Cuando un científico idea una clasificación para fenómenos naturales, como terremotos o huracanes, lo último que espera es que llegue un día en que esta se quede corta. Desgraciadamente, cuando en el año 1969 los científicos Herbert Saffir y Robert Simpson desarrollaron la escala de clasificación de huracanes que lleva su nombre no pensarían tampoco en ese día. Pero este podría estar ya aquí, pues varios científicos han solicitado que se inaugure el nivel 6.

La escala de clasificación de huracanes Saffir-Simpson llega hasta el nivel 5. Este, de forma conservadora, engloba a cualquier huracán cuyos vientos se encuentren por encima de los 252 kilómetros por hora. Al no poner un límite superior, ningún huracán se queda fuera.

El problema es que, en los últimos años, el cambio climático está impulsando la aparición de huracanes muchísimo más potentes de lo normal. Los 252 km/h se han superado con creces en más de una ocasión. Incluso se han rebasado con holgura los 300 km/h. Por eso, los autores de un estudio que se acaba de publicar en PNAS reclaman un nivel 6, en el que se clasifiquen los huracanes con vientos mantenidos de más de 309 km/h. Según su estudio, desde 2013 ha habido ya cinco huracanes que han superado estas cifras, por lo que no es para nada descabellado.

Vientos que pulverizaron el límite de la clasificación de huracanes

La escala de clasificación de huracanes Saffir-Simpson los distribuye con base en la velocidad de sus vientos, pero también de su capacidad de destrucción. El nivel 5, el más alto, engloba huracanes en los que el viento es capaz de arrancar árboles y cables de la luz, las casas quedan destruidas y en las zonas afectadas no se puede vivir durante semanas o incluso meses.

Todo esto es mucho más subjetivo y cualitativo, pero los vientos no engañan. Y, según el estudio que acaban de publicar dos científicos de la Universidad de Wisconsin-Madison, ha habido cinco huracanes que piden a gritos una nueva clasificación.

Estos han sido el huracán Patricia, que tuvo lugar principalmente en México, en 2015, y los tifones Haiyan, Meranti, Goni y Surigae. El primero ocurrió en 2013, principalmente en Filipinas, aunque afectó a otros países. Por otro lado, el Meranti sucedió en 2016, en China, Filipinas, Taiwán y Corea del Sur. El Goni tuvo lugar también en Filipinas, en 2020. Y, finalmente, el tifón Surigae fue en 2021 y ocurrió principalmente en Taiwán.

Cabe destacar que un huracán y un tifón son el mismo fenómeno, que recibe un nombre diferente según en qué parte del planeta suceda. Tanto el huracán como los tifones mencionados se clasificaron en la escala Saffir-Simpson como nivel 5. Sin embargo, la velocidad del viento fue muy superior a 252 km/h. También a 309 km/h. El más potente fue el huracán Patricia, que alcanzó los 346 km/h. Y lo peor es que esto no ha hecho más que empezar.

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La escala Saffir-Simpson también mide el nivel de destrucción de los huracanes. Crédito: John Middelkoop (Unsplash)

Un cambio necesario a causa del cambio climático

Los huracanes y tifones utilizan el calor de las capas superficiales del océano como combustible para volverse más poderosos antes de tocar tierra. Por eso, el aumento de las temperaturas oceánicas provocado por el cambio climático nos va a llevar, posiblemente, a que cada vez haya más fenómenos de este tipo con vientos por encima de los 309 km/h.

De momento, este cambio en la clasificación de huracanes no ha tenido la aprobación de ninguna autoridad competente. Solo ha sido la propuesta en firme de dos científicos. No es la primera, pues es algo que ya se ha comentado con anterioridad, por lo que no sería extraño que, por primera vez, empiece a contemplarse.

Al final, no deja de ser una cuestión de nomenclatura. El problema real es mucho más profundo y más grave, porque si el cambio climático no nos azotase como ya lo hace no sería necesario cambiar nada. Ese es el dato principal que debería hacernos reflexionar tras conocer esta noticia. 

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