La película más cara de la historia de Netflix, Estado Eléctrico, está a punto de estrenarse en la plataforma. La compañía se ha volcado de lleno con un blockbuster de enormes dimensiones en el que se han gastado más de 300 millones de dólares. Para hacerlo realidad, han contado con un equipo de lujo. Los hermanos Russo (Avengers: Infinity War y Avengers: Endgame) dirigen el proyecto. Delante de las cámaras, la superestrella preferida del servicio de streaming, Millie Bobby Brown, se une a Chris Pratt en una aventura de ciencia ficción en la que también aparecen Giancarlo Esposito, Ke Huy Quan y Stanley Tucci.

Estado Eléctrico es en realidad la adaptación de la novela gráfica de Simon Stålenhag. Ambientada en una versión alternativa y retrofuturista de la década de 1990, su historia sigue a Michelle, una adolescente huérfana que sobrevive como puede en una sociedad en la que un conjunto de robots con aspecto de dibujos y mascotas, que en su día sirvieron a los seres humanos, viven ahora en el exilio tras un alzamiento fallido. Su misión será encontrar a su hermano, al que creía fallecido.

Estado Eléctrico

Netflix estrena su película más cara de siempre. Estado Eléctrico ofrece una aventura de ciencia ficción tipo road-movie que se asienta demasiado en los convencionalismos del género. Los hermanos Russo no consiguen hacer despegar una película muy cuidada en lo visual pero a la que le falta mucha garra en su guion.

Puntuación: 2 de 5.

Demasiado convencional

El material de partida de Estado Eléctrico es una de las mejores novelas gráficas de ciencia ficción de la última década. Oscura y con evidentes toques de inquietante terror tecnológico, se ganó el cariño de millones de lectores. Sin embargo, la película de los Russo altera por completo ese tono pesimista, ofreciendo una historia mucho más familiar pero con menos sustancia. Y ese cambio no le sienta especialmente bien.

En su búsqueda de un público más amplio y generalista, Estado Eléctrico decide asentarse en una narrativa muchísimo más convencional. No hay nada que sorprenda ni que impacte en el espectador en las dos horas que dura el filme. La sensación constante es la de haber visto este tipo de historia decenas de veces. Y muchas de ellas, de forma bastante más original. Es una lástima porque el potencial era enorme y queda reducido a la mínima expresión.

Estado Eléctrico

Una apuesta tan grande como esta requería mayores riesgos por parte de los Russo, que sencillamente ponen el piloto automático y se dejan llevar. El resultado es una historia sin alma, con un ritmo extremadamente intermitente y un humor que no cuaja. Entretiene y divierte a ratos en sus puntos más altos, pero aburre mucho en los más bajos, que son demasiados. Duele, sobre todo, que Estado Eléctrico tiene ingredientes de sobra para destacar, pero la poca fuerza de su guion les impide brillar. Al final, es imposible conectar emocionalmente con nada, observándolo todo con distancia e incluso tedio. Lo mas reseñable es el mensaje final, que sorprende tratando un tema muy complejo con gran delicadeza para transmitírselo a los más pequeños.

Por fortuna, el reparto ofrece algo más de recorrido a una Estado Eléctrico que amenazaría con estrellarse. Pese a sus 21 años, Millie Bobby Brown vuelve a demostrar que no le pesa ningún tipo de proyecto y que es perfectamente capaz de llevarlo a sus espaldas. Chris Pratt, aunque desaprovechado, regresa a ese personaje arquetípico de héroe graciosete que tanto le gusta, con trazas de su Star Lord del Universo Cinematográfico de Marvel. Y los secundarios elevan el listón, especialmente un entregadísimo y terrorífico Giancarlo Espósito que, pese a su corto tiempo en pantalla, es quien más transmite.

Estado eléctrico

Poderosa superproducción

Al menos, Netflix sí que puede presumir de haberlo dado todo en la parte técnica de la película. Los efectos visuales de Estado Elécrico están impresionantemente bien conseguidos. Los hermanos Russo son expertos en rodar grandes películas con mucho CGI y, una vez más, demuestran que sigue siendo su especialidad. Quizás no sean los directores más imaginativos, pero su trabajo es muy eficaz a este respecto.

Lo mismo ocurre con la acción, que no es nada excepcional pero que funciona bien en todo momento y deja algunos detalles formidables. Es evidente que el paso por Marvel de los Russo -que volverán en Avengers: Doomsday y Avengers: Secret Wars- les ha valido para crecer como directores de blockbuster, viniéndose arriba con clímax épicos que desborden la pantalla.

Estado Eléctrico se aupa, además, en la personalidad visual de la novela gráfica con robots resultones de lo más simpáticos. Algunos tienen más gracia que otros, pero en general es muy interesante ver la variedad de diseños y los elementos que los hacen únicos. Un gran acierto cuya sombra, de nuevo, es la decisión de los hermanos Russo de emplear una paleta de colores totalmente neutra y deslavada, algo habitual en varias de sus películas. Un filme como este requería más color.

Estado eléctrico

En definitiva, Estado Eléctrico es una película muy conseguida desde lo técnico que, sin embargo, requería mucho mayor empaque. El guion adolece de un ritmo malogrado y convencionalismos y clichés mil veces vistos. Transmuta la novela gráfica original en un entretenimiento mediocre, aburrido y de puro algoritmo que ni su buen reparto ni sus potentes efectos especiales consiguen salvar. Siendo la película más cara de la historia de Netflix, cabía esperar bastante más de ella.

Estado Eléctrico se estrena en Netflix el 14 de marzo.

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