Zack Snyder está decidido a dejar huella en el género de ciencia ficción. Al menos, en profundizar en su inconfundible estilo al narrar épicas sofisticadas en medio de historias brutales. Ya se esforzó por hacerlo y lo logró con relativo éxito en el extinto Snyderverse de DC. Por lo que Rebel Moon — Parte 1: La niña del fuego, la primera parte de su proyecto más personal y con toda la libertad que ofrece Netflix, levantó expectación. Particularmente, porque — en teoría — permitiría al director mostrar, sin restricción alguna, su punto de vista sobre la Space Opera

Pero la película resultó un fallo mayúsculo, en su intento por imitar a Star Wars y también, a otras tantas cintas mayores y mejor ejecutadas. Errores que comete su segunda parte y en un escenario más problemático, al doblar la apuesta en espectacularidad visual y ambiciones. Rebel Moon — Parte 2: La guerrera que deja marcas, continúa la historia que le precedió sin esforzarse gran cosa en hacerse más profunda o al menos explicar mejor su conflicto. Por lo que la cinta es un festival de secuencias ralentizadas, clichés usados con una frecuencia tediosa y un tono épico que resulta pretencioso. Mucho más, cuando el argumento en sí, vuelve a su sencillez básica, para contar la clásica lucha entre el bien y el mal. 

Rebel Moon — Parte 2

Una mezcla de cine bélico, con ciencia ficción y algunos elementos de Space Opera. La mezcla funciona en la medida que el director Zack Snyder logra hacer avanzar la trama en escenas épicas y que exploran su mundo. Pero cuando decide referenciar y hacer guiños a obras mayores - y hay mucho del tema - la cinta decae hasta ser una copia aburrida de mundos más complejos.

Puntuación: 3 de 5.

De nuevo, el guion de Zack Snyder, Kurt Johnstad y Shay Hatten sigue los intentos de Kora (Sofia Boutella) por enfrentar a Mundomadre. Este, un Imperio galáctico más que sospechosamente parecido al imaginado por George Lucas, tuvo su primera derrota a manos de la heroína. Por lo que prepara todas sus armas para no solo arrasar a la antigua miembro de su milicia. También, para demostrar a todo el que necesite entenderlo, está en la cima de su poder y que no dudará en usar toda su fuerza de fuego para arrasar cualquier oposición. Lo que incluye, demostrar a cualquier rebelde toda su furia.

Una historia que se vuelve aburrida con rapidez

Lo que lleva a la película a su primer escenario de batalla. Como se recordará, en la anterior película, los habitantes del planeta agrícola, Veldt, debieron enfrentar el zarpazo de Mundomadre. A saber: convertirse en granero para las tropas de conquista y enfrentar los abusos del almirante Atticus Noble (Ed Skrein). Lo que provocó que Kora, refugiada en el lugar, saliera en defensa de los lugareños y se convirtiera en prófuga y líder, casi accidental, de una incipiente rebelión. 

Con todo el contexto a mano, parecería inevitable que Rebel Moon — Parte 2: La guerrera que deja marcas comenzara por avanzar a partir de ahí. Pero el argumento es torpe y se vuelve pesado en sus múltiples referencias a un universo en formación. Uno que no está muy claro además, a no ser que un malvadísimo imperio, controla todo. Por lo que la media hora inicial de la cinta está dedicada a rememorar lo ocurrido hasta ahora.

Hacerlo, sin aportar otra cosa que un resumen apresurado y entre diálogos explicativos tediosos, que son mal abreboca para una película que depende de su ritmo. Eso, para, a la vez, dar detalles acerca de la estructura jerárquica del poder establecido. Sin embargo, nada en el guion es muy preciso o tiene personalidad propia. Todo parece una mezcla de muchas cosas, sin que ninguna resalte especialmente. Un problema que acarrea de su primera parte y que aquí no se resuelve en lo más mínimo.

Se lamenta, que Rebel Moon — Parte 2: La guerrera que deja marca decaiga con mucha rapidez. Eso, a pesar de tener los elementos a mano para contar bien su contexto. Después de todo, tuvo una película completa para explicar lo necesario a detalle. Aun así, todo lo referente a Mundomadre, su brutalidad, la esclavitud que padece el cosmos, sabe a poco. El guion va de un lado a otro, tratando de unir escenarios y dejar muy claro, que lo mejor está a punto de llegar. Solo que esa insinuación, sabe a poco, cuando por el camino, la película debe empezar a desmenuzar, uno a uno y por separado, la vida de sus personajes. 

Dos películas en una 

Tal vez por eso, la cinta de Zack Snyder da la sensación de ser dos premisas en una sola, que se unen de manera dispareja en algún punto hacia el final. Por un lado, se encuentra todo lo referente a Veldt, que Kora y compañía intentarán defender con su vida. Lo que incluye, enfrentarse al fatídico almirante Noble, vuelto a la vida y con una venganza genérica que satisfacer. 

Al otro extremo, se encuentra la necesidad de la película de ahora sí, explorar en el pasado de cada uno de sus personajes. Por lo que dedicará todo el tiempo posible, en hacerlo. La noche anterior al comienzo de la batalla, cada uno deberá enfrentar el origen de todos sus traumas y pesares. Lo que lleva a la cinta a explorar, y en más de un extremo, cada cosa que pudo haber sucedido al grupo de luchadores reclutados por Kora en la película anterior.

El truco de reunir a todos los héroes para mostrar su lado más humano, no es nuevo. Pero Zack Snyder no logra unir todos los escenarios que plantea. Especialmente, al ser notorio que su intención es profundizar en la mitología que imagina antes que contar cualquier cosa. Estas no son las historias de guerreros, combatientes y antihéroes, sino de sus mundos y cómo impactan en el centro de Mundomadre. Para Snyder, la necesidad de demostrar lo amplio que es su escenario, se impone sobre la sustancia del relato que muestra en pantalla. 

Escenas de acción al por mayor y de nuevo, genéricas

Claro está, que Rebel Moon — Parte 2: La guerrera que deja marcas tiene como punto central una batalla. Veldt está en peligro y uno tan grave, que podría arrasar su existencia misma. Para su tercer tramo, la cinta muestra todo el interés de su director y el guion, de narrar un evento épico basado en ese punto de vista. El motivo es claro. La historia es trascendente para narrar que ahora el universo, descubrirá que se le puede hacer frente a Mundomadre. Y que esa posibilidad —la de un ejército decidido a hacer justicia — puede ser la chispa que encienda un fenómeno parecido en otros tantos lugares. 

En esta ocasión, Zack Snyder intenta imprimir mucho de cine bélico a su película. Por lo que hay recurrentes guiños a Apocalipsis Now, La delgada línea roja e incluso, una escena casi calcada a Dunkerque de Cristopher Nolan. Pero ya sea por falta de tiempo, solidez o porque el argumento se vuelve un desorden, la película llega a su mejor parte con mucho lastre en el ala. De los grandes paisajes genéricos, con secuencias tomadas directamente de Star Wars e incluso, Juego de Trono, la conclusión sabe a poco. Mucho más, por la urgencia de la historia de crear héroes a su medida. Héroes que disparan, saltan, arriesgan la vida en medio de una tediosa sucesión de secuencias sin nada que las haga realmente memorables. 

En su final, Rebel Moon — Parte 2: La guerrera que deja marcas una cosa es segura. El conflicto con Mundomadre acaba de comenzar. Por lo que es más que obvio, veremos otras tantas películas de este universo. Una posibilidad que convierte a la cinta en una especie de paso obligatorio hacia algo mayor, pero sin verdadera alma. Su mayor problema.