Hay veces que pienso que el FBI estadounidense no ha evolucionado mucho y, por algunas de sus acciones, da la sensación de estar aún viviendo en la época de J. Edgar Hoover. La política del miedo y el temor al terrorismo sumado a la ignorancia que tienen sobre el funcionamiento de la red suele dar como resultado movimientos excesivamente exagerados o pautas y advertencias que no tienen sentido y que generan más alarma que beneficios. Precisamente, dentro de las advertencias y pautas, el FBI ha publicado un folleto destinado a gestores de ciber-cafés, es decir, sitios públicos de acceso a Internet, para que observen comportamientos "sospechosos" que podrían ser indicativos de un presunto terrorista. ¿Y qué tipo de comportamientos son éstos? Velar por la privacidad de tus comunicaciones.
¿La privacidad es un indicativo de que alguien es un terrorista? Suena bastante surrealista pero, según el folleto del FBI, varios son los comportamientos sospechosos:
Control de la privacidad y tendencia a bloquear la pantalla para que nadie vea el contenido de ésta Pagar en efectivo o usar tarjetas de crédito con nombres distintos Intentar distraer a los empleados del establecimiento Usar múltiples teléfonos móviles o cambiar la tarjeta SIM de éstos por otras Desplazarse, desde un lugar lejano, al ciber-café Usar portales que ofrecen navegación anónima y evitan el rastro de la IP origen Uso de libros de claves y códigos Uso de aplicaciones para el cifrado de datos en fotos o documentos Uso sospechoso de aplicaciones de VoIP Descarga de mapas o fotos de transportes, eventos deportivos o ciudades pobladas
A esta lista se suma el acceso a contenidos como "El Libro de Cocina del Anarquista" o informaciones sobre tácticas militares pero, si bien al final del folleto indican que es importante recordar que si alguien es diferente o tiene un aspecto distinto no implica que sea un terrorista, algunas de las pautas marcadas como "sospechosas", bajo mi punto de vista, son algo de lo más normal (otras no lo son tanto, por ejemplo, pagar con la tarjeta de crédito de otra persona) y, por tanto, no entiendo cómo alguien puede considerar que son un indicativo de una actuación de carácter delictivo.
Hay veces que suelo salir a la calle con hasta tres terminales móviles (uno personal, otro del trabajo y, por ejemplo, alguno que esté probando) y, si accedo a Internet desde un equipo de uso público (el hall de un hotel o en un evento), utilizo el modo de navegación anónima y, según la consulta que tenga que realizar, alguna que otra vez también me he valido de Tor para que mi tráfico fuese anónimo; de hecho, me molesta que la gente se quede mirando la pantalla de mi ordenador cuando estoy trabajando. ¿Acaso soy sospechoso de ser un terrorista? Si seguimos las pautas marcadas en este folleto, el empleado de un ciber-café de Estados Unidos podría sospechar de mi y contactar con las autoridades por el mero hecho de conectarme a los servidores de mi oficina usando una VPN.
El nivel de paranoia con respecto al uso de la red roza el absurdo demasiadas veces. Un usuario concienciado con la importancia de mantener a salvo sus datos y, por tanto, con una actitud activa ante la protección de sus datos en la red es algo que deberíamos incentivar y sería un comportamiento que deberíamos fomentar entre los ciudadanos, sin embargo, parece ser que el FBI considera este tipo de pautas una barrera y prefiere que los ciudadanos dejen sus datos expuestos.
Para el FBI el mundo parece que funciona al revés.