Cuando en 1972 se estrenó La Naranja Mecánica, buena parte del público reaccionó con sorpresa a su premisa. La historia de cinco delincuentes juveniles capaces de cualquier atrocidad de Stanley Kubrick no dejó indiferente a nadie. Y razones no faltaban. De mostrar la violencia explícita a un nivel nuevo para el cine — en especial, porque no se censuraba ni tampoco se matizaba con un mensaje moral — a una violación. La película que adaptaba la obra del mismo nombre de Anthony Burgess, satirizaba todos los aspectos de la sociedad inglesa.

En medio de la polémica, la cinta fue prohibida en Reino Unido, mientras que en Norteamérica recibía una nominación al Oscar a mejor producción del año. Algo que la volvió una obra de culto y fenómeno por derecho propio. Finalmente, a principios de 1977, la cinta fue estrenada en Hispanoamérica, lo que provocó que se avivara el debate acerca de su argumento. Un giro de los acontecimientos que la confirmó como una de las películas más controvertidas de la historia. Una que, por su punto de vista sobre la crueldad, el crimen y la crueldad de la naturaleza humana, sería impensable, pudiera llegar a las salas de cine actuales.

Pero no es la única. Te dejamos cinco películas que, por diversas razones, serían imposibles de estrenar en la actualidad. De una comedia romántica más turbia de lo que parece, hasta un thriller de suspense erótico con un trasfondo complicado que hoy despertaría el escándalo. Todo para reflexionar acerca del cine y sus temáticas, pero sobre todo la evolución de la opinión pública acerca de géneros y sus temáticas.

Mujer bonita

Pretty Woman Richard Gere

En 1990, la cinta que parecía un cuento de hadas para adultos, se convirtió en un éxito rotundo. En especial, porque el director Garry Marshall exploró en sus complicados temas desde el punto de vista de una comedia romántica. De modo que la historia de una trabajadora sexual (Julia Roberts), que termina por enamorarse de un ejecutivo (Richard Gere) que la rescata de sus pesares, deslumbró. Pero a la distancia, la mayoría de sus polémicos puntos de vista, serían imposibles de tratar con la sensibilidad actual.

De la visión romántica de la prostitución a incluso, presentar de forma retorcida una agresión sexual que, aunque no llega a consumarse, resulta perturbadora. La cinta atraviesa terreno espinoso acerca de la mujer, la libertad sexual y hasta la desigualdad de poder en una relación en apariencia consentida. Y aunque Mujer bonita no intenta ser otra cosa que un romance agrio que termina con un final feliz, continúa siendo controvertida.

Mucho más, cuando el argumento de JF Lawton no disimula que es mucho más edulcorado que realista. Por los que las preguntas sobre la naturaleza del sexo y el amor en medio de una relación transaccional son inevitables. Algo que, curiosamente, la nominada al Oscar Anora, heredó en cierta medida. Solo que la obra de Sean Baker es mucho más intuitiva y sin duda, enfocada en mostrar el dolor y la oscuridad, bajo una supuesta historia de amor. Algo que Mujer bonita olvida por completo.

Acoso

En 1994, la idea del acoso sexual laboral era mucho más nebulosa que la actualidad. Lo que permitió al director Barry Levinson, desarrollar el guion de Paul Attanasio — basado en la novela de Michael Crichton —desde un ángulo controversial. Eso, al mostrar al personaje de Meredith Johnson (Demi Moore), como una villana a temer. No solo por encarnar el estereotipo de una figura femenina poderosa como alta ejecutiva corporativa. También, por ser capaz de utilizar esa posición para presionar, manipular y chantajear a su contraparte masculina.

Que es exactamente lo que ocurre cuando Meredith intenta sepultar la carrera de Tom Sanders (Michael Douglas), luego de que este la rechazara en un avance sexual. La cinta, explora en la premisa que la ejecutiva carece de límites y de hecho, sabe que puede usar los protocolos de seguridad que deberían protegerla contra Tom. Lo que plantea, que el personaje se aprovecha de todo lo que podría favorecerla para contraatacar, encarnado la esencia de lo que Newsweek llamó paranoia masculina blanca un año antes. Un punto que se traduce como la certeza que cualquier hombre anglosajón de mediana edad, está en peligro de ser atacado por el mero hecho de serlo.

En la actualidad, luego del auge del movimiento #MeeToo, la premisa es controvertida por necesidad. Especialmente, porque ni la novela de Crichton o la película de Levinson analizan el acoso como una agresión sexual. En realidad, lo hacen como un juego de poder y de seducción. Mucho peor, cuando su conclusión parece ser la confirmación que una posición de jerarquía, despierta los peores apetitos de cualquiera. Algo que diluye el elemento más grave del acoso laboral: la de utilizar el sexo como una forma de control y manipulación directa. Lo que el enfoque trivial de la cinta, es incapaz de abarcar.

Una proposición indecente

Por lo visto, la década de 1990 dio lo mejor de sí en historias polémicas. Algo que confirma esta película de Adrian Lyne de 1993, que en la actualidad sería casi imposible de llevar al cine. La premisa sigue a Diane (Demi Moore) y David Murphy (Woody Harrelson), un matrimonio que atraviesa una grave situación económica. Por lo que cuando el millonario John Gage (Robert Redford), le ofrezca a Diane un millón de dólares por pasar una noche juntos, creará un conflicto complicado. 

Eso, cuando el matrimonio deba plantearse la idea, no solo para evitar la bancarrota, sino en los límites de su propia experiencia juntos. En la década de 1990, la cinta causó revuelo porque la cinta, la posibilidad del deseo y la avaricia con claridad. No se trataba de una violación, tampoco una agresión a cambio de una suma de dinero. En realidad, la proposición de Gage era más parecida a una cita poli amorosa. Con la salvedad, que además había un millón de dólares de por medio. 

Por supuesto, en la actualidad sería impensable que una película planteara que una mujer pudiera ser parte de una transacción comercial. Mucho menos, de la forma en que la cinta lo plantea — incluso, se firma un contrato — y peor aún, la reacción de la pareja luego de la infidelidad consentida. Absurda, por momentos confusa, la cinta sería considerada hoy en día sexista, violentamente retrógrada y hasta capaz de brindar un lustre romántico a la prostitución. 

Robocop

Este clásico ochentero de la ciencia ficción, dirigido por Paul Verhoeven, es excesivo por dónde se le mire. No solo por la visión del capitalismo deshumanizante, capaz de transformar a un policía asesinado en un experimento cruel. A la vez, por mostrar la idea desde una decadencia cada vez más retorcida y humillante. Lo cierto es que Robocop, brilla en su propio sentido del desafío, el horror y un corrosivo sentido de la sátira, que convierte la película en una experiencia inclasificable.

Claro está, una cinta semejante se encuentra llena de secuencias para la historia del cine extremo. Del asesinato de Murphy (Peter Weller), en una escena sangrienta que desafía cualquier sensibilidad, a Robocop salvando a una mujer de ser violada disparándole entre las piernas. Todo se conjuga en una distopía urbana que dibuja a una Detroit al borde de la destrucción y la llegada del totalitarismo tecnológico.

Parte del éxito de un argumento semejante, se debió al momento histórico en que llegó, en medio de debates sobre la ética empresarial y la ambición monstruosa. Quizás por ese motivo, el intento en 2014 de traer de vuelta al robot policía resultó fallido y hasta un poco ridículo. Lo que solo confirmó la brillante visión del mal contemporáneo de Verhoeven en la original, impensable en la actualidad.

Instinto básico

También de Paul Verhoeven, este thriller erótico es la receta del escándalo cinematográfico llevado a su extremo más delirante. La historia de la asesina en serie bisexual, Catherine Tramell (Sharon Stone), profundiza tanto en la violencia como el poder sexual. Por lo que buena parte del argumento, es un estudio acerca de la capacidad del personaje para aterrorizar, manipular y matar.

Pero además, el director decidió explora en todo lo anterior, a través de la provocación y el escándalo. Del icónico cruce de piernas del personaje de Stone, hasta insinuar que su amante lesbiana era una criminal sin capacidad de redención. La cinta tocaba todo tipo de puntos sensibles y con un descaro decadente que despertó protestas y el desprecio de grupos de activistas. Un giro de los acontecimientos que harían prácticamente imposible que la película fuera estrenada en la actualidad.