos a Spotify. Más obviedades: al parecer el ingreso financiero vía conciertos ha incrementado, y no es una sorpresa, la gente esta dispuesta a pagar por experimentar la música en vivo.
Así como la tecnología democratizó la producción y distribución musical, logrando que los intermediarios ya no sean necesarios, un efecto colateral de esta absurda guerra contra el file-sharing también es la democratización de la producción, distribución y acceso de estudios académicos que permiten que la sociedad conozca argumentos fundamentados para poder formar un criterio informado acerca de la situación, y no dejarse llevar por los chayotes (payola periodística) que publican los periódicos acerca de la piratería o la propaganda en medios masivos de comunicación tradicionales.
En ALT1040 hemos analizado los estudio más recientes acerca de copyright y descargas de la Escuela de Economía de Londres y el de Piratería de contenidos en Economías Emergentes, los cuales valen la pena consultar para estar al tanto de este interesante movimiento de investigación académica en torno al intercambio de archivos, también llamado file-sharing, o como prefiere la industria: piratería.
La conclusión del estudio es que:
El file-sharing presenta un gran reto para la industria discográfica. Es claro para la mayoría de los observadores que el file-sharing ha debilitado la efectividad de la protección de copyright que ofrece la industria discográfica. A pesar de esto, la oferta de música indica que no ha decaído mucho desde Napster, y hay al menos evidencia que sugiere que los sellos independientes, que operan con marcos de ganacia menores, estan jugando un papel más grande para traer nuevas obras al mercado
Así como el negocio industrial de la música ha perdido su relevancia debido a su incapacidad de adaptarse al mercado, sus estudios también están sufriendo el mismo efecto, al negarse a la compresión del fenómeno desde una perspectiva donde el dinero y las pérdidas no son la única variable.
Puedes descargar gratuitamente este estudio del sitio del Buró Nacional de Investigación Económica para ver las tablas y analizar la metódología con más detenimiento.
Dice Nortec, que el download es cultura®.