Llega a los cines Flow, la sonada película de animación letona que ha conseguido hacerse un hueco entre los mejores títulos de todo 2024. El filme se estrenó en Estados Unidos, Latinoamérica y otros territorios hace ya unos meses y encandiló al público. Ahora es el turno de España de descubrir esta joya no tan oculta del cine. Su gran aval es el reciente Globo de Oro a Mejor Película Animada, superando a grandes producciones como Moana 2, Inside Out 2 o la gran favorita, Robot Salvaje. Ahora, apunta a los Premios Oscar 2025.

Flow es una película sin diálogos, pero eso no la convierte en muda. Los espectadores siguen a un pequeño gato en una aventura épica por un mundo postapocalíptico y en el que los humanos han desaparecido. No hay palabras, pero hay maullidos, ladridos, graznidos y todo tipo de sonidos de animales de lo más variopintos que se cruzan en el viaje del minino protagonista. El gran desencadenante de la historia llega cuando, un día como cualquier otro, el gato debe sobrevivir a una repentina inundación que cubre todo el planeta. Para ello busca refugio en un barco junto con un grupo de otros seres con los que tendrá que aprender a convivir.

Flow, un mundo que salvar

La ganadora del Globo de Oro 2025 a Mejor Película Animada, así como de otros muchos premios y reconocimientos de gran prestigio a nivel mundial, llega a los cines españoles. Flow es una propuesta única, diferente y colosal. Un portento de la animación independiente que embriaga de sentimientos muy profundos a los espectadores, sobrepasados por su imponente nivel visual. Un título muy original lleno de corazón.

Puntuación: 4.5 de 5.

Impresionantemente bella

La falta de diálogos de Flow permite que los espectadores centren toda su atención en cómo la película construye desde lo visual y su diseño de sonido. El filme se convierte en un espectáculo sensorial impresionante donde cada elemento es más sorprendente que el anterior. El director Gints Zilbalodis se sirve de una animación muy particular que combina 2D y 3D con gran gusto artístico y estético. Sus escenas casi parecen cinemáticas de un videojuego. A ello se une una banda sonora exquisita y una genial trabajo en lo referido a todos los sonidos que inundan de naturaleza la pantalla.

Algo que guarda aún mayor sentido gracias a su argumento fantástico. Es evidente que a la hora de abordar el proyecto, el cineasta se ha valido de referencias como el maestro Hayao Miyazaki y su Studio Ghibli. Flow entremezcla temas naturalistas con ciencia ficción y fantasía, pero siempre buscando el enfoque más humanista. Algo radical e inesperado en una película que basa su universo en la extinción de todas las personas del planeta.

Flow

El resultado de este tipo de animación no detallada y su construcción de mundo es soberbio. Flow muestra desde el primer momento una fuerte personalidad que irradia la pantalla con un hipnotismo inabarcable. Cada escena tiene algo nuevo en un mundo sin humanos pero rebosante de vida. Solo por ello, sin entrar en detalles de su historia, ya merece la pena pagar la entrada de cine. Daría igual si fuese un documental, el sentido de la sorpresa se mantendría de la misma manera.

No nos enfrentemos más

Al precioso envoltorio de Flow hay que sumar, por fortuna, una narrativa que también funciona como un reloj. No es una historia particularmente compleja, pero sí es muy eficaz. Un grupo de marginados inadaptados se unen para cuidar unos de otros y sobrevivir. Lo más llamativo es la forma en la que Zilbalodis aborda a sus personajes. Porque lo fácil, lo tradicional, habría sido darles comportamientos humanos.

Flow

No sería necesario ni siquiera que hablasen, como en las películas de Disney. Pero sí que cabría esperar que hubiese en ellos comportamientos humanizados. Obviamente Flow necesita hacer alguna concesión para que la trama avance (como que aprendan a navegar un barco). Pero en un 90% de las veces se comportan como lo que son: animales. El gato es nervioso, curioso y desconfiado. La capibara es lenta y despreocupada. El lemur es vanidoso y tramposo. Y el enorme ave es arrogante. Son lo que deberían ser si nos les encontrásemos en la vida real. El estudio de comportamientos animales en la película es maravilloso.

Ahí radica la gran virtud de Flow. El director es capaz de presentarnos un mundo con nuestra ausencia y con unos personajes que nada tienen que ver con nosotros. Y, sin embargo, la moraleja nos habla de entender y aceptar al diferente. De la importancia de cuidarnos unos a otros frente a un mundo cada vez más hostil y enfrentado. Si ellos pueden, nosotros también deberíamos. No es un mensaje revolucionario pero su enfoque es tan acertado que es imposible no sentir emoción y empatía por todos sus protagonistas.

Flow, un mundo que salvar

En definitiva, Flow es una fábula de fantasía apocalíptica tremendamente conmovedora y visualmente apabullante. Un cuento que apuesta por la unión en tiempos de crispación y distanciamiento. No necesita palabras para ofrecer los diálogos más profundos y sentidos del año. Un experimento imposible sobre el papel que se materializa en una oda a la vida que traspasará a todas las generaciones.