En la guerra no hay buenos ni malos, solo ganadores y perdedores. Cada lado tendrá su narrativa según su perspectiva, pero el panorama general es mucho más complicado. No existe situación más extrema; pero, lamentablemente, para entender la historia humana, hay que estudiar los múltiples conflictos bélicos que la moldearon.
Durante de la segunda guerra mundial, los pobladores de la Indochina francesa aprovecharon el caos general para conseguir su independencia. Los seguidores de Hồ Chí Minh buscaban instalar un Gobierno comunista para devolver el poder a los ciudadanos y expulsar a los colonizadores franceses. Estados Unidos temía que, si Indochina se volvía comunista, el resto de naciones asiáticas harían lo mismo, conocido como el efecto dominó, responsable por causarles pesadillas a los líderes estadounidenses durante la guerra fría.
Estados Unidos apoyó a Francia en su intento de mantener el gobierno sobre sus colonias; pero, a pesar de todos sus esfuerzos, el ejército de guerrilla vietnamita era demasiado efectivo. Los americanos decidieron orquestar un ataque falso conocido como incidente del golfo de Tonkín. Este les serviría como excusa para iniciar el salvaje conflicto en que se convertiría la guerra de Vietnam.
El país se dividió en dos: el norte, dominado por los comunistas y el sur, controlado por una dictadura artificial. El mundo pensó que Estados Unidos saldría victorioso sin muchos problemas, debido a su gran poderío militar; pero los americanos no contaban con el ingenio guerrillero de las facciones contrarias. Estaban acostumbrados a conflictos más sencillos, de simples oposiciones de fuerzas inferiores en campos abiertos, no estaban preparados para luchar en plena selva.
Entre muchas protestas internas y otras presiones sociales, Estados Unidos había perdido el apoyo de su ciudadanía y la poderosa ofensiva Vietnamita había destruido la moral ganadora de sus soldados. El quince de enero de mil novecientos setenta y tres, los americanos decidieron acabar con la guerra.
Desde entonces el conflicto ha sido documentado tanto en el cine como en el resto de la cultura popular, pero nunca ha sido visto desde la perspectiva de los propios soldados involucrados en él, hasta ahora.
La siguiente serie de fotografías muestra desde los momentos más caóticos hasta los más mundanos, retratadas por soldados americanos en pleno conflicto. En su mayoría jóvenes inexpertos que eran enviados a morir por su país sin saber exactamente el porqué.
A través de estas imágenes podemos observar cómo la guerra los afectaba e influenciaba sus acciones. Es interesante contemplar el conflicto desde dentro, sin ninguna clase de filtro.