cambio de hora

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En la madrugada del sábado 26 al domingo 27 de marzo, coincidiendo con el último fin de semana del mes, los europeos nos veremos obligados a adelantar una hora nuestros relojes. De este modo, a las 2:00 h serán las 3:00 h. Este **cambio de hora supone la entrada del horario de verano, como establece la Directiva 2000/84/CE y el Real Decreto 236/2002.

El cambio de hora supone perder una hora de sueño, una medida que tiene un mínimo impacto en nuestro cuerpo según los expertosSegún el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), "el buen funcionamiento de algunos sectores, no sólo el de los transportes y las comunicaciones, sino también otros ramos de la industria, requiere una programación estable a largo plazo". Esta afirmación justifica el cambio de hora pues, de acuerdo a sus estimaciones, el ahorro energético se sitúa en el 5% del consumo eléctrico en iluminación, lo que equivale a 300 millones de euros con los precios vigentes en la actualidad.

La medida, sin embargo, ha sido criticada por entidades como la Asociación de los Consumidores de Energía, que cuestionan que el ahorro sea tan elevado. La propia Comisión Europea admitía en un informe publicado en 2007 que el ahorro era real, aunque era difícil de determinar y parecía "relativamente limitado". Más allá de la polémica sobre el impacto energético y económico del cambio de hora, ¿existe algún efecto sobre nuestra salud?

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Como explicaba a Hipertextual el Dr. Juan Antonio Madrid, catedrático de Fisiología de la Universidad de Murcia, los efectos que experimentará nuestro cuerpo tras el cambio de hora serán similares "a los que ocurren cuando una persona se va de viaje a Canarias". Es decir, el impacto del adelanto horario es mayor en marzo que en octubre, pues en esta ocasión perdemos una hora de sueño. En cualquier caso, según el experto, "nuestro organismo se ve más afectado cuando trasnochamos" que con el cambio de hora que realizaremos este fin de semana.

Los síntomas que experimentaremos durante el domingo serán similares a los de un "mini jet-lag". En otras palabras, podríamos estar más cansados, fatigados, apáticos o irritables. Síntomas que, sin embargo, desaparecerán en dos o tres días cuando nos adaptemos biológicamente al horario de verano. Por estos motivos, según Madrid, el mejor consejo es que "nos adaptemos a la nueva hora lo antes posible". Así reduciremos el mínimo impacto fisiológico de una medida aplaudida y cuestionada a partes iguales por sus efectos sobre el ahorro energético.

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