Ni los papeles bursátiles, ni las franquicias más renombradas del mercado. Tampoco la inversión en bienes raíces o la participación en desarrollos de inteligencia artificial. Ahora, el negocio que anticipa mayores márgenes de rentabilidad está más allá de nuestro planeta. La referencia es a la minería espacial, que aún está en pañales, aunque es sumamente promisoria.

En términos resumidos, se trata de la extracción de recursos de cuerpos celestes como asteroides, cometas, planetas o lunas lejanas. Tal como ocurre en la minería terrestre, el propósito es conseguir materiales de valor, incluyendo minerales y metales preciosos. ¿Qué tan grande es la promesa? Tal como revisaremos más adelante, en un único objeto espacial se ha encontrado una fortuna que ronda los 10.000 trillones de dólares gracias a sus reservas de oro, níquel y hierro.

En este repaso hablaremos en detalle de la minería espacial, con sus luces y sus sombras. Ocurre que no todo es color de rosas cuando observamos de cerca a esa actividad. Si bien en el horizonte aparecen réditos grandiosos, deben ser considerados desafíos técnicos, legales y éticos. Mientras tanto, agencias de gobierno y privados aceleran la marcha para resolver esos conflictos y tomar provecho de los cuantiosos recursos en el Sistema Solar. Y más allá, si se pudiera.

La minería espacial superará en rentabilidad a la terrestre

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Investigadores estiman que la minería de asteroides será un estándar, además de redituable, dentro de 30 a 40 años. (Crédito: NASA)

Un estudio recientemente divulgado por investigadores de la Escuela de Minas de Colorado, en Estados Unidos, sirve como referencia. Allí, se mencionan variables que dan cuenta de la relevancia que tendrá la minería espacial en las próximas décadas. En tal sentido, dicen que superará en rentabilidad a su contraparte terrestre, en un lapso de 30 a 40 años.

Una de las claves es la creciente necesidad de materiales que se usan en dispositivos electrónicos y vehículos eléctricos, en especial para la producción de baterías, como níquel y cobalto. También son necesarios para los paneles solares y las turbinas eólicas. Se estima que la demanda de esos recursos se multiplicará. Según la Agencia Internacional de Energía, de aquí al año 2050 se incremetarán seis veces los pedios de cobalto.

Por otra parte, se indica que los viajes espaciales son cada vez menos costosos y que ello favorecerá a la extracción en asteroides y otros cuerpos que flotan en el espacio. Así, la inserción en el sector de compañías privadas como SpaceX y Blue Origin, por mencionar un par de ejemplos, ha conducido a una drástica reducción en los costos de lanzamiento de cargas útiles, gracias al empleo de cohetes reutilizables.

La propensión hacia las energías limpias también es un factor que se estima beneficiará a la minería espacial, señalan los especialistas en el mencionado estudio. “Estas actividades contribuirán potencialmente al crecimiento sostenible en la Tierra”, notan al respecto. En caso de que se expanda la extracción de recursos en cuerpos celestes, el beneficio para nuestro planeta será doble. Por un lado, la disponibilidad de más materiales que, entre otros usos, servirán para el reemplazo de los combustibles fósiles. Por el otro, la deseable reducción de los efectos perjudiciales de la minería para el medio ambiente. Sin embargo, a continuación explicaremos que no todo es ganancia.

Minería y contaminación ambiental: ¿es mejor hacerlo en el espacio?

¿Cuál es el impacto ambiental de los lanzamientos de cohetes al espacio? (Crédito: Unsplash)

Mientras diversas empresas proponen extraer níquel, cobalto y platino del lecho marino; huelga notar que tales recursos son más abundantes en ciertos cuerpos celestes que en la Tierra. Además, aquellos ámbitos flotantes no tienen fauna que pudiera verse afectada por la extracción. Así, la minería de asteroides evita, a priori, los daños al medioambiente que son propios de las actividades que se realizan aquí, a cielo abierto.

Según un informe del Observatorio Económico Latinoamericano, la minería terrestre genera una gran descarga de material tóxico, partículas finas y gases contaminantes. Además, se degrada el suelo y pone en riesgo la supervivencia de la biota que mantiene el equilibrio de los ecosistemas. Los males no culminan en la variable ecológica. “Los riesgos sociales más destacados se relacionan con la salud y capital humano”, advierten los expertos. El señalamiento apunta a explotaciones, en diversos países, que han sido denunciadas por violaciones a los derechos humanos, trabajos forzosos e incluso por el uso de mano de obra infantil.

Ahora bien, ¿la minería espacial es 100% ecológica? En función de la proliferación de viajes turísticos en los que se experimenta la ingravidez, diversas investigaciones revelaron que el lanzamiento de cohetes emite grandes cantidades de carbono negro. Y que el impacto medioambiental de esas partículas supera al de las emisiones de hollín de los aviones comerciales. Por mencionar un caso, un vuelo de la firma Virgin Galactic emite 4.5 toneladas de carbono por persona, sobreduplicando las recomendaciones establecidas en el Acuerdo de París, un tratado internacional sobre el cambio climático jurídicamente vinculante.

Además, los combustibles que usan los cohetes deterioran la capa de ozono. Si no median regulaciones, es posible que el paso de la minería terrestre a la espacial sea el cambio de una actividad contaminante por otra.  

La minería espacial y el dilema de la propiedad: ¿a quién pertenecen los tesoros extraterrestres?

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En un Universo vastísimo, ¿a quién pertenecen los objetos que se encuentran en él? (Crédito: NASA)

Dicha problemática se extiende a los confines del Universo. ¿Qué ocurre con el medio ambiente de los diversos rincones del Sistema Solar y de otras galaxias? Además, ¿quién ha permitido que la humanidad revuelva los recursos que abundan en el espacio? Aactualmente, no existe un marco jurídico concreto que regule a estas actividades.

Hasta ahora lo más parecido a un reglamento que opere sobre la minería espacial son los Acuerdos de Artemis, que lleva adelante la NASA en el marco de su previsto regreso a Luna con misiones tripuladas. Aparte de referir a la cooperación con fines pacíficos en línea con los tratados internacionales, uno de sus puntos establece siguiente obligatoriedad. “Preservar el patrimonio del espacio ultraterrestre (…) y contribuir con los esfuerzos multinacionales necesarios para el desarrollo de prácticas y reglas para lograrlo”.

Además, aquí hay que detenerse en el Tratado sobre el Espacio Exterior, donde se establece que nadie —ningún individuo o país— puede reclamar un territorio extraterrestre como propio. Aquella es una suerte de guía del derecho internacional por fuera del ámbito terrestre. Su diagramación se remonta al año 1967, poco antes de la llegada de la humanidad a la Luna. En la actualidad, cerca de 110 países rubricaron tal acuerdo.

“Todo se describe en detalle aquí. Pero todavía no hay una decisión final y cada país tiene su postura”, observa en diálogo con Hipertextual Vlad Sitnikov, fundador de StartRocket. Aquella es una empresa que también procura hacer negocios en el espacio. Hace un tiempo, presentó una iniciativa para proyectar anuncios publicitarios en el cielo.

16 Psyque, paradigma de la expectativa en torno a la minería de asteroides

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Lejos de aquí, flota un asteroide que tiene la forma de una patata irregular y cuya superficie que supera los 165.000 kilómetros cuadrados. Orbita alrededor del Sol, entre Marte y Júpiter, a unos 400 millones de kilómetros respecto a la gran estrella. La NASA dice que 16 Psyche, así se llama, es “uno de los objetos más intrigantes” en el espacio, en particular por su abundante riqueza en metales.

Descubierto en 1852, en la actualidad se cree que está compuesto principalmente de níquel y hierro. También podría contener oro y plata. Lindy Elkins-Tanton, investigadora de la agencia estadounidense, hace algunos años estimó que el valor de esos recursos en la Tierra rondaría los 10 trillones de dólares. Esa cifra es una 10.000 veces la economía global.

Este faro para la minería espacial será estudiado de cerca hacia 2029, cuando una sonda que la NASA lanzó en octubre del año pasado —en el video, más arriba— llegue hasta el asteroide. Cuando lo haga, lo examinará por un lapso de 26 meses y se espera que se estrelle contra su superficie en el 2031. “Es la primera vez que vamos a un mundo intermedio. Las veces anteriores hemos ido a planetas y objetos que son roca y hielo. Pero nunca a un satélite como Psyche, que podría arrojar hallazgos impensables”, dijo Bob Cabana, administrador asociado a la NASA.

En un estudio publicado en The Planetary Science Journal se indicó que 16 Psyche sería el núcleo de un planeta que no llegó a formarse. Por lo demás, el interés no se agota en su riqueza económica. “Lo que hace que sea tan atrayente es que a este tipo de cuerpos se los considera como los componentes básicos del Sistema Solar. Es fascinante comprender lo que realmente constituye un planeta y potencialmente ver su interior. Una vez que lleguemos, entenderemos si ese es el caso, incluso si no resulta como esperamos. Esto es emocionante”, notó la autora principal del mencionado informe, la doctora Tracy Becker.

¿Cuál es el estado actual de la minería en el espacio?

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Un experto en minería espacial dice que para que empiece a caminar "primero hay que gatear". (Crédito: NASA)

La minería espacial es una actividad en ciernes. En este momento, no se llevan a cabo tareas de refinado en cuerpos celestes y se espera que los avances sean graduales. Según comentó al respecto Ian Lange, uno de los autores del estudio de la Escuela de Minería de Colorado, en primera instancia hay que “gatear para luego comenzar a caminar”.

Tal como menciona la publicación Wired al revisar aquel informe, ya en 2010 algunas empresas como Deep Space y Planetary Resources —esta última, con el apoyo del cofundador de Google, Larry Page— prometieron la exploración de asteroides hacia la siguiente década. Ambas compañías se disolvieron entre 2018 y 2019.

En el sector aparecen otras compañías, entre ellas AstroForge. Radicada en Estados Unidos, prevé enfocarse en los asteroides metálicos. El año pasado, lanzó a la órbita terrestre un satélite para evaluar su tecnología en condiciones de microgravedad. Y espera que sus actividades se pongan en marcha hacia finales de la década en curso. Otro participante es Karman+, cuyo propósito es recoger un tipo de arcilla presente en cuerpos celestes para la fabricación de infraestructuras en el mismísimo espacio.

¿Qué ocurrirá con la minería espacial?

Siguiendo la analogía de Lange —que, por cierto, publicó un estudio anexo junto al fundador de la mencionada AstroForge— los pasos que siguen para pasar del “gateo a la caminata” es determinar dónde concretar la minería espacial. Si bien las observaciones con telescopios son útiles, será necesario enviar misiones para el examen in situ. Además, restará resolver aspectos cruciales, como los métodos de extracción y el posterior envío de esos materiales a la Tierra.

En el marco de una actividad prometedora, no será trivial determinar las repasadas cuestiones de propiedad sobre los bienes espaciales. Al respecto, concluyen los investigadores de Colorado: “El régimen de derechos ultraterrestres no es claro (…) Es probable que estas cuestiones se resuelvan en los tribunales a medida que más entidades privadas traspasen la frontera lega. Sin embargo, la discusión se beneficiaría de una perspectiva combinada de derecho y economía que permita la asignación óptima de los derechos de propiedad para estimular la exploración en el espacio”.

Según el antes citado Sitnikov, AstroForge dice que está a punto de comenzar, pero es improbable que alguien lo haga, al menos en los próximos 10 años. "Hay muchos aspectos técnicos, problemas y riesgos. Se necesita voluntad. Además, los inversores siguen siendo muy escépticos. Es más fácil invertir en una aplicación para iPhone que en la posibilidad de extraer platino en el espacio profundo", opina.

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