A pesar de todo el revuelo que se formó en torno a las muertes de varios de los animales de experimentación de Neuralink, la compañía de Elon Musk ha seguido con su plan establecido y ha probado ya el dispositivo en humanos

Esto, lógicamente, ha echado aún más leña al fuego que se encendió cuando varios ex trabajadores de la compañía alertaron de las malas prácticas con los sujetos de laboratorio. Si bien el propio Musk declaró que los animales que participaron el estudio eran enfermos terminales, estos antiguos empleados insistieron en que algunos eran ejemplares jóvenes y sanos y que no fallecieron por enfermedades previas, sino por infecciones derivadas de la inserción del neuroimplante. Ahora que se ha procedido a dar el paso en pacientes humanos, resulta un gran motivo de preocupación.

No obstante, de momento no ha habido ninguna sentencia definitiva al respecto. Por eso precisamente se ha podido seguir avanzando en un proyecto que se presenta como muy innovador. ¿Pero realmente lo es?

Neuralink se fundó en 2016 como una empresa de neurotecnología, dirigida a crear implantes capaces de crear una relación directa entre cerebro y máquina. 

Su fundador, Elon Musk, ha definido siempre los objetivos del proyecto como un doble reto. Por un lado, ayudar a personas con trastornos neurológicos a recuperar su capacidad de comunicarse. Y, por otro, crear una simbiosis entre el ser humano y la máquina, sin objetivos médicos de por medio. Esto se engloba dentro de lo que se conoce como transhumanismo, una corriente dirigida a transformar gradualmente al ser humano a través de las nuevas tecnologías, consiguiendo con ello mejorar sus capacidades.

Los primeros dispositivos de Neuralink trabajan a través de la estimulación del cerebro. Se implantan en pacientes con parálisis o enfermedades neurodegenerativas, para que puedan comunicarse a través de un ordenador que lee su actividad cerebral. También puede servir, por ejemplo, para que personas que no puedan mover sus extremidades sean capaces de mover ciertos objetos.

Las pruebas realizadas en cerdos y monos en estos últimos años han arrojado buenos resultados en lo referente a la eficacia del dispositivo. No podría decirse lo mismo sobre los riesgos si se demuestra aquello de lo que alertaron los antiguos trabajadores de la compañía. Ahora bien, incluso si todo fuese totalmente seguro, ¿hasta qué punto podemos ver lo sucedido con Neuralink como un avance de la ciencia?

Implantes cerebrales Neuralink
Existen ya varios laboratorios que han logrado que una persona con parálisis se comunique mediante un ordenador.

De momento hay poca novedad

Según ha explicado a Hipertextual el psicólogo Miguel Omar Herrero, lo que de momento se ha logrado con Neuralink no es ninguna novedad. “Neuralink no ha innovado realmente, son cosas que llevan mucho tiempo haciéndose en laboratorios”, aclara. “En pacientes de párkinson hay ejemplos para controlar la actividad del núcleo rojo y hasta ya hay estudios para reconocer y reproducir patrones de lenguaje en personas que han perdido la capacidad de hablar”. 

Cuando habla del núcleo rojo hace referencia a una región cerebral asociada a la coordinación motriz. Controlar su actividad en pacientes con párkinson puede ayudar a reducir sus problemas de coordinación, por lo que este tipo de investigaciones son muy beneficiosas.

También habla sobre estudios de este tipo el filósofo experto en transhumanismo Antonio Diéguez. “Desde 1997 nada menos, ya se insertan electrodos en el cerebro para controlar enfermedades como el párkinson y más recientemente otras como la epilepsia o la depresión”.

El filósofo cita como ejemplo un estudio publicado en 2021 en The New England Journal of Medicine. En él, se trata el caso de un paciente con una parálisis de las cuerdas vocales que le impide hablar. Mediante la implantación en el cerebro de una serie de electrodos, se logró detectar su actividad cerebral y transformarla en ondas electromagnéticas leídas por un ordenador con el que se podían escribir palabras de una lista de 50, a un ritmo de 15 palabras por minuto.

Por su parte, Omar Herrero menciona también un estudio de 2021, esta vez publicado en Nature. En este caso, se analizaba la actividad de la corteza motora cuando el paciente piensa o imagina que está escribiendo a mano. Gracias a un algoritmo de inteligencia artificial, se detectan en la actividad cerebral los patrones que se corresponden con una determinada letra, de manera que se puede escribir cualquier palabra.

Ambos son casos similares a lo que hace Neuralink. Por lo tanto, en principio no es algo tan sumamente innovador, aunque sí incorpore algunas mejoras técnicas interesantes. “Musk tiene fama y dinero, aunque sí es cierto que la tecnología de sus electrodos podría tener algún beneficio por su flexibilidad”, señala Omar Herrero. 

Incluso si Neuralink va más allá y trata otras enfermedades, como el párkinson, el alzhéimer o incluso la depresión, seguiría sin ser una novedad. Ya existen neuroimplantes dirigidos a este tipo de afecciones. 

Y es que, en realidad, la gran innovación de la compañía sería en lo referente al transhumanismo. El experto en este tema al que hemos consultado desde Hipertextual nos cuenta que Elon Musk ha sido siempre un entusiasta de esta corriente y que nunca ha ocultado sus objetivos en dicho aspecto. “El objetivo de Elon Musk es ir más allá y conseguir prótesis mejorativas”, aclara. “Él ha dicho en un tuit que su primer objetivo son los pacientes con parálisis y demás, pero ese es el objetivo inicial, lo que dice para comenzar la tarea y que tenga una aceptación social grande. Su siguiente objetivo son las prótesis que no estén enfocadas a la curación de un problema médico, sino directamente a mejorar al ser humano”.

Esto hace referencia, por ejemplo, a implantes que permitan que las personas sin problemas puedan comunicarse directamente con dispositivos electrónicos. Con respecto a si esto es posible a un plazo más o menos corto, Diéguez explica que hay dos puntos de vista. “Hay especialistas que piensan que es viable y se pueden hacer avances en no mucho tiempo y otros que opinan que, aunque no sea imposible, va a ir mucho más lento de lo que nos dicen”.

En realidad todo va más lento de lo que creemos

Según Diéguez, en general las cosas van más lentas de lo que generalmente se anuncia. “ No hay que olvidar que detrás de todo esto hay empresas que hacen inversiones fuertes y tienen que hacer propaganda”. Por lo tanto, nos prometen cosas que aún están en fases iniciales. “Introducir chips en el cerebro no es una cosa fácil ni algo en lo que pueda haber aún una gran seguridad sobre efectos a largo plazo”. Además, hay que tener en cuenta que se necesitará mucha regulación. Y es aquí donde nos podemos plantear una nueva pregunta.

alzhéimer
Neuralink planteó incluso la posibilidad de almacenar recuerdos.

¿Realidad o ciencia ficción?

En sus inicios, desde Neuralink hablaron incluso de la posibilidad de introducir mejoras propias de un capítulo de Black Mirror, como almacenar recuerdos. Sin embargo, esto no es tan sencillo. Lo ha explicado también Miguel Omar Herrero. “Realmente la memoria autobiográfica no es un álbum de fotos localizado en un punto sino que sería la evocación de la vivencia por la actividad integrada de varias áreas”.

Eso haría muy complicado conseguir esta aplicación de Neuralink. No obstante, los expertos en transhumanismo ya plantean la necesidad de prepararnos para un futuro en el que sea posible, según narra Antonio Diéguez. 

“El neurobiólogo español  Rafael Yuste, ideólogo del programa BRAIN de Estados Unidos es un científico muy preocupado por la protección de los neuroderechos. Es decir, la posibilidad de que en un futuro con este tipo de interfaces cerebro-máquin se pueda acceder a nuestros pensamientos y violar nuestra privacidad, por saber qué pensamos de forma más íntima. Él viene promoviendo desde hace tiempo la creación de una carta de neuroderechos que proteja a los seres humanos de los posibles abusos que pueda acarrear esta tecnología” 

Antonio Diéguez, filósofo experto en transhumanismo

En definitiva, Neuralink ha dado un paso muy aclamado que, en realidad, no es ninguna novedad. Los pasos que le quedan por dar, los que caminan hacia el transhumanismo, serían realmente novedosos. Pero para llegar hasta ahí primero tendrá que demostrar que sus neuroprótesis son seguras y, de paso, enfrentarse a una posible regulación que haría el recorrido mucho más lento. No es oro todo lo que reluce, aunque venga de una de las personas más ricas del mundo. 

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