Cuando El legado del diablo se estrenó, nadie sabía muy bien sobre qué trataba. El debut cinematográfico de Ari Aster, era una mezcla de un drama sobre un violento duelo familiar y terror folclórico. Pero, a medida que la producción comenzó su recorrido a través de festivales y una distribución limitada, quedó claro que se trataba de algo más que eso. Con su perversa combinación entre el sufrimiento de una mujer en medio de una tragedia impensable y los secretos familiares, la cinta se volvió inclasificable. Tanto como para ocupar, casi de inmediato, un lugar entre los clásicos modernos del cine.

Pero la obra de Aster, es algo más que una buena película, que lo es. También es la pionera de una generación de historias del género, basadas en la mezcla terrorífica de escenarios distintos. Desde el miedo a la oscuridad, la búsqueda del propósito y el deseo de morir. Los nuevos clásicos del terror apuestan directamente a la sorpresa y al miedo, pero también, a sentimientos humanos más complejos. Lo que le lleva a construir escenarios desconcertantes que desafían la imaginación — y el valor — del público.

Te dejamos cinco películas de terror extraño que deberías ver si eres amante del género. De una versión sobre la muñeca terrorífica que se hace más incómoda y repugnante por momentos, hasta un juego de adolescentes que desemboca en una carnicería. Se trata de una selección que demuestra que el cine de terror está en plena transformación, para alcanzar una nueva profundidad y punto de vista. Uno de los elementos más importantes del género en la actualidad. 

Stopmotion

Ella Blake (Aisling Franciosi) es una artista de la técnica cinematográfica titular, que lleva sus hombros un doble peso de responsabilidad. Por un lado, debe completar un proyecto que la súbita enfermedad y muerte de su madre dejó a medias. Al otro, soportar su pérdida como mejor puede. Entre ambas cosas, intenta sobrevivir a la que, quizás, es la peor época de su vida.

Pero todo irá a peor, cuando el sufrimiento comience a manifestarse a través de su colección de marionetas hechas a mano. El director Robert Morgan logra crear un puente entre la versión del mal que la película plantea — una puerta esperando ser abierta — y el miedo de Ella. Mucho más, cuando los horrores que vive — o cree vivir — la llevarán al límite de la cordura y una perversión que convierte a la cinta en una experiencia repulsiva.

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Stopmotion no es una película simple y hay mucho de ella, que bebe de diferentes versiones sobre la autocrítica, la violencia mental y el abuso emocional. Pero para su final, algo queda claro. Lo que se esconde detrás de las muñecas de Ella, es más aterrador y violento de lo que nadie puede suponer. La dimensión más espeluznante de la película. 

Vermin: La plaga

Sébastien Vanicek convierte a un guion de su autoría en la que, quizás, es la mejor exploración sobre las fobias que se haya llevado a cabo en el cine de terror hace un buen tiempo. Pero además, se trata de una manera de utilizar el habitual tropo de ataques de insectos y criaturas peligrosas, a través de un punto de vista distinto. La capacidad del horror que el asco y la repugnancia pueden suponer. 

Kaleb (Théo Christine), un joven desempleado en medio de una crisis personal, terminará por ser el vehículo que llevará el horror de las arañas venenosas a sus vecinos. Pronto, lo que comienza por un gesto casi infantil de conservar un insecto en un lugar seguro, se convertirá en algo peor y más peligroso. 

El director hace de los espacios oscuros de un edificio en estado deplorable en un paisaje fatídico. Gradualmente, las cada vez más grandes arañas se volverán en una amenaza a un nuevo nivel. Pero también, el punto de partida para demostrar que el horror es algo más que una amenaza visible. Eso, cuando las víctimas también demuestren su oscuridad interior. El mejor planteamiento al subtexto que el realizador logra explorar en su cinta. 

Speak No Evil

No hablar con extraños, es una máxima que todo padre que se precie de responsable ha dicho antes o después. Un punto que el director Christian Tafdrup explora en una historia de su autoría hasta llevarlo a consecuencias cada vez más disparatadas y tenebrosas. Cuando una familia danesa decide ir de vacaciones junto a otra que acaba de conocer, pronto una serie de sucesos, aparentemente sin vínculos entre sí, los llevará a una catástrofe sangrienta. 

Lo anterior, en medio de un intento sostenido de los personajes por evitar discusiones y confrontaciones directas. El cineasta lleva a idea del civilísimo y los buenos modales a terrenos perversos y después, aterradores. Mucho más, cuando juega con el humor para ocultar las verdaderas intenciones que se esconden bajo el en apariencia, satírico argumento.

Para su escena final — una de las más duras del cine de terror reciente — la muerte se convierte en una expiación a culpas, dolores y en especial, a la violencia subyacente. Todo, en medio de un escenario escalofriante que hace a Speak No Evil una obra rara que condensa los temores y paranoias modernas en un mismo lugar.

Muerte, muerte, muerte

La directora Halina Reijn tomó el cuento del mismo nombre de la autora Kristen Roupenian, para crear una siniestra fábula de terror adolescente sobre el mal y la culpa. Por lo que comienza como una serie de equívocos en un fin de semana complicado, se transformará en una serie de asesinatos violentos, conectados entre sí por un escenario ambiguo.

La directora tiene la suficiente habilidad para convertir lo que parece un slasher clásico, en una perspectiva perturbadora acerca de la violencia. Eso, en un escenario en apariencia cotidiano. Poco a poco, los personajes tendrán que decidir quién es realmente el asesino que los amenaza. Solo para terminar en medio de un horror incluso mayor por su trivialidad. 

In Fabric: Vistiendo la muerte

¿Qué ocurriría si el habitual tótem embrujado fuera algo más singular que una joya o incluso, una casa? Esa es la premisa del director Peter Strickland, que lleva la acostumbrada historia acerca de un terror contenido en un objeto en apariencia común, a lugares sorprendentes. 

Esta vez, se trata de un vestido capaz de asesinar al que lo lleve puesto. Pero Strickland — que también escribe el guion — evita caer en clichés y lleva su película a una exploración demencial sobre el deseo. El vestido rojo, con apetito voraz por la muerte, se volverá, en realidad, una alegoría sobre el poder, la dominación y el miedo. En especial, cuando demuestre que lo que guarda la tela, es algo más que solo un giro del género de eventos sobrenaturales. 

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