Las películas de amor son un clásico del cine. Según el mítico John Ford, lo que hace a una cinta convertirse en clásico, tiene poco que ver con la calidad. Más bien, es una combinación entre llegar en el momento justo y además, traducir lo que ocurre en la época de su estreno. El director, responsable de llevar a Hollywood a un nivel de épica de autor que todavía deja huellas a su paso, no se refería a un género en particular. En realidad, hacía más énfasis en lo que hace a lo cinematográfico ser uno de los vehículos de comunicación más poderosos de la historia. La habilidad de las películas para mostrar al mundo tal y como el público lo sueña. 

Claro está, las palabras de Ford estaban enfocadas en resaltar la relevancia del séptimo arte. Pero en la actualidad, pueden aplicarse a varios largometrajes que han marcado un hito en la cultura pop. Mucho más, en géneros populares como las grandes historias de amor, que forman parte esencial de la industria. En particular, al ser parte fundamental de la evolución del cine para ser un fenómeno de masas. Lo cierto es que los romances más queridos y populares, se han hecho puntos centrales de lo cinematográfico. Y también, una de sus herencias a futuro más celebradas. 

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Para rendir tributo a esa larga historia, te dejamos diez películas de amor que se han convertido en clásicos cinematográficos. De una de las primeras veces en que internet formó parte de un romance inolvidable, hasta la cinta más tramposa y adorable del género. La selección abarca un recorrido emocionante a través de varios de los argumentos más queridos de Hollywood. 

Tienes un email

En 1998, internet todavía era una rareza para la mayoría de los países del mundo, por lo que la premisa, en forma de película de amor, de Nora Ephron, resultó muy origial. Kathleen (Meg Ryan) es una librera a la vieja usanza que intenta que su pequeña librería en Nueva York sobreviva a los grandes almacenes. Joe (Tom Hanks), es justamente el dueño de uno. Por lo que ambos, son enemigos naturales en una guerra en la que él tiene todas las de ganar y que ella, deberá enfrentar con pocas armas. 

Pero lo que el personaje de Ryan no imagina, es que lo que comienza como un intercambio de correos electrónicos, se convierta en el consuelo en un momento complicado de su vida. A medida que todo en su vida parece desmoronarse, una voz calmada y cariñosa desde la pantalla de la portátil, la sostendrá en cada parada del camino. 

Lo que la librera no sospecha es que se trata de Joe, que muestra su mejor parte a través del anonimato online. Adelantada a su tiempo y un homenaje amable a la vieja tradición del amor por correspondencia, la cinta se ha convertido en uno de los grandes clásicos de amor contemporáneos. 

Mensaje en una botella

Nicholas Sparks se ha convertido en el santo patrono de los grandes romances y la adaptación de su libro El mensaje, es uno de los más queridos. Particularmente, porque el director Luis Mandoki transformó la trama llena de equívocos del original en una de las más ingeniosas películas de amor. La necesidad de ser amado — y querido — convertida en un juego de identidades entre adultos solitarios. 

Theresa (Robin Wright Penn) encontrará una desesperada carta de amor en una botella, que se convertirá en una obsesión. Pero lo que no imagina es que lo que comienza como una búsqueda del autor, terminará por permitirle profundizar en su propia vida. Gradualmente, su insistencia en descubrir lo que es el amor — o en cualquier caso, lo que podría ser — se convertirá en su propósito. Y por supuesto, en la hermosa historia de amor. 

Los puentes de Madison

El clásico entre los clásicos de la películas de amor. Este es uno de los raros casos, en que la película es mucho mejor que el libro del cual procede. No podía ser de otra manera. Dirigida por Clint Eastwood que apostó a lo íntimo para narrar un romance adulto y trágico, el argumento es un recorrido por un tipo de sentimiento agridulce.

Francesca (Meryl Streep, en uno de sus mejores papeles) es una mujer casada que, durante un fin de semana, vivirá el amor más pasional y profundo con Robert Kincaid (Eastwood). Ella, sabe que será un fin de semana único, que ocurre en medio de la ausencia de la familia y la soledad espiritual. Él se sorprenderá por descubrir el amor, quizás en el peor momento de su vida. 

Para su desgarrador final, es evidente que esta pareja, dolorosamente entrañable, no está destinada a estar junta. Pero, aun así, deja para el cine, varias de las escenas más bellas en romance cinematográfico alguno. Un clásico dónde los haya. 

Ghost, más allá del amor

A mitad de camino entre una fábula de amor y una reflexión sobre la pérdida, esta película de Jerry Zucker hizo historia. Sobre todo, al incluir varias de las escenas de amor más recordadas del cine. Pero más allá de Molly (Demi Moore) y Sam (Patrick Swayze) acariciando la arcilla, la premisa da para mucho y cumple puntualmente sus ambiciones. 

Cuando Sam es asesinado en plena calle, Molly deberá soportar el dolor lo que mejor puede. Pero lo que nadie espera, es que el espíritu de él, regrese de la muerte para cuidar de ella y también, tratar de resolver el misterio de su propia mente. Lo que le llevará a contactar con Oda Mae Brown (Whoopi Goldberg, que ganó el Oscar por su actuación), una médium que no sabía que lo era. 

La cinta, un disfrute para románticos empedernidos, cumple con todos los clichés de género de manera adorable. En especial, con un final en la que las fronteras de la vida y la muerte desaparecen para dejar claro que, el amor sobrevive a lo desconocido. Un mensaje en apariencia sensiblero, que la cinta dota de una curiosa belleza. 

Cuando Harry encontró a Sally

Rob Reiner tomó todas sus anécdotas de soltero de Nueva York y junto con Nora Ephron, creó este clásico instantáneo de dos amantes imprevisibles. Al mejor estilo de Woody Allen, el Harry de Billy Cristal y la Sally de Meg Ryan conversan, pelean y se enamoran a lo largo de dos décadas. Poco a poco, el amor entre ambos se convierte en una incógnita, hasta demostrar que los grandes romances pueden comenzar de la manera más inesperada posible. 

Pero, más allá del amor y besos apasionados, a esta gran cinta se le recuerda por la escena icónica de Meg Ryan fingiendo un orgasmo en la mesa de un restaurante. La gran secuencia que consagró a la actriz como una de las figuras del cine romántico e hizo del largometraje un clásico para los devotos de género. 

Mujer bonita

Lo sabemos: la película no ha envejecido nada bien y la simple premisa resulta incómoda en la actualidad. Lo del cliente y la prostituta, que se enamoran en gajes del oficio, no podría ser más carne de cañón para el debate. Sin embargo, más allá de lo evidente, la cinta es una adorable parodia adulta sobre Cenicienta. Garry Marshall, además, dotó al personaje de Vivian (una jovencísima y carismática Julia Roberts) de toda la potencia para hacerla un ícono del cine. Y lo logró. 

Pero lo que realmente queda para la historia son los pequeños momentos de la pareja formada por el personaje de Roberts y Edward (Richard Gere). Esta pareja de solitarios termina por pasar un fin de semana de crecimiento, en que ríen, se enamoran y reflexionan sobre la vida. Y al final, cuando él y ella se rescatan mutuamente, el centro de la película es claro. El amor puede nacer, incluso, en las peores circunstancias. 

El guardaespaldas

Este clásico viene, además, con hit musical incluido. Para dar un poco de contexto: en el año 1992, Whitney Houston, era una estrella total. No solo se había convertido en una estrella pop a un nivel que solo podía equipararse con Michael Jackson. Además, era una de las mujeres más importantes e influyentes del mundo del espectáculo. Por lo que al momento en que expresó su deseo de hacer una película, premisas no faltaron. Pero la afortunada fue este romance entre una cantante famosa y su discreto guardaespaldas, interpretado por un Kevin Costner en la cúspide de la fama. 

Mick Jackson tomó todo lo anterior y lo convirtió en una producción destinada a hacer historia. Lo que logró, por supuesto, pero dejó a su paso algo más: una de las canciones de amor más queridas de la industria musical. I Will Always Love You (una versión de la original interpretada Dolly Parton en 1974) se hizo la banda sonora más vendida de todos los tiempos. Lo que, además, brinda a la cinta, su rara cualidad de hito romántico por partida doble. 

¡Olvídate de mí!

Ahora bien, si realmente deseas llorar y reír, además de reflexionar sobre el amor contemporáneo, esta obra de Michel Gondry es infaltable. Con 20 años de estrenada, es, además, una premisa que envejeció con una gracia agridulce que todavía sorprende. 

La historia de Joel (Jim Carrey) y Clementine (Kate Winslet), es dolorosa por dónde se le mire. Ambos sostienen el romance más intenso, hasta que terminan por separarse. Lo que le llevará a él, a intentar una nueva tecnología capaz de borrar los recuerdos de los momentos que compartieron. Pero cuando comprenda que eso le arrebatará, además, la conciencia del amor, se arrepentirá, tratará de impedirlo. Lo que le llevará a recorrer un trayecto desesperado en su memoria para conservar las memorias más preciadas de su vida. 

Oficial y caballero

Este romance desigual, intenso y que conmovió a toda a una generación en uno de los clásicos de las películas de amor que se recuerdan con una sonrisa. El director Taylor Hackford, convirtió a Zack Mayo (Richard Gere) y Paula (Debra Winger), en una pareja insólita. Mucho más, cuando la narración integra a su premisa, la evolución de ambos en medio de una larga travesía emocional que les hará volverse más adultos y sinceros.

Pero lo que se recuerda, es su gran escena final, con Zack llevando en brazos a Paula, entre aplausos y llantos de la concurrencia que les rodea. Un gran final de un romance complicado que ha sido parodiado incluso por Los Simpson en uno de sus capítulos más memorables. 

Jerry Maguire, seducción y desafío

Esta película de Cameron Crowe, tiene el raro privilegio de ser considerada una trampa sorprendente en el mundo del cine. Y razones no faltan: la película comienza como un drama deportivo al uso, que casi de manera imperceptible, se transforma en romance. Cuando Dorothy (Renée Zellweger), decida seguir a Jerry (Tom Cruise), cuando este abandone la agencia de talentos en las que ambos trabajan, el amor nacerá. Pero este romance atípico desafía todas las convenciones y comienza por un matrimonio sin amor que termina en una declaración sincera.

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En el intermedio, Jerry comprenderá que debe evolucionar para ser mejor hombre, se volverá padre afectuoso y mejor compañero. Eso, mientras Rod Tidwell (Cuba Gooding Jr.), el único jugador que confió en él, se convierte en una estrella. Lo que hace a asta cinta, que esconde un gran corazón entre campos de fútbol americano, una joya rara en esta lista.