El canto de los pájaros no es una simple afición al karaoke. Es su propia forma de comunicación y puede ir desde una estrategia para marcar el territorio hasta un modo de atraer parejas para el apareamiento. Sea como sea, lo que está claro es que deben tener un buen oído. De nada les serviría el canto si no hubiese otros pájaros para escucharlo. Sin embargo, si nos fijamos en ellos da la sensación de que no tienen orejas. Algunos búhos sí, pero en general la mayoría de aves parecen carecer de ellas. ¿A qué se debe esto?
Bien, lo cierto es que, como cabría esperar, sí que tiene oídos. No es lo mismo no tener oídos que no tener orejas. Los pájaros sí que tienen un sistema auditivo abierto al exterior. De hecho, si nos fijamos en algunos pájaros podemos verlo, aunque no se parezca a las orejas típicas de los mamíferos.
Lo que ocurre es que, por diversos motivos, un pabellón auditivo no les traería más que problemas. Es más, ni siquiera los búhos tienen orejas. Eso que a menudo confundimos con ellas son penachos de plumas que nada tienen que ver con la audición. Pero, entonces, surge una nueva pregunta: ¿cómo oyen los pájaros?
La historia de las orejas de los pájaros
Las orejas, también conocidas como pinna o pabellones auditivos, componen la única parte visible del oído. En los animales que las tienen ayudan a canalizar las vibraciones del sonido para optimizar la audición.
Son muy útiles, desde luego, pero también pueden conllevar ciertos inconvenientes. Por ejemplo, suponen una gran apertura al exterior, que facilita la entrada de cuerpos extraños o la aparición de infecciones. En el caso de los seres humanos, por ejemplo, contamos con sistemas de defensa, como la cera. Pero no todos los animales lo tienen. Por eso, si no les va a dar beneficios remarcables, pueden evolucionar sin orejas.
En cuanto a los oídos, generalmente se conectan con el exterior por pequeños orificios ubicados a los lados de la cabeza y cubiertos por plumas para evitar esa entrada de cuerpos extraños. Estos son conocidos como meatos auditivos y están conectados al tímpano, que se empuja hacia adelante y hacia atrás a medida que las ondas sonoras golpean sobre él.
Cada ave es un mundo
Todos estos rasgos son a nivel general. No obstante, cada ave tiene sus propias características en lo referente al oído. Por ejemplo, se ha visto que las aves acuáticas, que deben bucear para buscar alimento, muestran, entre otras modificaciones, una reducción de las áreas de entrada hacia el tímpano.
Por otro lado, se ha visto que las aves paleognatas, como las avestruces o los emúes, tienen una abertura del oído más grande y desprotegida. Además, no se insertan músculos en estas aberturas, como ocurre con otras aves.
En cuanto a las supuestas orejas de los búhos, ni siquiera todos las tienen. Estas falsas orejas se encuentran solo en pájaros del género Asio, conocidos como búhos orejados. Tienen penachos de plumas erguidos a los lados de la cabeza, pero no son orejas.
Ahora bien, como con el resto de pájaros, que no tengan orejas no quiere decir que no tengan buen oído. De hecho, del género Asio o no, los búhos tienen un sentido del oído muy agudo. Esto es posible gracias a la forma cóncava de su cabeza, que actúa como una especie de antena parabólica y lleva el sonido hacia los oídos.
Además, algunos cuentan con los orificios de sus oídos no simétricos. Por ejemplo, los de la familia Strigidae tienen uno más alto que otro, de modo que puedan calcular a qué altura están los sonidos que detectan. Ocurre lo mismo que al tener uno a cada lado de la cabeza. Los seres humanos sabemos si un sonido viene de un lado o de otro según qué oído lo capte primero. Los búhos van más allá y pueden concretar la altura.
Así que no, los pájaros no tienen orejas, pero eso da bastante igual. Muchos de ellos oyen mil veces mejor que tú y que yo.