Los meses de noviembre en Palm Beach no son iguales que en muchos otros rincones del hemisferio norte. El otoño se caracteriza por un clima suave que no suele bajar de los 15 grados de temperatura, época que es precisamente aprovechada por muchos turistas y jubilados para escapar de las primeras olas de frío que se acercan al continente americano.

Sin embargo, en el mes de noviembre de 2000, entre los habitantes de Palm Beach convivieron cientos de periodistas llegados de todo el mundo. El día 9 de noviembre, cuando caía la tarde, muchos estuvieron allí para ver cómo miles de habitantes salían a las calles para protestar lo que ellos consideraban como “un robo”.

Dos días antes, el 7 de noviembre, se celebraban en todo el país unas elecciones generales en las que George W. Bush y Al Gore se disputaban un puesto en la Casa Blanca y, sin ellos ni siquiera saberlo, la posibilidad de dirigir al país en cuatro años difíciles, posiblemente entre los más complicados de su reciente historia.

Un primer recuento de los votos otorgaba a George W. Bush una estrecha ventaja en el estado de Florida, clave en todas las elecciones estadounidenses, que terminó convirtiéndose en estrechísima tras varios recuentos (manuales y mecánicos) y en la parte del puzzle que Bush necesitaba para convertirse en presidente de una de las principales democracias de todo el mundo.

“Tiene que haber una forma de evitar estas cosas”

A miles de kilómetros de distancia, un grupo de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) llevaba ya varios años trabajando en una serie de proyectos relacionados con la criptografía electoral, la rama de la criptografía encargada de analizar los niveles de seguridad asociados a procesos electorales y el mantenimiento de la privacidad de la información que en ellos se intercambia.

Barcelona Càtering" width="610" height="393" class="size-large wp-image-397880" /> Scytl. Imagen: Barcelona Càtering

Andreu Riera lideraba un equipo de investigadores y doctores que, atónitos, veían cómo Estados Unidos se veía afectado por un fraude electoral de grandes magnitudes y que todavía hoy es recordado por muchos como “un pucherazo”.

Dos años más tarde, tras el 11S y con George W. Bush ya asentado en la Casa Blanca, Andreu Riera, Jordi Sánchez y Laia Torras (estos dos últimos pertenecientes a la Fundación Jaume Bofill), publicaban un whitepaper en el que compartían abiertamente su visión sobre los procesos electorales y sus posibles mejoras a través de la aplicación de la tecnología.

En Internet Voting: Embracing Technology in Electoral Processes, Riera y sus compañeros explicaban que “el voto por Internet no es milagroso, pero todavía supone una prometedora forma de mejorar nuestros procesos electorales si se implementa correctamente”.

Un año antes de escribir esas líneas, Riera había fundado la que hoy en día es la mayor empresa de tecnología electoral del mundo, con sede en Barcelona y más de 600 empleados repartidos en siete oficinas a lo largo y ancho del planeta.

Su actual CEO, Pere Vallés, se unió a Scytl en el año 2004, cuando Riera ya había formado un equipo de investigadores con un “perfil muy académico, muy científicos”, recuerda Pere Vallés en una reciente entrevista. “Sin embargo, entre ese grupo de personas se encontraba una con una habilidad que pocas veces se encuentra en el sector, la de combinar la ciencia y los negocios de una forma extraordinaria”, dice Vallés en referencia a Riera.

Por entonces Riera ya estaba pensando en futuros proyectos y Vallés se incorporaba para comercializar todo el conocimiento técnico que había sido generado en el seno de la UAB. “Lo que le gustaba era crear empresas y levantar proyectos, más que hacerlos crecer y acompañaros en su maduración”, admite Vallés.

Andreu Riera falleció el 11 de marzo en un trágico accidente de tráfico, cuando regresaba a su Manresa natal tras una jornada de trabajo. “Recuerdo que me llamaron el sábado por la mañana y fue un shock enorme. Era una persona joven, vital, con mucha energía, y para la gente que estábamos por entonces en la empresa (sobre 25, 30) fue un golpe brutal”.

Riera, contra todo pronóstico y desgraciadamente, nunca podría llegar a ver como aquello que había empezado en una universidad se convertiría en líder de un mercado en constante ascendencia.

Desde Barcelona para el mundo

Scytl

Valdés lidera hoy una empresa que ofrece 24 soluciones diferentes a países de medio mundo para modernizar sus procesos electorales. El voto por internet, como él mismo reconoce, es solo una de esas soluciones pero quizás una de las que más llama la atención.

Existen en estos momentos 21 países en todo el mundo usando el voto por internet en sus elecciones. 19 utilizan la tecnología de Scytl.

La empresa con sede en Plaça de Gal la Placidia, al norte de Barcelona, cuenta en su lista de clientes con 1.400 de los 3.200 condados de Estados Unidos, que son los encargados de gestionar las elecciones presidenciales del país en 38 estados. De entre los 12 estados restantes, Nueva York, Virginia, Alaska o New Jersey también utilizan Scytl. Y lo mismo ocurre en determinados procesos de Francia, Noruega, Australia, Nigeria, India o Brasil y en España en las elecciones generales del 20 de diciembre que se avecinan.

Scytl, que facturó 63 millones de dólares en 2013 con unos beneficios de 23 millones y consiguió más de 100 millones de varios fondos de capital riesgo el año pasado, se prepara para salir a bolsa en 2017, pudiendo convertirse en la primera empresa española en cotizar en el Nasdaq americano.

Una plaza que, Vallés, cree que es la más adecuada para una empresa de software. “Si miras las empresas de software que han salido a bolsa en el Nasdaq en los últimos años, ves que la mayoría hacen una media de 80 millones de dólares de ingresos al año, tienen crecimientos del 35% y están perdiendo dinero. Nosotros seremos bastante más grandes que eso, tenemos un crecimiento por encima de la media y además somos rentables”.

“Y después tenemos otro factor que se valora mucho en bolsa: que seas líder de categoría en tu sector”, apuntilla.

El trabajo iniciado por aquellos 12 investigadores que en silencio trabajaron durante años en las aulas y despachos de la UAB se ha visto recompensado. Scytl es hoy en día una de las principales empresas tecnológicas españolas y, probablemente, la más global de todas ellas.

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