Sucesora de los monitores de tubo, que tanto espacio ocupaban en nuestros escritorios, pronto el LCD se impuso como el estándar en absolutamente todos los ámbitos, llevándose por el medio a tecnologías que ofrecían una significativa mejora en calidad de imagen como el plasma. El auge móvil catapultó la producción a los cientos de millones de paneles anuales, pero todo llega a su fin. El LCD es una tecnología obsoleta por definición, que necesita una luz que ilumine los pixeles y que nunca ha sido adalid de la mayor fidelidad de color. Era suficiente para suplir las ambiciones de tecnológicas y consumidores, pero en pos de la diferenciación, los grandes van a virar hacía el OLED y derivados.
El primero es Apple, famoso por consolidar cuando ella cree oportuno cualquier innovación. Estos paneles, mucho más costos de producir en comparación con los LCD, no sólo serían más delgados y ofrecerían mayor contraste: permiten introducir tecnología entre cada subpixel. Una posible aplicación es el lector de huellas integrado en ella gracias a fotodiodos que pudieran leer la huella dactilar del usuario aunque esté mojada. A su vez, podría emplearse para eliminar el último escollo mecánico de interacción entre teléfono y usuario: el botón central.
Según el periodico surcoreano Yonhap, el productor líder en pantallas OLED, Samsung Display, ha firmado un acuerdo con la compañía californiana por un valor de 2.600 millones de dólares para suplir más de 100 millones de paneles de 5,5 pulgadas. El acuerdo es de tres años y supondría el despegue definitivo de una tecnología que sólo ha disfrutado de protagonismo en los teléfonos insignia de Samsung y, de forma anecdótica, en los televisores de alta de su rival LG. La tecnología OLED ofrece la posibilidad de crear pantallas casi perfectas, donde el negro sea negro, el contraste sea infinito y cada pixel pueda adaptar un determinado color ignorando al adyacente, algo costoso en los paneles LCD que acusan los halos de luz de la retroiluminación.
El problema son los costes y su fiabilidad, pero si Apple se ha decidido a dar el salto es porque Samsung ha tenido que lograr limitar en gran medida sus posibles defectos y acotado sus costes. Es probable, además, que estemos hablando de una generación de paneles en los que cada pixel genera su propia luz diferente a los paneles AMOLED, la interpretación OLED de Samsung, disponibles en el mercado.
Para los surcoreanos, el LCD tampoco es el futuro. Samsung, el líder en cuota de mercado de televisores LCD, está ya elaborando el plan de desarrollo y distribución de su oferta en imagen los próximos años. La compañía, con sede en Seul, explora la posibilidad de pasar directamente de los paneles LCD _quantumm dot_ a una nueva tecnología de pantalla sin pasar por los OLED, tecnología empleada por sus rival, LG.
Aunque Samsung haya estado desarrollando tecnologías OLED durante años, problemas como su corta vida o los desorbitados costes de producción que implican, debido a que usan materiales orgánicos, han hecho que la compañía planee dar el paso hacia la tecnología QLED tras el despliegue de sus televisores SUHD quantum-dot. La tecnología QLED usa puntos cuánticos, nano estructuras semiconductoras que dirige a los electrones en tres direcciones, colores, de un tamaño que roza los 2 nanometros. Además, son parte de una tecnología que emite luz propia, por lo que no necesita una luz trasera como ocurre en los LCD. Al no necesitar una luz que ilumine la pantalla, el contraste es infinito, los negros son puros y el panel adelgaza gracias a la supresión de los focos.
Samsung se salta el OLED, va directo al QLED
Al usar materiales inorgánicos, su resistencia al paso del tiempo es mucho mayor que en las OLED, que emplean materiales orgánicos, fabricarlos es mucho más barato y, debido a que cada pixel puede tomar un color de forma totalmente independiente, sus capacidades para mostrar contenido HDR, el nuevo furor en la gama alta de televisores, aumenta drásticamente. Samsung se enfocará en sus televisores LCD de puntos cuánticos hasta que esta nueva tecnología, que traerá la calidad de los OLED a un coste menor, esté lista para comercializar sobre el 2020.
LG también ha realizado cuantiosas inversiones en sus líneas de producción de paneles OLED destinados a teléfonos inteligentes, tabletas y vehículos.
Menos esperanzadora es la situación de las compañías japonesas y su renqueante rendimiento fiscal, debido a la voraz competencia de los países cercanos a la isla. Auspiciadas por el proteccionismo gubernamental, las compañías que años ha eran pioneras, ahora pelean por sobrevivir en un cada vez más cruento negocio dominado por la distribución surcoreana y la amenaza constante de China. Su máximo exponente, Sharp, fue comprada por Foxconn, una multinacional taiwanesa que fabrica productos electrónicos a gran escala por encargo. El gobierno japonés no pudo evitar la fuga de talento de un país que sobrevive en crisis estable desde hace años.
Toshiba, Sony o Hitachi forman parte del previamente mencionado conglomerado empresarial nipón. Además de fabricar paneles para televisores, cuya demanda ha caído en picado debido a la distribución surcoreana, estas empresas fabrican gran parte de los paneles LCD que son ensamblados en teléfonos inteligentes como el iPhone de Apple. No se conoce, y no se espera, que es lo más grave, un drástico avance en tecnología de pantalla capaz de emitir luz propia. Sin Apple comprando millones y millones de paneles y una industria que pivotará hacia las tecnologías OLED, Japón parece quedar destinado a librar otra mala mano en este juego.