A veces, cuando una lavadora deja de funcionar, resulta más rentable comprar una nueva que bucear entre manuales antiguos para reparar una pieza de la que, quizás, ya ni siquiera existan repuestos. Esto es sencillo con los electrodomésticos. Sin embargo, cuando la máquina averiada es el primer objeto de creación humana que ha logrado desplazarse más allá de la influencia del Sol, la cosa cambia. Vale la pena esforzarse en el arreglo. Y eso precisamente es lo que está pasando actualmente con la Voyager 1, cuyos problemas comenzaron el pasado mes de mayo.

Entonces se supo que los datos de telemetría que estaba enviando a la Tierra no tenían sentido, ya que no cuadraban con su ubicación. Los científicos que se encuentran detrás del proyecto decidieron que la nave podría seguir trabajando a pesar de ese inconveniente, puesto que este no afecta al resto de información que nos hace llegar. No obstante, que pudiera seguir funcionando no quiere decir que se hayan olvidado de la avería. Llevan intentando arreglarla desde entonces y, según ha explicado a Business Insider la gerente de esta misión en la NASA, Suzanne Dodd, no está siendo sencillo.

Básicamente, el problema principal es la antigüedad de la Voyager 1. Muchos de los archivos sobre su funcionamiento se han perdido en estos 45 años. En realidad es lógico, nadie pensó que duraría tanto, por lo que no se afanaron en guardarlos correctamente. Hoy en día todo está digitalizado, pero por aquel entonces se trataba de cajas de informes que los científicos guardaban en el garaje de sus casas tras jubilarse. Hacerse con todos ellos se antoja muy complicado, por lo que deben bastarse con lo que tienen. Sin duda, es todo un reto el que tienen por delante.

En busca del fallo de Voyager 1

Tanto la nave Voyager 1 como su gemela, la Voyager 2, se lanzaron al espacio en 1977. Su objetivo era estudiar de cerca los planetas más lejanos del Sistema Solar, desde Júpiter hasta Neptuno. 

Inicialmente, la tarea duraría cinco años. No obstante, pasado este primer lustro, se vio que podían dar mucho más de sí. Voyager 2 se convirtió en la primera nave capaz de estudiar Urano y Neptuno y Voyager 1 en la primera en posicionarse más allá de la influencia del Sol, sobrepasando lo que se conoce como heliopausa. No era el momento de jubilarlas, por lo que su misión siguió alargándose. En el caso de la Voyager 1 se espera que pueda seguir trabajando hasta 2025. Pero esta nueva avería ha sembrado un complicado alto en el camino.

Los datos de telemetría, en palabras de Dodd en Business Insider, son una señal de la salud del sistema. Sin embargo, los que se están enviando no parecen cuadrar con la situación, por lo que se deja entrever que hay algo que no va bien. ¿Qué está pasando? Contestar a esa pregunta no está siendo nada fácil.

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Crédito: NASA/JPL-Caltech.

Indagando entre manuales antiguos

El equipo de Dodd ha tenido que recurrir a un sinfín de cajas con archivos en papel elaborados durante los años 70. El problema es que es algo así como disponer de solo algunas de las piezas de un inmenso rompecabezas y tener que rellenar los huecos simplemente con intuición.

Muchos de los archivos que se elaboraron en su día se han perdido a medida que los primeros científicos del proyecto se han ido jubilando. Quizás podrían recuperarse algunos, pero posiblemente otros se hayan perdido para siempre.

La mejor forma de detectar el origen del problema de Voyager 1 será restablecer el sistema, pero no saben cómo hacerlo. Por eso, de momento solo pueden barajar algunas hipótesis. La primera es, simplemente, que puede haber piezas envejecidas. Recordemos que la misión inicialmente iba a durar 5 años y que ya lleva 45. Además, puede que haya sufrido el impacto de partículas cargadas de alta energía en el espacio interestelar. Es una colisión poco probable, pero no imposible. Y, si se diera el caso, las consecuencias podrían ser similares a las que ya se están experimentando.

Pero nada de esto es seguro. Habrá que seguir usando las nuevas herramientas y conocimientos científicos, sin dejar de bucear en los documentos del pasado. Así, quizás, se logre dar con el problema para, como estaba previsto, mantener al Voyager 1 a pleno rendimiento hasta 2025. Y, ¿quién sabe?, quizás también hasta mucho más tarde.