Entre las mejores decisiones que se pueden tomar tras haber visto una adaptación cinematográfica que nos haya asombrado por su modo de enfocar lo que nos cuenta, está leer la obra literaria en la que el guionista del filme se ha basado para escribir su libreto. Sólo de esa forma podremos averiguar si la admiración por lo que nos ha impresionado se la debemos al literato o a quien ha transformado su texto en un guion de cine. Así las cosas, no cabe duda de que todos *aquellos espectadores a los que La llegada* les haya deslumbrado, al menos hasta el punto de coincidir con las críticas tan favorables cosechadas, deberían plantearse recorrer los relatos del libro en que se encuentra la historia original**.
Hace unos años, el estadounidense Eric Heisserer, responsable de los guiones del remake de A Nightmare on Elm Street (Samuel Bayer, 2010) o de la precuela The Thing (Matthijs van Heijningen, Jr., 2011), *se tropezó con La historia de tu vida*, una recopilación que su compatriota Ted Chiang había publicado en 2002 y ganadora del Premio Locus, al igual que cuatro de los ocho cuentos de fantasía y ciencia ficción que la integran habían sido reconocidos antes con el Nebula, el Theodore Sturgeon Memorial, el John W. Campbell, el Kurd Lasswitz, el Seiun, el Sidewise, el Hugo y el propio Locus. Y mientras se lo zampaba, parece que le llamó poderosamente la atención la cuarta historia, que da nombre al propio libro.
“Se quedó conmigo”, ha explicado Heisserer refiriéndose ella. “Me ensombrecía durante el día y se cernía sobre mí cuando dormía. Sabía que quería trasladarla a la gran pantalla, pero no tenía idea de cómo, o con quién. Sólo sabía que tenía que encontrar una manera”*. Y tardó un poco en conseguirlo, pero vaya si la encontró: primero con los productores Daniel Cohen y Dan Levine y, a través de ellos, con el director canadiense Denis Villeneuve, ya conocido por Prisoners (2013) y Sicario (2015). Y La llegada* ha sido el satisfactorio fruto de su empeño, que los más exagerados han querido ver como la última cumbre de la ciencia ficción.
Pero lo que descubrió el amante del género que es Heisserer en “La historia de tu vida”, publicada originalmente en la segunda antología de Starlight en 1998, como en el resto de los relatos, fue “una fascinante ficción que es a la vez intelectualmente vigorizante y emocionalmente verdadera”: no hay nada mejor que eso en literatura si le sumamos el lenguaje delicioso de otros y escasos autores, si bien resulta indiscutible que Chiang se defiende muy bien con las palabras, que domina al nivel de un vocabulario preciso, y sus textos son irreprochables.
Quizá el cuento en el que se percibe mejor la habilidad de Chiang para ofrecer desafíos intelectuales desde un enfoque muy diferente a lo acostumbrado o hasta excéntrico y, a la vez, una urdimbre emocional capaz de atrapar a los lectores que se interesan menos por los conceptos científicos más abstractos es, de seguro, “La historia de tu vida”. Primero nos enreda con los grandes problemas de comunicación entre una especie alienígena y la humanidad, demostrando una lógica abrumadora a la luz de la cual debería caérseles la cara de vergüenza a otros narradores que se han ocupado de encuentros extraterrestres sin haberlo considerado en absoluto, mientras por el camino nos deja migajas de una trama personal, y termina estallando en nuestras cabezas al engarzarla con el asunto alienígena por una revelación que causa escalofríos.
Está clarísimo, pues, que Heisserer ha respetado por fortuna el planteamiento de Chiang al escribir el libreto de La llegada. Pero el relato que encabeza la recopilación, publicado por la revista Omni en 1990, lleva por título “La torre de Babilonia”, y la reimagina alzada sobre un mundo en el que el modelo geocéntrico de la cosmología babilónica es la realidad, pasmándonos con sus implicaciones finales y las de las propias características de la torre. El segundo es “Comprende”; apareció en la revista *Asimov’s Science Fiction* en 1991 y se muestra tan espeluznante como puede llegar a serlo una superinteligencia.
El mismo año, la publicación Full Spectrum 3 acogió en sus páginas el tercer cuento recopilado, “División entre cero”, que narra la manera en que un hallazgo matemático insólito y devastador puede afectar a una persona en todos los sentidos. El quinto tras “La historia de tu vida” es “Setenta y dos letras”, publicado en la antología Vanishing Acts en 2000, y nos presenta una interesante sociedad en la que la cábala y la creación sistemática de golems como autómatas útiles conduce a una conjetura final que puede cambiar el destino de los seres humanos. “La evolución de la ciencia humana” es el sexto y vio la luz ese año nada menos que en la revista Nature con el título de “Atrapando las migajas de la mesa”, pues tiene la curiosa forma de un artículo especializado sobre un futuro en el que la investigación científica humana parece haber llegado al límite.
Sin embargo, uno de los relatos más inspirados de Chiang se publicó en la tercera antología de Starlight en 2001 y fue reimpreso en otras dos a lo largo del mismo año: “El infierno es la ausencia de Dios”, una increíble, divertida y punzante sátira, finalmente desoladora, acerca de cómo sería en verdad nuestro mundo si la mitología judeocristiana fuese cierta, con sus criaturas celestiales inmiscuyéndose en nuestros asuntos y la contradictoria dinámica del pecado y su castigo estuviera en funcionamiento.
E inferior a esta última pero también destacable es la propuesta de “¿Te gusta lo que ves? (Documental)”, que explora con lucidez e ironía, y el formato de una serie de testimonios, la controversia que podría originarse si se eliminara de un plumazo la ventaja que supone la belleza en el trato entre las personas y la articulación social. Otro ejemplo de que las inauditas ideas de Ted Chiang como escritor de relatos merecen que nos acerquemos a su obra, e igual que el guionista de La llegada, le demos una oportunidad con justicia y el ánimo de que nos llene de asombro.