Donald Trump será presidente de Estados Unidos por segunda vez tras imponerse a Kamala Harris, la actual vicepresidente de Joe Biden, en una elección que no fue tan reñida como se esperaba en la previa. El empresario iniciará su nuevo mandato el 20 de enero de 2025, tras superar los 270 votos electorales necesarios para garantizar su regreso a la Casa Blanca e imponiéndose también en el voto popular.

La victoria de Donald Trump ya genera ruido en múltiples ámbitos; entre tantos, el tecnológico. Desde las Big Tech y los fabricantes de coches eléctricos, hasta la inteligencia artificial y las criptomonedas, por solo nombrar algunos.

Durante su campaña, el ahora presidente electo republicano dejó en claro que tiene a grandes tecnológicas como Google y Meta en el punto de mira. Mientras que sentó una posición bastante polémica con respecto a la automoción eléctrica, que resultó especialmente contradictoria debido al apoyo explícito de Elon Musk a su candidatura.

Pero eso no fue todo. Es por ello que a continuación haremos un repaso de las medidas que Donald Trump prometió implementar durante su campaña, y el efecto que estas podrían tener —o que ya tienen— en el sector tecnológico.

Donald Trump vs. las grandes tecnológicas

Hombre con máscara de Donald Trump
Foto por Darren Halstead en Unsplash

La relación de Donald Trump con las grandes tecnológicas estadounidenses tuvo vaivenes durante su primera presidencia. Sin embargo, el republicano marcó un quiebre con un par de corporaciones específicas en el transcurso de su campaña: Google y Meta. En agosto pasado, el ahora presidente electo dio a entender que pondría a los de Mountain View bajo la lupa y que hasta podría cerrarlos.

Dos cosas habrían molestado mucho a Trump. Primero, las contribuciones millonarias que Alphabet, la casa matriz de Google, realizó a políticos demócratas a través de sus empleados. Segundo, que la compañía no se comunicara con él tras el intento de asesinato que sufrió durante su campaña. "Nadie llamó desde Google", dijo. Sin embargo, la bronca viene de antes.

Durante su primer término como presidente estadounidense, aseveró que, pese a su victoria ante Hillary Clinton, Google le había perjudicado en las elecciones de 2016. En 2021, en tanto, demandó a la corporación junto a otras Big Tech por "censura ilegal e inconstitucional" por el cierre de sus cuentas en redes sociales y servicios en línea tras el Asalto al Capitolio.

Claro que Donald Trump no va a decretar el cierre de Google ni bien ponga un pie en la Casa Blanca. Pero lo que sí puede hacer es ejercer más presión desde el costado regulatorio. Este año, Estados Unidos declaró a los californianos como un monopolio, y una de las opciones que se analiza es la de obligarle a vender algunos de sus principales productos y plataformas: Chrome, Android y Google Play.

En el caso de Meta, Trump puso varias veces en evidencia su desdén por Mark Zuckerberg. Meses atrás, incluso amenazó con enviarle a prisión si aparecían rastros de que sus redes sociales interferían en la elección de este año. Según el republicano, Zuck fue amigable con él durante su primer mandato, pero al mismo tiempo conspiró en su contra para perjudicarlo en la votación de 2020.

El enojo del próximo presidente estadounidense con el líder de Meta es tal, que hasta se opuso al bloqueo de TikTok en el país norteamericano. Tiempo atrás aseveró que prohibir la popular app de vídeos le cedería mayor espacio a Facebook, al que catalogó como "el verdadero enemigo del pueblo". Un dato no menor, pues fue el propio Donald Trump quien intentó vetar TikTok de EE. UU. en primer lugar.

El caso Apple

iPhone 13 y Tim Cook | Donald Trump y Apple

La situación de Apple ante el próximo gobierno de Donald Trump es un tanto peculiar. Por un lado, el presidente electo de Estados Unidos dijo que Tim Cook habló con él en varias ocasiones para quejarse de las multas europeas. El republicano aseveró que protegería a los de Cupertino y a otras compañías norteamericanas del escrutinio regulatorio de la Unión Europea, y de lo que consideraba castigos económicos excesivos. "No voy a permitir que se aprovechen de nuestras empresas. Eso no va a pasar", remarcó.

Pero más allá del apoyo que, al menos en los papeles, Trump pretende darle a las empresas de su país ante las presiones internacionales, algunas de sus hipotéticas medidas podrían perjudicar a Apple. Si bien la actual administración de Joe Biden ha escalado los aranceles a bienes y productos que proceden de China, esto podría agravarse con el próximo gobierno debido a que adoptaría un perfil proteccionista todavía más agresivo.

Durante su campaña, Donald Trump prometió imponer aranceles de entre el 10 % y el 20 % a cualquier producto importado desde el exterior. Mientras que cualquier ingreso desde China debería pagar tarifas no menores al 60 %. Esto no solo encarecería cualquier producto que se fabrique fuera del territorio estadounidense, sino que también abriría la puerta a nuevas represalias por parte del gigante asiático.

En el caso de Apple, la fabricación del iPhone y otros dispositivos aún depende en gran medida de China. Si bien los de Cupertino han redoblado esfuerzos para ampliar su capacidad de producción en Brasil y la India, el escenario dista de ser ideal. No olvidemos que tras el veto a Huawei en 2019, durante el primer mandato de Trump, el gobierno chino amenazó con sancionar a los de la manzana y a otras firmas norteamericanas como Cisco, Boeing y Qualcomm. Ciertamente, todo parece dado para un escenario bastante más complejo para el sector tecnológico en el próximo round de la guerra comercial.

En el ámbito regulatorio, Apple también afronta una demanda por monopolio del gobierno norteamericano. Sin embargo, expertos consideran que es poco probable que Donald Trump intervenga en los procesos ya en curso.

Los coches eléctricos, Tesla y el dilema de Elon Musk

Elon Musk Twitter, multimillonario, bloquear en Twitter

Otro tema muy candente durante la campaña de Donald Trump fue el de la automoción eléctrica. Antes de las elecciones, el republicano no evadió el asunto de los coches eléctricos y arrojó comentarios que no tardaron en generar ruido tanto en las automotrices como entre el público.

En sus actos, Trump acusó a Kamala Harris de querer obligar a los estadounidenses a cambiarse a los vehículos eléctricos. Y si bien se declaró "un gran fan" de ese tipo de coches, remarcó que también lo era de los de combustión, los híbridos y "cualquier otra cosa que llegue en el futuro".

De esta manera, deslizó que tenía en mente dos grandes cambios que podrían tener un gran impacto en la industria:

  • Por un lado, mencionó que analizaba dar de baja las ayudas y subvenciones de hasta 7.500 dólares para la compra de coches eléctricos. Si bien indicó que no tenía una decisión final, sostuvo que "los créditos e incentivos fiscales por lo general no son algo muy bueno".
  • Por el otro, Trump prometió quitar las medidas impulsadas por Biden para reducir las emisiones de carbono y acelerar la transición a los coches eléctricos. La actual gestión estadounidense estipuló un plan para reducir en un 56 % las emisiones para 2032. El mismo estipulaba que para el mismo año se esperaba que el 67 % de los nuevos coches ligeros que se vendieran fuesen eléctricos.

Claro que la historia no termina allí. Donald Trump amenazó con imponer tarifas de entre el 200 % y el 500 % a los coches —eléctricos o no— que lleguen desde México. Según el republicano, esto bloqueará los planes de fabricantes chinos de instalar fábricas del otro lado de la frontera para dañar el mercado automotor interno. Vale recordar, de todos modos, que EE. UU. ya prohibió la importación y comercialización de coches chinos o que usen piezas o software desarrollados en el gigante asiático.

Dicho esto, una decisión de este tipo no impactará solo a las automotrices de China. Tesla puso en pausa la construcción de una Gigafactory en Nuevo León, México, que sería la planta más grande del mundo para la producción de vehículos eléctricos. Algo que parece no importarle demasiado a Elon Musk, principal promotor y simpatizante de la campaña presidencial 2024 de Donald Trump.

El apoyo explícito de Musk a Trump es de lo más contradictorio que se ha visto en las elecciones presidenciales de Estados Unidos. El republicano no solo promete tomar decisiones que van a impactar negativamente en la transición hacia la movilidad eléctrica —lo que potencialmente dañará el negocio del CEO de Tesla—, sino que también ha puesto en el punto de mira a la gran apuesta de Elon hacia el futuro: los coches autónomos.

El mismo día en que Tesla anunció su robotaxi, Donald Trump dijo en un mitín en Detroit que no les permitiría circular si llegaba a la presidencia. Esto no impidió que el magnate apareciera en los mitines del ahora presidente electo, ni que el político lo tenga en cuenta para un posible rol de consejero en su gabinete.

Pese a todo, la jornada post-elecciones viene favorable para Tesla. La acción de la compañía subió hasta un 14 % cuando los resultados comenzaron a verse favorables para el candidato republicano. A esta hora del día la cotización se mantiene en un +12 %.

Bitcoin y el mercado cripto bailan al ritmo de Donald Trump

Bitcoin | Donald Trump y las criptomonedas
Photo by Michael Förtsch on Unsplash

El mercado de las criptomonedas no tardó en celebrar la victoria de Donald Trump en los comicios estadounidenses. Durante la madrugada de este miércoles, la cotización de Bitcoin voló hasta un nuevo máximo histórico de 75.361 dólares, y al momento de escribir este artículo se mantiene por encima de los $74.000.

Claro que BTC no ha sido el único beneficiado por esta cuestión. Todas las criptos muestran cifras en verde en sus cotizaciones de las últimas 24 horas, con altcoins como Solana y Dogecoin liderando los incrementos entre los activos en el Top 10 global con subidas de entre el 12 % y el 14 %.

¿Pero a qué se debe la euforia del sector de las criptomonedas? Durante su campaña, Donald Trump se ha mostrado con una postura abiertamente pro-cripto. Esto le ha permitido diferenciarse de Kamala Harris y del actual gobierno demócrata, que ha avanzado con una agenda de regulación bastante agresiva para el sector.

Harris quiso congraciarse con los bitcoiners y otros usuarios de criptomonedas al hablar de una "economía de oportunidades", pero Trump fue mucho más directo. En julio participó de la conferencia Bitcoin 2024 en Nashville y dijo que aspiraba a convertir a Estados Unidos en "la capital cripto del planeta".

Pero no se detuvo allí. También prometió no vender las tenencias de BTC en poder del gobierno norteamericano y despedir a Gary Gensler, presidente de la SEC y responsable de varias acciones legales contra empresas y plataformas cripto. Claro que Donald Trump no tiene el poder de echarlo de la Comisión de Bolsa y Valores de EE. UU.; e incluso si lo reemplazara, Gensler seguiría formando parte del organismo como comisionado.

Inteligencia artificial, chips e inmigración

Jensen Huang, CEO de NVIDIA, muestra sus tarjetas A100

Con el furor por la inteligencia artificial generativa, los esfuerzos por regularla se han incrementado en los últimos años. Estados Unidos no ha sido la excepción, puesto que Joe Biden firmó una orden ejecutiva que establece lineamientos sobre cómo atender amenazas vinculadas con la IA, como también sobre su desarrollo competitivo y gobernanza.

Donald Trump no hizo grandes promesas sobre el asunto. La única excepción fue manifestar que dará de baja la orden de Biden porque supuestamente afecta la libertad de expresión. Así que sus decisiones con respecto al marco regulatorio de la inteligencia artificial son, en gran medida, un misterio. Lo que sí se puede esperar es que se mantengan —y hasta endurezcan— los vetos a la exportación de chips avanzados de firmas como NVIDIA y AMD a China u otras naciones rivales.

También existe gran expectación por lo que pueda decidir Trump en cuanto al futuro de la Ley de Chips de EE. UU. La CHIPS and Science Act es un paquete de 280.000 millones de dólares para impulsar el desarrollo y la producción de semiconductores en territorio norteamericano. Si bien el nuevo presidente no se ha expedido públicamente al respecto, en la industria temen que se derogue durante su mandato. Desde el arco republicano habrían mostrado intención de fulminar la iniciativa, aunque todavía no hay nada definido.

Por último, nos toca mencionar otro apartado donde las políticas de Donald Trump podrían tener injerencia directa: la inmigración. Como ya ocurrió en su primer mandato, su campaña hizo mucho hincapié —y de un modo muy polémico— en frenar la llegada de inmigrantes ilegales a Estados Unidos. Pero la industria tecnológica temería que no se detuviera allí y que volviera a la carga contra las visas H1-B.

Estas son las que se destinan a profesionales con trabajos especializados, y son fundamentales para que las Big Tech puedan atraer talentos extranjeros. Con el furor de la IA generativa, las empresas necesitan cada vez más ingenieros y expertos. Y con la demanda laboral excediendo la oferta interna de profesionales, las visas H1-B son cruciales para que las tecnológicas puedan contratar talento proveniente de fuera de Estados Unidos. Si se frenaran sus entregas o se endurecieran los requisitos, las firmas del sector podrían sufrirlo de inmediato.

Queda claro que esto es apenas un paneo hacia el panorama que le espera al sector tecnológico en el segundo mandato de Donald Trump. Hoy es imposible saber qué hará el próximo mandatario estadounidense cuando llegue a la Casa Blanca, más allá de sus promesas y afirmaciones. Pero al menos así podemos tener un vistazo general de sus ideas y posibles medidas para contrastarlas con lo que suceda cuando asuma el gobierno.