Afortunadamente, cada vez son más las personas que asumen que la acupuntura no tiene utilidad para el tratamiento de enfermedades de ningún tipo. Sin embargo, muchas siguen confiando en ella para paliar el dolor, a pesar de la carencia de evidencias científicas que apoyen su eficacia.
Una anciana sufre un colapso pulmonar a causa de una sesión de acupuntura
Al menos si se utiliza con ese único fin se elimina la posibilidad de que se prescinda de tratamientos indispensables para la vida y, por lo general, no se ocasionan daños al paciente. No obstante, sí que hay excepciones y resultan mucho más frecuentes de lo que deberían. Al fin y al cabo, consiste en clavar agujas en zonas estratégicas que, en ciertas ocasiones, están demasiado cerca de órganos vitales. Por ejemplo, se sabe que un 6% de la población posee un hueco en el esternón, justo en uno de esos puntos de acupuntura. El orificio no acarrea síntomas de ningún tipo, por lo que la mayoría de pacientes que lo tienen no son conscientes de ello y pueden ponerse en manos de uno de estos terapeutas que, al insertar una aguja a través de la apertura, la colocaría directamente en el corazón. Pero ni siquiera es necesario tener una anomalía anatómica para sufrir uno de los efectos adversos de esta práctica milenaria. De hecho, cada vez son más los casos conocidos de neumotórax provocados de esta forma. El último de ellos ha sido reportado recientemente en una mujer neozelandesa a la que su acupunturista no avisó de estos peligros antes de proceder al tratamiento, por lo que las autoridades competentes la han instado a dejar su trabajo hasta que tenga la formación y la información adecuadas, tanto para ella como para sus pacientes.
Un punto peligroso
La paciente, de treinta y tres años, acudió a la acupunturista aquejada del dolor que le provocaba una lesión en el brazo y la muñeca.
Tras revisarla, procedió a colocar dos agujas en el punto de acupresión 21, conocido también como Jian Jing. Se trata de un punto conflictivo, tanto que existen estudios que apuntan a que el 30% de los casos de neumotórax por acupuntura se dieron al incidir en él. Sin embargo, en ningún momento se informó sobre ello a la mujer, ni se le hizo firmar un consentimiento.
Nada más clavar las agujas ella ya notó dolor. Aun así, la acupuntora las dejó puestas durante media hora, tras la que procedió a rotarlas y retirarlas. Y fue precisamente en ese momento cuando comenzaron las verdaderas molestias. La joven le hizo saber a la terapeuta que sentía dificultad para respirar y un dolor muy intenso en el pecho, además de una extraña sensación de aire en su interior. A pesar de todo, tras aplicarle lo que consideró un tratamiento adicional, la envió a su casa para descansar. Pero los síntomas no tardaron en empeorar, por lo que esa misma noche el marido de la paciente tuvo que llevarla a urgencias. Allí le diagnosticaron un neumotórax apical bilateral o, lo que es lo mismo, un colapso de los pulmones provocado por una punción en su parte superior.
No dejes el ibuprofeno, no hay pruebas de que la acupuntura te vaya a quitar el dolor
Como es lógico, una vez pasado lo peor la joven denunció ante el Comisionado de Salud y Discapacidad de su país a la acupuntora , que ha sido acusada de violar el código de Derechos del Consumidor de Salud y Discapacidad, por no informar sobre los peligros de incidir en el Jian Jing. Además, era un agravante que al observar síntomas que apuntaban a que podría haber perforado el pulmón decidiera enviar a la paciente de vuelta a casa.
En cualquier caso, según New Zealand Herald, la única “condena” dispuesta para ella ha sido la recomendación de someterse a una capacitación adicional sobre técnicas de acupuntura. Además, se ha solicitado a la clínica en la que trabaja que dispongan de boletines informativos para los pacientes y se les inste a firmar un consentimiento antes de someterse a cualquiera de estas técnicas.
El problema de todo esto, aparte de lo barato que ha salido a la acupunturista perforar el pulmón de una paciente, es que por muy buena que sea la formación que reciban estos terapeutas el peligro siempre está ahí. No hay una profundidad fija para insertar las agujas. Diversos estudios han intentado localizar el punto adecuado, pero este varía en función de cada persona. Se trata de distancias mínimas, pues la superficie del pulmón se encuentra entre 10 y 20 milímetros por debajo de la piel en la región de la línea escapular medial. Esto hace que perforarlo sea aterradoramente fácil. ¿Qué menos que informar a los usuarios sobre los peligros que corren al someterse a ello?