En Smile 2, buena parte del argumento se basa en profundizar en el terror desde un punto de vista indirecto. De hecho, la primera secuencia deja claro que el mundo entero, será testigo de lo que le ocurra a la cantante Skye Riley (Noami Scott). Una premisa que apunta a llevar a una escala por completo nueva, la fórmula de la cinta original del 2022. A saber: la forma en que una entidad oscura, violenta y mezquina, ataca al contagiarse, casi como un parásito, de víctima en víctima.
No obstante, la película pierde tiempo en detallar su mundo, con la expectativa de recordar lo que ocurrió en la cinta que le precede. Por lo que luego de una impactante secuencia de introducción — que, curiosamente, parece independiente al resto de la historia — se desarrolla de manera predecible. El director, Parker Finn, parece atenerse solo a varias de sus ideas más interesantes y no salir de esos límites. Por lo que Smile 2, pronto llevará a su protagonista, a una espantosa carrera de miedo para salvar su vida.
Eso, cuando casi por accidente, deba enfrentar una criatura que se insinúa de rostro en rostro y que podría ser cualquiera. El guion — que también escribe el director — es lo suficientemente ingenioso para usar la perspectiva de un cantante pop en la cúspide de la fama en su beneficio. Por lo que el elemento sobrenatural, se encuentra en medio de los gritos de los fanáticos, el acoso de la prensa, la adoración de medios y plataformas. La trama, explora en la posibilidad que una fuerza maligna pueda no solo matar, sino también, devorar almas. Eso, a través del deseo y la potencia de la popularidad. Un concepto curioso que en sus mejores momentos, brinda a la película su capacidad para innovar entre su conocida premisa.

Smile 2
Smile 2 lleva la fórmula de la película original a los escenarios y a la celebridad viral, con una ambición que sorprende. Por lo que la premisa del monstruo invisible, convencido en infección macabra, se hace el doble de grande - y sangrienta - de la trama que le precedió. Pero, aunque el director Parker Finn utiliza bien los giros y escenarios visuales para contar un relato cada vez más macabro, la ha historia se queda a medias y sin mayor profundidad.
Una secuela que intenta cumplir lo que ofrece

De hecho, buena parte de la primera hora de la película, dedica tiempo a plantear su escenario. En primer lugar, a presentar a Skye Riley, una estrella fulgurante con un más que sospechoso parecido a Lady Gaga. Smile 2 no teme usar sus referentes y lo hace con tanta habilidad, como para no necesitar mucho para plantear la situación. Skye no es solo famosa y reconocida — eso, por descontado — sino también, el centro de un fanatismo que hace que su rostro esté en todas partes. Que, además, tenga un poder tan enorme como para convertirse en objeto de obsesión.
Lo que el argumento usa como punto de partida para contar su historia. Si en la primera película, el horror paranormal aislaba a su protagonista, en su secuela, el monstruo sin rostro se convierte en un parásito. Uno que, aunque desea matar a su víctima y a la vez, aprovechar ese poder monumental que obtiene sobre el escenario. El cambio de ritmo — y tono — hace que, esta vez, la presencia maligna se manifieste, además de las macabras sonrisas conocidas, en una distorsión total de la realidad.

Varias de las mejores escenas de Smile 2, se basan, justamente, en su capacidad para convertir a Skye en una especie de víctima destinada a buscar muchas otras. Parker Finn convierte el punto de vista de su personaje, en una especie de hilo conductor de todos los sucesos perversos y a menudo, violentos a su alrededor. Lo que lleva a la cinta a lugares novedosos. De un concierto, a multitudes que persiguen a su estrella, a fanáticos a acecho, convertidos en enemigos. Lo cierto es que Smile 2 expande su fórmula con tanta fuerza como para analizar la naturaleza del mal que propone de forma más compleja que solo una entidad sedienta de sangre.
Sin mucha audacia, a pesar de las promesas

Todo es más grande, elaborado y sin duda sangriento en Smile 2. Y buena parte de su impacto — que lo tiene y por derecho propio — es demostrar las posibilidades de un monstruo implacable. Mucho más, uno que no se detiene y que, sin duda, no puede ser contenido porque, en esencia, cambia a la medida de lo que rodea a su víctima. Por lo que en esta ocasión, es del tamaño del mundo entero, a la medida de la desesperada adoración de los fanáticos alrededor de su ídolo. Lo que conduce a la película a la idea que esta entidad, necesita exactamente mostrarse de esa manera: sin fronteras y sin nada que la detenga. Pero al momento de profundizar en una perspectiva tan sugerente, la trama se queda corta en osadía y experimentación. Al contrario, el director dedica tiempo a pulir su espectáculo visual y olvida un poco la tensión de lo que cuenta. Por lo que, si algo se echa de menos en Smile 2, es mucha más audacia y la capacidad de profundizar en el mundo que crea.
Parker Finn refina su fórmula estética y de escritura, por lo que la cinta es un sólido recorrido a través del horror sobrenatural, que cierra todos sus cabos y evita dejar preguntas sueltas. Pero esa misma coherencia, hace que todo en la cinta carezca de verdadera sorpresa. Para la mitad de la cinta — y sobre todo, gracias a lo visto en la original — es evidente a dónde conduce toda la historia. Qué debe hacer Skye para intentar salvar la vida y lo inútil que puede resultar su intento.

Para su última media hora, Smile 2 dejó atrás todo su sofisticada puesta en escena de escenarios y luces estroboscópicas, para enfocarse en la oscuridad del pasado de su personaje. Lo que le lleva a un cierre tópico y evidente, que no aporta gran cosa a la historia central y que solo resulta efectivo, por su espectacular puesta en escena. Al final del día, Smile 2 tiene mucho de broma macabrísima y cruel — que lo es, en cierta medida — pero poco, de la original de su predecesora. Su mayor problema.